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2024, el año en que los jueces entraron de lleno en la batalla política

Un tal Puente deconstruye a Feijóo: “de ganador a ganador”

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Reconozco que este martes por la mañana, cuando empezó a extenderse el rumor de que Pedro Sánchez no subiría a la tribuna del Congreso para responder a Feijóo, pensé que sería un grave error, porque regalaría a la prensa conservadora (la mayor parte de las cabeceras y de la industria audiovisual) un titular más o menos de este tenor: ‘Sánchez desprecia al Congreso’, o ‘Sánchez no se atreve a debatir con Feijóo’, o 'Sánchez se esconde para no debatir sobre la amnistía'. Es decir, en lugar de poner el foco sobre las debilidades del candidato a la (no)investidura, concentraría todo el protagonismo en un gesto supuestamente antidemocrático del presidente en funciones. Seguiría manteniendo lo mismo si quien hubiera sustituido a Sánchez fuera quien todo el mundo pensaba, el portavoz socialista Patxi López. La sorpresa (para la prensa, para el PP y hasta para la mayoría del PSOE) fue ver subir a la tribuna a Óscar Puente, exalcalde Valladolid.

Se podrá discutir si este golpe de audacia sigue suponiendo un desprecio institucional por parte de Sánchez a los modos parlamentarios, pero lo cierto es que tiene todo el sentido político como respuesta a la táctica diletante y destructiva del propio Feijóo. Este ha basado toda su estrategia desde el 23J en una enorme falacia: la de que debe gobernar quien encabeza la lista más votada. Óscar Puente no sólo ejemplifica en propia carne esa falsedad sino que además se la lanzó a la cara a Feijóo: “Explíqueme, de ganador a ganador, ¿por qué tiene usted mejor derecho a ser presidente del Gobierno que yo a ser alcalde de Valladolid, o Milagros Tolón a ser alcaldesa de Toledo..., o Fernández Vara a ser presidente de Extremadura? Explíquemelo a mí y al largo número de alcaldes socialistas que dejaron de serlo pese a ser la lista más votada” (ver aquí el discurso íntegro). Puente dejó en ridículo en una sola frase el discurso al que se han aferrado Feijóo y el PP desde la misma noche de las elecciones, emplazando a Sánchez cada media hora a pactar un gobierno liderado por el PP (incluso aunque sólo fuera para una legislatura de dos años). Y ello a pesar de la evidencia de que el PP gobierna con Vox en muchas ciudades y en alguna comunidad autónoma sin ser la lista más votada, como, efectivamente, ocurre en Valladolid, donde el “ganador” según la tesis de Feijóo, es Óscar Puente.

Los 36 días que se ha tomado Feijóo para preparar una investidura fallida desde antes del encargo del rey merecían ser retratados como lo que son: una farsa completa, es decir, una falta de respeto al Parlamento y a la ciudadanía. Y la pérdida de tiempo no tendría mayor enjundia si no hubiera estado acompañada por los intentos descarados de provocar un nuevo tamayazo en las filas socialistas y si no hubiera contado con el acompañamiento de voces de la vieja guardia del PSOE y de algunos cómplices mediáticos siempre dispuestos a liquidar a Pedro Sánchez, a quien no perdonan que les ganara la partida en 2016, cuando forzaron la abstención del PSOE para que gobernase Rajoy y apoyaron después a Susana Díaz para liderar el partido. Feijóo no se ha cansado de denunciar la “soberbia” de Sánchez por su silencio sonriente de este martes, pero la mayor soberbia es la de los González, Guerra, Cebrián, etc, convencidos de tener siempre razón. Los retrató también Puente, sin mencionarlos por su nombre, y con una advertencia contundente: “Este PSOE es de sus militantes, no de sus dirigentes, ni de los actuales ni de los históricos”.

