Extra, extra: el novio de Ayuso intentó desgravarse un rolex, unos botes de desodorante, hilo dental y un saxofón. Paren todo: desde el Watergate no se veía cosa igual. Me lo imagino en su ático (si quieres triunfar en la vida no puedes vivir en un tercero), urdiendo maldades al soniquete de Baker Street y me hierve la sangre proletaria. Que Dios me perdone, pero miren si doña Isabel tendrá dónde clavarle el diente (periodísticamente hablando) para que echemos el resto en estas minucias. Ya sé, ya sé: lo mismo el compañero se está haciendo de oro a costa del desmantelamiento de la sanidad pública perpetrado por su churri. Pues habrá que investigarlo. Pero, aunque solo sea por la eficacia de la causa, queda un pelín ridículo montar un gran escándalo porque un fulano pidió que el cambio de aceite del Maserati se lo hiciesen sin IVA.
La ministra Montero protagonizó el otro día un quiebro con doble pirueta: le parece «un auténtico despropósito» que todo el pe pé esté volcado en la defensa de un particular. Dimita, señora Ayuso, seguido de vaticinio: pronto saldrá «más información que a todos nos escandalizará» (Cristóbal Montoro, ¡presente!). Menudo: la doña del «Pedro, quédate» vocinglero y suplicante recreándose en la paja del ojo ajeno. La viga en el propio tiene mala pinta: el Tribunal Superior de Justicia de Madrid rechaza las querellas contra el juez Peinado y parece que la cosa sigue su trámite judicial. Admito que no me he metido a fondo en el caso, porque está enmarañado, porque me da una pereza colosal y porque, a Dios gracias, solo soy el de los chascarrillos para el café del sábado y no uno de esos analistas políticos de la gran ciudad. Miren, si Begoña montó su despachito en la Moncloa y traficó con las influencias, que le busquen retiro en Alcalá Meco o en Soto del Real. Y si todo esto ha sido una cacería, que el acomodo se lo busquen a los cazadores.
Para rematar la semana, ha dimitido Errejón. En sus palabras, porque su «comportamiento se ha emancipado a menudo de los cuidados, de la empatía y de las necesidades de los otros»
Con tanta defensa de la primera dama y desprecio al damo primero, a los oradores del consejo de ministros no les ha quedado energía para defender al trío catacróquer (Ábalos, Aldama y Koldo, demasiada pasión por lo suyo). Grande-Marlaska ha comparecido en una de las comisiones del Senado para decir que «nunca sospechó que pudiese estar en ningún negocio turbio». La verdad es que tú ves a Ábalos y lo primero que te dices es: raro sería que este mozo tuviese algún doblez. «La imputación nos duele más a quienes compartimos gobierno con él», ha rematado. Sí, Fernando, ahora os damos el pésame, aguarda un minutín.
Para rematar la semana, ha dimitido Errejón. En sus palabras, porque su «comportamiento se ha emancipado a menudo de los cuidados, de la empatía y de las necesidades de los otros». La parte contratante de la primera parte, «subjetividad tóxica multiplicada por el patriarcado», núcleo irradiador, a-ba-ni-bi a-boe-be quiere decir te quiero amor. Navajeo entre el Frente Judaico Popular y el Frente Popular de Judea. Por la noche me puse el 59 segundos y conectaron con Duval, la responsable de comunicación del partido: dice que se enteró el martes. Íñigo, qué calladito te lo tenías: todo un ninja del machismo. Iglesias, que estaba en la mesa, tampoco se olía la tostada. Pardo de Vera y Esther Palomera (jefazas de Público y elDiario) lo sabían desde hace años. Grandes caídas del guindo, bufidos al aire y por qué nadie hizo nada. Nos duele más a nosotros, otra vez.
Extra, extra: el novio de Ayuso intentó desgravarse un rolex, unos botes de desodorante, hilo dental y un saxofón. Paren todo: desde el Watergate no se veía cosa igual. Me lo imagino en su ático (si quieres triunfar en la vida no puedes vivir en un tercero), urdiendo maldades al soniquete de Baker Street y me hierve la sangre proletaria. Que Dios me perdone, pero miren si doña Isabel tendrá dónde clavarle el diente (periodísticamente hablando) para que echemos el resto en estas minucias. Ya sé, ya sé: lo mismo el compañero se está haciendo de oro a costa del desmantelamiento de la sanidad pública perpetrado por su churri. Pues habrá que investigarlo. Pero, aunque solo sea por la eficacia de la causa, queda un pelín ridículo montar un gran escándalo porque un fulano pidió que el cambio de aceite del Maserati se lo hiciesen sin IVA.