Diez buenas noticias del año del coronavirus

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Ustedes ya conocen las malas noticias del año 2020, las han vivido personalmente y se las han contado minuto a minuto, y no sin redundancia y hasta regodeo, los medios de comunicación. Permítanme, pues, que les recuerde algunas de las buenas noticias –unas universales, otras españolas– que nos ha traído el año de la pandemia.

1.- El comienzo de la vacunación contra el covid-19. Los laboratorios, apoyados por las ayudas y los compromisos de compra de los gobiernos, han encontrado varias vacunas en apenas unos meses. La vacunación ha comenzado en Europa antes de fin de año y de forma coordinada. Todos los países a la vez, a través de los servicios públicos, gratuitamente y empezando por los más vulnerables. Espectacular, impecable.

2.- El pulso entre ciencia y superstición termina con un triunfo de la primera. Médicos, sanitarios e investigadores han trabajado hasta el agotamiento para desmentir las teorías conspiranóicas que negaban la peligrosidad del virus e incluso su misma existencia. Gana la razón al terminar el año, aunque persistan, en el mayor de los ridículos, los que vinculan esta crisis con un plan para introducir en nuestros cuerpos chís que nos hagan esclavos de Bill Gates y Soros. Sus supersticiones se emparentan con el delirio sobre el 5G del terrorista navideño de Nashville.

3.- La revalorización de lo público frente a lo privado. Desde el primer momento, la mayoría de la gente se giró en todas partes hacia los gobiernos para reclamarles alivio o remedio a la crisis sanitaria y socioeconómica. Aunque debilitados por años de recortes derechistas, los organismos públicos de salud afrontaron con determinación las embestidas del virus. Pequeño burgueses o multimillonarios, hasta los neoliberales más conspicuos reclamaron a gritos ayudas públicas para sus negocios. La partida, sin embargo, no está ganada. Las fuerzas del mal volverán a la carga. Para ellas lo público es mero salvavidas en tiempos de vacas flacas o sabroso botín cuando las vacas son gordas. Sus cuentas de resultados son lo único que consideran sagrado.

4.- La derrota en las urnas del nacional populismo de Donald Trump. Aunque Joe Biden no sea Mandela, ni tan siquiera Obama, su victoria frente al chillón y pendenciero Trump es una de las buenas herencias de 2020. Biden devolverá a Estados Unidos a la lucha contra el cambio climático y desdramatizará las guerras comerciales y el contencioso iraní, entre otras cosas. Supondrá un bálsamo.

5.- La necesidad de repensar la globalización. No todo lo que decía Trump era absurdo. La pandemia ha planteado la necesidad de abordar de otro modo la globalización, incluida la necesidad de una cierta reindustrialización en países como España. Fue penoso que durante semanas críticas no hubiera aquí mascarillas suficientes porque había que importarlas de China. La Unión Europea ha señalado el buen camino: una reindustrialización verde, basada en energías renovables, que se enfrente a la crisis climática.

6.- El regreso de Europa. Con la lucha contra la pandemia ha vuelto la Europa solidaria y generosa con sus miembros. Europa ha aparcado los dogmas de Señorita Rottenmeier sobre la austeridad, el déficit y la deuda que impuso hace una década, cuando la Gran Recesión. Animadas por Francia, Italia y España, dos alemanas –Angela Merkel y Ursula Von der Leyen– decidieron que esta vez había que abrir la caja fuerte y repartir el dinero. El espíritu europeo se ha impuesto tanto al austericidio como a los nacionalismos, le ha parado los pies a los ultras de Polonia y Hungría y ha conseguido en el último minuto un acuerdo con Londres para un Brexit lo menos traumático posible. Este ha sido el mejor año de la Unión Europea en lo que llevamos de siglo XXI.

7.- El teletrabajo.El En el año de la pandemia se aceleró la revolución digital… y para bien. Muchas conversaciones y muchos trabajos que antes requerían desplazamientos físicos, con el correspondiente gasto de tiempo y energía contaminante, se hacen ahora a través de ordenadores, tabletas o móviles conectados a Internet. Junto a la lucha contra el cambio climático, la Unión Europea ha situado el progreso de la digitalización entre los destinos prioritarios de los fondos para la reconstrucción.

8.- La actual mayoría parlamentaria se asemeja más a la España real. El Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos ha sobrevivido a una feroz campaña derechista de insultos, mentiras y llamamientos al golpismo, lo que debería ser una buena noticia no solo para los progresistas, sino también para cualquier demócrata deseoso de estabilidad en mitad de la tormenta. Pero este Gobierno ha ido incluso más lejos. La mayoría parlamentaria obtenida en la aprobación de los Presupuestos 2021 representa más la España real –la plural ideológica, cultural y territorialmente– que las mayorías absolutas de Aznar y Rajoy. Cuenta con las dos principales fuerzas de izquierda, con los nacionalismos vasco y catalán –tanto de derechas (PNV) como de izquierdas (ERC)– y con peculiaridades locales como la cántabra, la canaria y la turolense. Aunque sí, es cierto que esta España no es la uniforme, centralista y autoritaria que prefiere Vox.

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9.- La disolución del ‘procés’. La Cataluña y el resto de España se han ido alejando del clima de enfrentamiento apocalíptico de octubre de 2017. Los ánimos se han enfriado como consecuencia de la cordura impuesta por parte de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el lado gubernamental español y el pragmatismo asumido por ERC en el lado independentista catalán. A las tres derechas españolistas (PP, Vox, Ciudadanos), a los barones castizos del viejo PSOE y a la oligarquía mediática madrileña esto les fastidia mucho. La gresca de los nacionalismos forma parte de su fondo de comercio. Pero sería bueno que este Gobierno triunfara en su empeño y que el independentismo –o buena parte de él– comprobara que España no es imposible de reformar.

10.- Un triunfo español del humanismo. Con la aprobación de la ley que permite y regula la eutanasia para aquellos pacientes de enfermedades dolorosas e incurables que lo deseen explícitamente, España es mejor humanamente y vuelve a colocarse a la vanguardia de las libertades y derechos, como ya lo estuvo hace tres lustros con la legalización del matrimonio homosexual. Pierden los fanáticos de la prolongación sin esperanza del dolor, del encarnizamiento terapéutico y de la negación a otros de derechos que ellos no están obligados a ejercer.

Susan Sontag decía que el valor es el mejor deseo que se puede expresar para un año que está a punto de nacer. Les deseo, pues, salud y valor para el año 2021.

Ustedes ya conocen las malas noticias del año 2020, las han vivido personalmente y se las han contado minuto a minuto, y no sin redundancia y hasta regodeo, los medios de comunicación. Permítanme, pues, que les recuerde algunas de las buenas noticias –unas universales, otras españolas– que nos ha traído el año de la pandemia.

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