Puente dejó en ridículo en una sola frase el discurso al que se han aferrado Feijóo y el PP desde la misma noche de las elecciones, emplazando a Sánchez cada media hora a pactar un gobierno liderado por el PP

Feijóo se ha estrenado este martes como jefe de la oposición, con un discurso pensado más para justificar este simulacro de intento de investidura y ante una eventual repetición electoral que para plantear un programa de gobierno. Descansaba sobre otra gran falacia: “Tengo a mi alcance los votos necesarios…”, pero sostiene Feijóo que no los acepta “a cambio de una amnistía”. No es cierto. No suma los apoyos necesarios porque sólo puede gobernar de la mano de Vox, lo cual provoca el rechazo frontal de todos los demás partidos, salvo UPN y Coalición Canaria (ver aquí los datos inapelables aportados por José Miguel Contreras). A partir de ahí, el resto del discurso contiene propuestas tan sorprendentes como las subidas del salario mínimo o de las pensiones (contra las que ha votado el PP) o inexactitudes (si no mentiras) como las de que se ha incrementado la tasa de pobreza o se han disparado las okupaciones en España (ver aquí algunas recogidas por Marta Monforte). Como aportación novedosa de Feijóo, la creación de un nuevo delito de “deslealtad constitucional” con la que viene a admitir que no tiene sentido recuperar el de sedición (¡vaya!), aunque no se sabe si incluiría la deslealtad constitucional de bloquear la renovación del Poder Judicial durante cinco años.

Quizás la mayor incógnita que Feijóo podría haber despejado este martes es la de ofrecer una alternativa de modelo territorial capaz de confrontar al que sustancie un posible acuerdo de investidura entre las fuerzas progresistas y los nacionalistas, más allá de la amnistía o el rescate para la vía política del conflicto político catalán. No lo tiene (o no lo muestra) Feijóo, que se ha limitado a declararse firmemente “autonomista” (tendría que hablar a fondo de esto y del “unitarismo” con su socio Abascal) y a hacer de altavoz de algunas reivindicaciones de territorios concretos (mayormente gobernados por el PP). 

El problema de fondo del candidato Feijóo es el que ha expresado la portavoz de Sumar, Marta Lois: “Su viaje termina aquí porque no puede gobernar un país que no comprende”. Por lo escuchado este martes y en el último mes, no sólo a Feijóo sino también a González, Guerra y otras voces que pretenden imponer una visión de hace 45 años a la realidad de hoy, efectivamente no acaban de entender que asistimos a una nueva época que exige miradas más incluyentes, poliédricas y abiertas. “Envejecer es complicado”, como dice Nicolás Sartorius. 

P.D. Parafraseando a Tip y Coll, la próxima semana hablaremos (otra vez) de la amnistía. Pero mientras tanto conviene afrontar el ruido con algunas lecturas provechosas, por la lucidez y la aportación de datos, en lugar de tanta hipérbole anticipadora del apocalipsis. Por ejemplo: esto de José María Maravall; o esto de José Antonio Martín Pallín; o esto de Ignacio Sánchez-Cuenca o esto del propio Nicolás Sartorius

Reconozco que este martes por la mañana, cuando empezó a extenderse el rumor de que Pedro Sánchez no subiría a la tribuna del Congreso para responder a Feijóo, pensé que sería un grave error, porque regalaría a la prensa conservadora (la mayor parte de las cabeceras y de la industria audiovisual) un titular más o menos de este tenor: ‘Sánchez desprecia al Congreso’, o ‘Sánchez no se atreve a debatir con Feijóo’, o 'Sánchez se esconde para no debatir sobre la amnistía'. Es decir, en lugar de poner el foco sobre las debilidades del candidato a la (no)investidura, concentraría todo el protagonismo en un gesto supuestamente antidemocrático del presidente en funciones. Seguiría manteniendo lo mismo si quien hubiera sustituido a Sánchez fuera quien todo el mundo pensaba, el portavoz socialista Patxi López. La sorpresa (para la prensa, para el PP y hasta para la mayoría del PSOE) fue ver subir a la tribuna a Óscar Puente, exalcalde Valladolid.

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