Pensaba iniciar estos breves apuntes diarios refiriéndome a cosas concretas “del comer”, pero veo que seguimos con la resaca del cara a cara. Sé que vivimos en burbujas diferentes, pero confío en que somos capaces de asomar fuera de ellas. Por ejemplo, basta que veas un par de vídeos (pincha aquí y aquí) para que compruebes la catarata de mentiras que con mucha habilidad Feijóo soltó ante un Sánchez aturullado. Ya sabes: en un minuto caben diez falsedades, pero se necesitan quince minutos para desmontarlas. Lo llaman Galope de Gish, pero no hace falta ponerse en modo académico. ¿Cuántas veces me enviaste mensajes durante La Sexta Noche solidarizándote con mi impotencia ante los disparates que había que escuchar?
La política no debería ser una ruidosa tertulia nocturna. Las elecciones son algo mucho más serio que un debate-espectáculo que cronometra los zascas. ¿En serio vamos a aceptar que el gobernante ideal es aquel que miente con más desparpajo y seguridad? Tú sabes que no lo digo por defender a Sánchez y criticar a Feijóo. Mi pregunta no va de siglas sino de democracia. Para mí habría ganado enteros el líder del PP si hubiera condenado la infamia del ‘que te vote Txapote’. Si hubiera marcado una distancia rotunda con el negacionismo de Vox sobre la violencia machista o sobre el cambio climático. No lo hizo ni podía hacerlo, porque entonces no habría sabido explicar sus acuerdos de gobierno con Vox en autonomías y ayuntamientos. Sorber y soplar a la vez no puede ser.
La política no debería ser una ruidosa tertulia nocturna. Las elecciones son algo mucho más serio que un debate-espectáculo que cronometra los zascas
Ya sé que no tragas a Pedro Sánchez. Que lo consideras un oportunista, y que el mismo dato en boca de Nadia Calviño te convence mucho más que en la suya. Vale, pero lo que importa es el dato, la realidad que refleja. ¿Has escuchado hace unas horas a Aznar, defendiendo el regreso a las políticas “de austeridad” (o sea a los recortes de todo lo público)? Menos mal que no gobernaba cuando estalló la pandemia o la guerra de Ucrania. Ni ERTEs, ni subida del salario mínimo ni de las pensiones ni progresividad fiscal…
Tú tienes dos hijos, como yo. Aquí no se trata de simpatías o antipatías personales. Hablamos de presente y, sobre todo, de futuro. A estas alturas del siglo, ¿aceptaremos sin inmutarnos que haya que volver a luchar por el derecho a la interrupción del embarazo, a la libertad de expresión o de creación, al de poder morir dignamente? (Por cierto, en su paso por El Hormiguero notarías que Feijóo no tiene clara la diferencia entre eutanasia y cuidados paliativos).
En fin, sólo pretendo trasladarte reflexiones que serán discutibles, seguro, pero ante las que caben argumentos, no insultos ni referencias cínicas al terrorismo. Ambos leímos a Milan Kundera en los ochenta, cuando la rebeldía era algo más que vomitar un tuit. “La lucha del ser humano contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”. No por nostalgia, sino pensando en un futuro menos sórdido de lo que (según tantos trackings) se avecina.
Seguimos mañana.
Pensaba iniciar estos breves apuntes diarios refiriéndome a cosas concretas “del comer”, pero veo que seguimos con la resaca del cara a cara. Sé que vivimos en burbujas diferentes, pero confío en que somos capaces de asomar fuera de ellas. Por ejemplo, basta que veas un par de vídeos (pincha aquí y aquí) para que compruebes la catarata de mentiras que con mucha habilidad Feijóo soltó ante un Sánchez aturullado. Ya sabes: en un minuto caben diez falsedades, pero se necesitan quince minutos para desmontarlas. Lo llaman Galope de Gish, pero no hace falta ponerse en modo académico. ¿Cuántas veces me enviaste mensajes durante La Sexta Noche solidarizándote con mi impotencia ante los disparates que había que escuchar?