Seguramente este verano habrá visto la misma escena varias veces: un espacio público (un restaurante, cafetería, bar) lleno de gente que apenas interactúa entre ella. Todos están con la mirada clavada en sus pantallas. Muchos, a pesar de estar de vacaciones, siguen con el teléfono en la mano. Dándole al dedo todo el rato para ir viendo imágenes, enviar mensajes y hacerse fotos, muchas fotos (muy divertida esta parte de observar cómo la gente repite una y otra vez el selfie hasta que consiguen la foto deseada).
Vivimos pegados al móvil, de esto hemos hablado muchas veces aquí, y en Francia han decidido que es una tontería luchar contra ello. A partir de noviembre, el principal operador francés dejará de comercializar contratos de telefonía fija. Sí. Dejarán de instalarse nuevas líneas de teléfono convencional en domicilios y empresas. Y han marcado como límite la fecha de 2023 para que definitivamente desaparezca. Sólo se instalarán teléfonos conectados a internet a través de una IP. Los que ya lo tienen seguirán funcionando con su teléfono en teoría hasta esa fecha, 2023, y después les colocarán otro tipo de instalación para que puedan mantener su teléfono y su número, si es lo que quieren.
¿Pero por qué enterrar el teléfono fijo? Dicen que han comprobado que apenas utilizamos el teléfono de casa, el de toda la vida. Y la verdad es que si nos paramos a pensar, puede que tengan razón. Puede que esto también nos esté ocurriendo a nosotros. Piensen: ¿cuánto hace que no les suena el teléfono del salón? ¿Cuánto hace que no les llaman a casa? Yo admito que hace tiempo que se estropeó y no he buscado un recambio. Ahí está, cogiendo polvo la base sin un teléfono al que alimentar de energía. Algo que hace años nos parecería una extravagancia, prescindir del teléfono fijo, es ya el futuro.
Ocurrió con las cabinas de teléfono a pie de calle y ese ostracismo también ha llegado al aparato doméstico. Pero en la decisión de la compañía francesa ha habido más razones que su desuso. Porque además de los hábitos están también las fobias: los franceses admiten que no soportan que al teléfono de casa sólo les llamen compañías comerciales para venderles productos o cambios de línea telefónica. Sus familiares, sus amigos, se comunican con ellos a través del móvil. Y esto es así: ni siquiera mi madre me llama ya al teléfono fijo, también es cierto que ya sabe que hace tiempo que se estropeó el aparato y ya ni lo intenta. Ella sigue usando el suyo para hablar con sus hermanas, para pedir citas médicas, para casi todo, pero también se ha sumado al teléfono móvil. Le costó entender eso del whatsapp y ahora es una usuaria excelente de la mensajería rápida. Manda notas de voz y fotos con total naturalidad. A sus 80 años ha sabido de nuevo adaptarse. Es verdad que la misma foto te la puede reenviar dos veces, pero oye, la mujer se apaña. Y lo mismo le ha ocurrido a gente con edad de mi entorno.
Algunos confiesan que se sienten mucho más conectados con el teléfono móvil. Que sus hijos, sus nietos, les mandan de forma rápida un “qué tal”. Que responden incluso más rápido a ese wahtsapp que a una llamada telefónica. Pero es verdad que es esa franja de edad la que más preocupa a la compañía francesa. Ellos son casi sus únicos clientes, los últimos que de forma más o menos asidua utilizan el teléfono fijo. Y estudian qué solución darles cuando definitivamente supriman el servicio y corten el cable del teléfono.
Aquí en España supongo que todavía nos quedan unos años más para mantener la línea fija, pero lo que está claro es que éste es el camino. El teléfono de rueda, el inalámbrico, pasarán a ser piezas de museo y habrá que explicar que, no hace mucho, el teléfono sólo se utilizaba para dar avisos importantes y muy urgentes. Como ahora...
¡Feliz regreso de vacaciones!
Seguramente este verano habrá visto la misma escena varias veces: un espacio público (un restaurante, cafetería, bar) lleno de gente que apenas interactúa entre ella. Todos están con la mirada clavada en sus pantallas. Muchos, a pesar de estar de vacaciones, siguen con el teléfono en la mano. Dándole al dedo todo el rato para ir viendo imágenes, enviar mensajes y hacerse fotos, muchas fotos (muy divertida esta parte de observar cómo la gente repite una y otra vez el selfie hasta que consiguen la foto deseada).