“Los juristas somos casi todos gente conservadora, porque el Derecho es una ciencia conservadora”. Esto ha declarado el (todavía) presidente del Tribunal Constitucional, Pedro González-Trevijano, en entrevista publicada por El País con motivo del estreno de una obra de teatro basada en un texto suyo (ver aquí). Se nos aparece así como dramaturgo a pocos días de que expire el plazo para que el Gobierno cumpla su anunciado compromiso de nombrar a dos magistrados que sustituyan precisamente a Trevijano y a otro colega suyo cuyos mandatos concluyeron hace un par de meses. A la vista de que es más fácil resolver la emergencia climática que conseguir un acuerdo con el PP para renovar los órganos constitucionales, no parece viable otro camino que el que finalmente se ha adoptado.
Confieso que a mí esa declaración voluntaria, que no venía a cuento del contenido de la charla periodístico-cultural, me ha dejado ojiplático. En su primera parte (“los juristas somos casi todos gente conservadora”), por la claridad con la que confiesa algo que todo el mundo sabe pero que no suele reconocerse desde el ámbito de la judicatura. La ideología de derechas predomina por muchas razones, desde la evidencia de que no se produjo una renovación democrática profunda en ese poder del Estado tras casi cuarenta años de dictadura hasta un sistema de formación y acceso a la carrera que deja muchísimo que desear en términos de igualdad de oportunidades o de cultura democrática frente a endogamias y nepotismos sin cuento.
Lo que uno no sospechaba es lo que Trevijano asevera en la segunda parte de su proclama: “El Derecho es una ciencia conservadora”. Como uno procura no dejarse arrastrar por calenturas repentinas, he consultado por si acaso a otros tres juristas "de reconocido prestigio", por si había una explicación teórico-científica que se me escapara. Parece que no. Y por tanto se deduce que el objetivo de Trevijano es contribuir a esa permanente guerra cultural en la que se pretende por tierra, mar y aire edulcorar y vestir con papel de regalo un pensamiento conservador en todos los ámbitos y denostar, despreciar o hasta criminalizar cualquier pensamiento de carácter progresista, de izquierdas o simplemente liberal.
¿De dónde saca Trevijano eso de que el Derecho es una ciencia conservadora? Si lo que pretende mostrar es una equivalencia entre seguridad jurídica y conservadurismo, lo que dice es simplemente falso. Salvo que confunda o haga confundir Derecho a secas con Estado de Derecho. El sistema legal franquista también conformaba un Derecho, netamente conservador —de privilegios, de represión, de sometimientos, de desigualdades, pero Derecho y conservador al fin y al cabo—. Un Estado de Derecho se caracteriza precisamente por disponer de un Derecho cuyos valores esenciales son la racionalidad, la equidad, la proporcionalidad y hasta la solidaridad. Y ese Derecho refleja o debe reflejar la evolución de los movimientos sociales y democráticos, y se conforma de leyes aprobadas por un parlamento representativo elegido en las urnas. Por eso también en determinados momentos se introducen normas reaccionarias, que sólo pueden tumbarse si contradicen la Constitución libremente otorgada o los acuerdos internacionales que protegen los derechos individuales o colectivos. Pero la seguridad jurídica está garantizada, gobierne el PP o el Partido Comunista.
¿De dónde saca Trevijano eso de que el Derecho es una ciencia conservadora? Si lo que pretende mostrar es una equivalencia entre seguridad jurídica y conservadurismo, lo que dice es simplemente falso
No hay mayor verdad que la ficción, y quizás Trevijano habla mucho más claro cuando se pone el traje de dramaturgo. De tanto llevar la ideología conservadora a la judicatura, se termina concluyendo que la materia jurídica es por definición conservadora. ¿Acaso el derecho laboral defiende más a la empresa que a los trabajadores y por tanto es conservador? Si así fuera, lo que no sería es Derecho, puesto que no sería equitativo, proporcional, solidario… en definitiva, justo. Lo que puede ser y es “conservadora” es la interpretación del Derecho, pero no “la ciencia”. Y si lo que en realidad quiere decir este ilustre jurista-dramaturgo es “conservacionista”... tampoco es cierto. A la hora de legislar para conservar el patrimonio común o el medioambiente, por ejemplo, no hay más que repasar lo que defienden y ejecutan en esos ámbitos gobiernos conservadores y progresistas, estatales, regionales o locales.
Confieso también que me irrita el desparpajo con el que algunas supuestas eminencias del conservadurismo español sueltan sus sentencias (y lo digo en todos los sentidos del término) sin el menor pudor, cuando acumulan motivos para, como mínimo, no llamar la atención y simplemente disfrutar de su cosecha. Porque Pedro González-Trevijano, todavía presidente del Tribunal Constitucional y flamante dramaturgo, fue antes rector de la Universidad Rey Juan Carlos, entre los años 2002 y 2013, justo la época en la que allí se regalaban máster, se obsequiaba a dirigentes del PP, se fichaba a familiares y amiguetes… es decir, se practicaba todo tipo de clientelismo, nepotismo y enchufismo (ver aquí).
Llegó a estar investigado por presunta prevaricación finalmente archivada (ver aquí) y fue desde luego el nexo entre la universidad pública madrileña y el Partido Popular y sus fuentes de recursos públicos (ver aquí). En diez días se supone que se habrá ejecutado la renovación parcial del Tribunal Constitucional. Con ello no se soluciona la pesadísima carga de desprestigio que la institución acumula. Pero un paso importante consistiría en elegir a alguien que dignificara el cargo, con méritos propios indiscutibles, y no con una concepción sectaria de lo que representa. Trevijano saldrá del Constitucional al tiempo que se estrena como dramaturgo. Tanta paz lleve como descanso deja.
“Los juristas somos casi todos gente conservadora, porque el Derecho es una ciencia conservadora”. Esto ha declarado el (todavía) presidente del Tribunal Constitucional, Pedro González-Trevijano, en entrevista publicada por El País con motivo del estreno de una obra de teatro basada en un texto suyo (ver aquí). Se nos aparece así como dramaturgo a pocos días de que expire el plazo para que el Gobierno cumpla su anunciado compromiso de nombrar a dos magistrados que sustituyan precisamente a Trevijano y a otro colega suyo cuyos mandatos concluyeron hace un par de meses. A la vista de que es más fácil resolver la emergencia climática que conseguir un acuerdo con el PP para renovar los órganos constitucionales, no parece viable otro camino que el que finalmente se ha adoptado.