Intervenir el mercado con una sonrisa

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Una militante del Partido Comunista está proponiendo intervenir en los márgenes empresariales de las empresas distribuidoras de alimentación, está buscando intervenir en los precios de los alimentos básicos, quiere intervenir en los alquileres. Una militante del Partido Comunista, que además es vicepresidenta del Gobierno y puede acabar haciéndolo, está hablando de democratizar las empresas, de dar más margen a los sindicatos, de actualizar el Estatuto de los Trabajadores. Una militante del Partido Comunista está hablando de frenar el tsunami neoliberal que azota a Europa desde hace ya demasiados años. Y lo cierto es que, amén del escándalo de los ministros del PSOE de turno (esta vez fue Luis Planas quien defendió los márgenes de los supermercados, esos entes que tanto velan por los agricultores, unas personas que quizá deberían preocupar al ministro de Agricultura) y de la derecha, que de tanto hablar de "comunismo" han hecho que deje de ser una amenaza porque si todo es comunismo, nada es comunismo, no parece que haya una alarma desatada contra la militante del Partido Comunista. Si en las próximas elecciones saca 60 escaños igual ya comienza la caza abierta, pero de momento ni una mísera imputación falsa. Como si el comunismo ya no fuera peligroso.

Lo cierto es que, mal que me pese, esa llamada permanente de Yolanda Díaz a mantener las formas en política (eso que dice constantemente que es tan importante) y su deliberada actitud conciliadora cuando la batalla no merece el fragor debido parece ser razonable y funcionar. Insisto que ahora, como parece que la única manera de que el PSOE vuelva a gobernar es que a Díaz le vaya bien, no parece que desde los resortes del bipartidismo hayan tocado a rebato contra ella. O puede que sí sea capaz, y de aquí a una década —como proclama que es su proyecto de país—, ese extremo cultivo de la forma consiga que el fondo triunfe y llegue donde no llegaron sus antecesores en el intento. Veremos.

El mayor valor de lo conseguido en este ciclo político en términos de batalla ideológica y política es que intervenir el mercado haya dejado de ser anatema y vehículo de lapidación en plaza pública

En cualquier caso, el mayor valor de lo conseguido en este ciclo político en términos de batalla ideológica y política es que intervenir el mercado haya dejado de ser anatema y vehículo de lapidación en plaza pública. El cambio de ciclo, que es mundial, frena ese tsunami neoliberal al que la socialdemocracia decidió subirse y surfear, porque la socialdemocracia, ahora socioliberalismo, no está para cambiar las cosas, sino para maquillarlas y hacerlas lo más digeribles posible. Probablemente se necesitarían mayorías abrumadoras en un espacio más allá del PSOE para cambiar el paradigma económico vigente, pero por primera vez en décadas se vislumbra a una fuerza empujando en sentido contrario y haciendo retroceder una ideología que conlleva, sobre todo, el colapso del planeta y de la salud mental de los ciudadanos.

El secreto, parece, es intervenir el mercado pero no enfadado, sino con una sonrisa. O con cariño. Al final, cuando Yolanda Díaz habla a la interna de "querernos" pretende conseguir espacios políticos homogéneos y refractarios a las luchas internas que tanto mal han hecho. Y cuando habla a la externa de frenar los beneficios empresariales pero sonriendo pretende decir que muchos grandes empresarios españoles son capitalistas despiadados, pero que no se note tanto. Parece que, de momento, la realidad le va dando la razón a su manera de hacer. Veremos en qué se traduce electoralmente, que ahí viene lo difícil, pero los tiempos y las formas de Yolanda Díaz se han demostrado hasta hoy como una opción realmente sólida.

Una militante del Partido Comunista está proponiendo intervenir en los márgenes empresariales de las empresas distribuidoras de alimentación, está buscando intervenir en los precios de los alimentos básicos, quiere intervenir en los alquileres. Una militante del Partido Comunista, que además es vicepresidenta del Gobierno y puede acabar haciéndolo, está hablando de democratizar las empresas, de dar más margen a los sindicatos, de actualizar el Estatuto de los Trabajadores. Una militante del Partido Comunista está hablando de frenar el tsunami neoliberal que azota a Europa desde hace ya demasiados años. Y lo cierto es que, amén del escándalo de los ministros del PSOE de turno (esta vez fue Luis Planas quien defendió los márgenes de los supermercados, esos entes que tanto velan por los agricultores, unas personas que quizá deberían preocupar al ministro de Agricultura) y de la derecha, que de tanto hablar de "comunismo" han hecho que deje de ser una amenaza porque si todo es comunismo, nada es comunismo, no parece que haya una alarma desatada contra la militante del Partido Comunista. Si en las próximas elecciones saca 60 escaños igual ya comienza la caza abierta, pero de momento ni una mísera imputación falsa. Como si el comunismo ya no fuera peligroso.

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