Desde la tramoya
Cinco motivos para tomarse en serio Tabarnia
Tabarnia se ha hecho famosa en solo unos días. Ocurrió tras las elecciones autonómicas, primero en las redes sociales y luego en los medios de masas, incluidos algunos internacionales, como el muy respetable The New York Times. Una idea ya añeja, que lideraba la Plataforma para la Autonomía de Barcelona, ha pasado por arte de la comunicación a ser parte de la conversación sencilla de las sobremesas y las cafeterías.
Tabarnia es la zona catalana que incluye buena parte de las provincias de Tarragona y Barcelona, que acoge a 6,2 millones de ciudadanos y que es socialmente más cosmopolita y económicamente más próspera y dinámica. Como en Tabarnia gana el constitucionalismo, sus ciudadanos vendrían a reclamar el derecho a independizarse de una hipotética República de Catalunya y configurar una nueva comunidad autónoma dentro de España. A partir de esa idea, el cachondeo en las redes sociales – Twitter, de forma destacada– ha sido espectacular. Los tabarneses piden una “Tabarnia lliure”, reclaman su derecho a votar y denuncian que “Cataluña nos roba”, porque sus ciudadanos aportan mucho más de lo que reciben al resto de Cataluña; y porque se sienten oprimidos y discriminados por su Govern. Tabarnia es una broma muy seria por varios motivos.
Primero, porque refleja una realidad sociológica inapelable. Hay dos Cataluñas: la rural del interior más independentista, y la urbana de la costa, con mayoría constitucionalista. No sucede, ni mucho menos, que todos los gerundenses sean independentistas o todos los barceloneses unionistas, pero sí es cierto que los resultados electorales dan ligeras mayorías a unos u otros en función del territorio. La fractura política catalana, que separa su población en partes iguales, se observa también en su geografía. Podría haber sido de otro modo, pero Tabarnia tiene un territorio compacto y bien definido, que coincide con las zonas metropolitanas más ricas.
Segundo, porque sus promotores y seguidores están haciendo gala de un extraordinario sentido del humor para responder a los independentistas exactamente con sus mismos argumentos: el derecho de un pueblo a votar por su independencia, pacíficamente. Proclaman, por ejemplo, su voluntad de tener unas relaciones cordiales con la República Catalana o piden a la Generalitat urnas para poder expresar su deseo de quedarse en España. Cada una de las ideas del independentismo es rápidamente reciclada por los miles de seguidores anónimos del invento, para convertirla en un boomerang. Si hay un Junts per Catalunya, ahora hay también un Junts per Tabarnia. Hay ya diseñada una bandera del “país”, una camiseta de su equipo de fútbol y una cuenta del Gobierno autónomo en el exilio. Se empiezan a convocar caceroladas para gritar al mundo “Help Tabarnia”. En algunos sitios se anticipa incluso un referéndum de autodeterminación ¡para octubre de 2019!
Albert Boadella se presenta como presidente imaginario de Tabarnia en el exilio en un vídeo satírico
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Tabarnia es una broma muy seria, en tercer lugar, porque los propios líderes independentistas se verán obligados a responder. Hasta ahora pudieron silenciar la ocurrencia, pero la idea se ha viralizado y ha llegado a la televisión y la radio y la prensa convencional. Si Cataluña tiene derecho a decidir su independencia de España, ¿por qué no puede Tabarnia decidir su independencia de Cataluña? El siempre locuaz Gabriel Rufián, de ERC, ha entrado torpemente al trapo, multiplicando el impacto de las chanzas… En algún canal de televisión ya se han visto debates entre los nuevos portavoces de Tabarnia y los conocidos líderes del independentismo catalán.
El cuarto motivo para tomarse en serio a Tabarnia es que con un poco de imaginación la idea tiene un larguísimo recorrido. Los tabarneses pueden vender camisetas y banderas, llamar a movilizaciones más o menos sarcásticas, iniciar acciones legales y políticas y seguir produciendo materiales e ideas que amarguen fácilmente el procés a los independentistas.
En fin, quinto, Tabarnia debe tomarse en serio porque para sus promotores no es una broma. Sus declaraciones dejan traslucir una muy cierta indignación con lo que pasa en Cataluña. Tienen motivos para pensar que la Generalitat ha tratado de imponer a la mitad de los catalanes iniciativas que sólo tienen el apoyo de la otra mitad. Tabarnia es una manera comprensible, divertida y contagiosa de defender una idea compleja, seria y preocupante: la enorme fractura política entre los catalanes.