Lo nuestro es Europa

Si se trata exclusivamente de disparar el gasto militar, no nos pondremos de acuerdo.

Si se trata de rescatar la guerra fría y considerar que formamos parte de un bando, el de occidente, y que Rusia es el origen de todos los males, no nos pondremos de acuerdo.

Si se trata de considerar que Zelenski es un simple provocador al que occidente utilizó para poner a prueba a Putin amagando con meter a Ucrania en la OTAN a pesar del compromiso adquirido con las autoridades rusas tras el desmantelamiento de la URSS (Kisinger dixit), y justificar con ello la invasión rusa de Ucrania, no nos pondremos de acuerdo.

Si se trata de asumir que la UE necesita un ejército propio como simple suma de ejércitos nacionales reforzados a toda prisa por el toque de corneta de Trump o de la OTAN, no vamos a ponernos de acuerdo.

Si se trata de repartir “kits de supervivencia” para agitar el miedo como si anduviéramos en riesgo de una tercera guerra mundial, no habrá posibilidad de acuerdo.

Si se trata de seguir los dictados de una OTAN que –ahora sí– se encuentra en “muerte cerebral” por decisión unilateral de su principal promotor, un Estados Unidos gobernado por intereses oligárquicos más coincidentes con los de Putin y su entorno que con los de sus supuestos aliados de la UE, será imposible ponernos de acuerdo.

Si se trata de cerrar los ojos ante un obsceno reparto de riquezas europeas por parte de dos secuaces del neoliberalismo como Trump y Putin, no será nada fácil ponernos de acuerdo.

Si se trata de recuperar un “no a la guerra” que ignore la imperiosa necesidad de un proyecto europeo de seguridad común, eficiente, coordinado y más centrado en la inteligencia y en la tecnología satelital que en la potencia de fuego, será difícil ponernos de acuerdo.

Si se trata de competir en el reparto de carnés de pacifismo o en la prepotencia de un supuesto patriotismo belicista, va a ser imposible ponernos de acuerdo.

Lo nuestro es una Europa que, para ser segura, antes que militar tiene que ser política; antes que reforzada en sus ejércitos ha de ser cimentada en sus instituciones

Lo nuestro, lo común, lo que nos ampara y protege… es Europa. La Europa de la Carta Europea. La Europa de los Derechos Humanos (no la del pacto migratorio); la Europa del Estado del bienestar (no la del austericidio); la Europa de la justicia fiscal (no la que sigue albergando pseudo paraísos fiscales); la Europa que nació para la paz y no para la guerra. Lo nuestro es una Europa cuyo gasto militar conjunto ya triplica al de Rusia. Una Europa que puede y debe abordar una seguridad conjunta pactada, común y coordinada, no con cada país disparando al aire a base de compromisos de gasto en porcentaje del PIB. 

Lo nuestro es una Europa que, para ser segura, antes que militar tiene que ser política; antes que reforzada en sus ejércitos ha de ser cimentada en sus instituciones; antes que dedicada a imitar a unos belicosos Estados Unidos, debe ser envidiada por los Estados Unidos no trumpistas (que algún día volverán).

Lo nuestro es Europa, esa Europa que precisa una sociedad civil fuerte, consciente de que une más el proyecto Erasmus que las maniobras militares conjuntas; que defiende la democracia frente al ascenso de ese nacionalpopulismo autocrático, iliberal, demagógico y neofascista.

Lo nuestro es Europa. Y aunque la mitad de las reflexiones aquí expresadas no se compartan, basta con compartir el llamamiento que un numeroso grupo de personas y organizaciones de jóvenes, sociales, sindicales, culturales, vecinales, universitarias, periodísticas… está en marcha para salir a las calles el próximo 11 de mayo a las 12 de la mañana, en Madrid y en las principales capitales españolas y europeas. Ni Trump ni Putin. Por Europa y la democracia. 

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