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El papa comunista

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Admito que la secuencia me sorprendió. Uno de los miles de reporteros que estos días andan por Roma buscando reacciones a la muerte del papa, entrevistó a españoles que están por allí y a los que la noticia les ha pillado de vacaciones. La mayoría valoraba cómo había sido el papado de Francisco, cómo creían que sería recordado. Y una mujer, que sostenía en brazos a su hijo pequeño, rodeada del resto de su prole (eran varios niños) y junto a su marido, decía que no creía que hubiera sido un buen papa. Con sus hijos escuchando atentamente (a mamá la están entrevistando la tele), el reportero le preguntaba que "por qué" y ella, sin pensárselo, con una sonrisa, dijo: "porque era comunista".

Admito que me quedé unos segundos helada. Por la contundencia con la que calificaba así a Bergoglio y porque lo decía sin ningún filtro. Está claro que da igual lo que escuchen a partir de ahora esos niños, para ellos, siempre, el papa Francisco habrá sido un papa comunista. Da igual que en sus libros de texto, si aparece, lo recuerden por otro tipo de decisiones; para ellos, Francisco será siempre un papa comunista.

Aquella secuencia me hizo reflexionar sobre cómo condicionamos, queriendo o sin querer, la forma de pensar de nuestros hijos. Cómo influimos en su ideología, en su visión sobre el mundo, cómo les vamos dirigiendo en cómo tienen que pensar. Y luego, cómo el choque cultural puede ser tremendo.

El papa dijo cosas incómodas para quienes buscan atesorar la esencia de casi todo, también de lo que es ser cristiano

Porque si esos niños tienen algún día la curiosidad de conocer por ellos mismos quién fue ese hombre, escucharán cosas que les harán cuestionarse, quizás, esa afirmación que hizo su madre. Verán cómo, cada semana, intentaba acercarse a esos colectivos más alejados de la Iglesia, cómo se reunía con quien se lo pedía, cómo no tenía ningún reparo en contestar a preguntas incómodas de jóvenes que le pedían sitio en una Iglesia que rechazaba a las personas binarias o LGTBI. Cómo acusó a los poderosos cuando abusaban de su poder, cómo no se arrugó en llamar genocidio a lo que ocurría en Gaza…

Puede que todo eso les haga revisar su visión sobre ese hombre que siempre tuvo en su radar a los más pobres, a los más vulnerables, a los migrantes, a los olvidados de la sociedad. Fue su radar en todo su papado, desde el minuto uno. En una entrevista póstuma hemos sabido cómo eligió su nombre, qué palabras fueron las que le hicieron inspirarse en San Francisco de Asís, "no te olvides de los pobres…".

El papa dijo cosas incómodas para quienes buscan atesorar la esencia de casi todo, también de lo que es ser cristiano. Dijo que rechazar a los migrantes, quitarles la dignidad como hacen algunos, no es ser buen cristiano. También abrió sus brazos a los homosexuales, a los divorciados… Ideas que, seguramente, hacen cortocircuitar a muchos. Dentro de la Iglesia sonaban a revolucionarias, en la sociedad del siglo XXI no. No al menos en esa sociedad a la que él llegó al principio de su papado, en 2013. Quizás, mucho más, a una parte de la sociedad de ahora, en 2025.

Admito que la secuencia me sorprendió. Uno de los miles de reporteros que estos días andan por Roma buscando reacciones a la muerte del papa, entrevistó a españoles que están por allí y a los que la noticia les ha pillado de vacaciones. La mayoría valoraba cómo había sido el papado de Francisco, cómo creían que sería recordado. Y una mujer, que sostenía en brazos a su hijo pequeño, rodeada del resto de su prole (eran varios niños) y junto a su marido, decía que no creía que hubiera sido un buen papa. Con sus hijos escuchando atentamente (a mamá la están entrevistando la tele), el reportero le preguntaba que "por qué" y ella, sin pensárselo, con una sonrisa, dijo: "porque era comunista".

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