En Transición
Teruel existe y quiere entrar en el Congreso
Hace veinte años, algunos turolenses lanzaron una iniciativa que no tardó en encontrar simpatías a caballo entre la melancolía y la incredulidad: Teruel existe. Se unieron a ellos movimientos similares de otras provincias de eso que Sergio del Molino llamó La España Vacía, dando título a uno de sus libros más conocidos. A lo largo de estas dos décadas han organizado más de 40 grandes movilizaciones y alrededor de 250 acciones, la última el pasado viernes. En el manifiesto que leyeron se podía escuchar: "¡Queremos un verdadero Pacto de Estado contra la despoblación, contra la desvertebración territorial de España y contra la creciente desigualdad de oportunidades entre ciudadanos españoles!" Ahora, ante la percepción de que nada cambia, Teruel Existe ha decidido formar una agrupación de electores y presentarse a las próximas elecciones generales el 10 de noviembre.
La agrupación de electores está regulada en nuestro país por la Ley Orgánica de Régimen Electoral. Se trata de asociaciones voluntarias que se constituyen para presentar una candidatura a unas elecciones concretas en circunscripciones determinadas, para lo que deben conseguir las firmas del 1% de los inscritos en el censo electoral de la correspondiente circunscripción. En el caso de Teruel Existe, las aproximadamente 1.100 firmas necesarias fueron presentadas ante la Junta Electoral Provincial hace unos días, y está a punto de conocerse si cumplen con todos los requisitos. Si así fuera, se harán públicos a no mucho tardar los candidatos, las propuestas, etc.
Más allá del resultado que pueda tener esta candidatura en las urnas, llama la atención su salto a la política tras 20 años de movilizaciones. Teruel Existe alberga líderes y militantes de prácticamente todos los partidos de la provincia. Claramente transversal, su reivindicación ha estado centrada en la demanda de inversiones e infraestructuras públicas, en las que ve una condición fundamental para el desarrollo. Su punto de partida: el sentimiento de abandono y, sobre todo, el agravio respecto a otros territorios supuestamente más favorecidos. Consideran que Teruel es la gran olvidada de Madrid, pero también de Zaragoza. No se sienten escuchados, reconocidos ni atendidos por ninguna institución ni partido, y pese a que en estos años han ido recibiendo inversiones públicas, entienden que no son suficientes. Aunque no lo digan con estas palabras, su grito es un "no nos representan". Hace unos días, uno de sus portavoces decía en la Sexta que habían decidido presentar la candidatura tras haber leído en el BOE la aprobación del desbloqueo del corredor Cantábrico–Mediterráneo, mientras ellos no conseguían sus reivindicaciones. No entraré hoy en el fondo del asunto de la despoblación, pero sí en los motivos que llevan a un colectivo con más de veinte años de trabajo en las calles a presentarse a unas elecciones. Es imposible no acordarse de aquél "si quieren hacer política, que se presenten a las elecciones", que se les decía a los indignados del 15M. Y lo hicieron.
Este tipo de iniciativas que surgen en torno a las agrupaciones de electores suelen estar ligadas a reivindicaciones territoriales, con fuerte carácter local, y tienen la fortaleza del sentimiento de agravio y abandono. Se asemejan a eso que en ciencia política se llaman single issues parties; es decir, formaciones que se centran en un único tema alrededor del cual elaboran sus reivindicaciones, aunque en este caso no se trata de una formación política, sino de un movimiento social transmutado en agrupación de electores para concurrir a los comicios. Como ejemplo de single issues parties se suele poner a a los partidos verdes de los 70, pero enseguida evolucionaron, sobre todo en Alemania, hacia formaciones con una visión y un discurso global.
Como era de prever, la reacción de las fuerzas políticas que habrán de competir con esta candidatura turolense no se ha hecho esperar, y entre el silencio tenso de unos y las críticas veladas de otros, muestran su preocupación por las consecuencias que puede tener en la distribución de escaños en una provincia donde se eligen 3 diputados y 4 senadores.
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La candidatura Teruel Existe, si se confirma, tendrá la fuerza que da el agravio, la sensación de abandono y, en última instancia, el victimismo; pero también la debilidad que supone ponerse frente al resto de fuerzas a las que, mucho o poco, restarán apoyos. Si consiguen representación política en el Congreso o en el Senado, sus retos serán múltiples: hacer valer sus reivindicaciones hasta convertirlas en realidad, ser capaces de tomar posición en temas por los que hasta este momento no se han sentido interpelados, articular alianzas a un lado y otro del hemiciclo, etc.
Se trata de un caso interesante de seguimiento y estudio que habrá que seguir de cerca. De momento, ya nos está indicando, al menos, dos cosas. Por un lado, la profunda sensación de olvido y agravio que lleva a un movimiento así a liarse la manta a la cabeza para enfrentarse al resto de formaciones concurriendo a unas elecciones. En la España de hoy no solo las gentes, sino también algunos territorios se sienten desamparados. Y por otro lado, la constatación de que, pese a todo, la política que se hace en las calles sigue teniendo enormes dificultades para entablar una conversación sincera y útil con los habituales representantes electos.
Lo de la despoblación es aún más complejo (si cabe). Está pendiente un análisis en profundidad sobre si la España vacía ha sido vaciada o simplemente se ha vaciado. Y si este último fenómeno es reversible o inevitable. Habrá que volver sobre el tema.