Desde la tramoya
Espinar y la mentira
Hemos sabido, porque él mismo lo ha reconocido, que Ramón Espinar, portavoz de Podemos en el Senado y candidato a dirigir el partido en Madrid:
– Compró una casa cuando tenía 21 años con una entrada de unos 60.000 euros que le prestaron su padre, su madre y su abuela.
– Que siguió pagando luego todas y cada una de las cuotas hasta que la casa se construyó y se escrituró.
– Que el mismo día en que el piso se escrituró, Espinar lo puso a la venta.
– Que lo vendió y obtuvo con la transacción un beneficio neto –al bolsillo, quitando impuestos y gastos– de unos 20.000 euros.
– Que el piso, construido sobre suelo público en Alcobendas, era de una cooperativa de Comisiones Obreras, que reservaba un 15% de la promoción para designaciones a dedo. Espinar no tuvo que pasar, como el 85% de los solicitantes, por el proceso de sorteo habitual en estos casos.
Estos hechos, por sí solos, sorprenden cuando los protagoniza un político que antes ha sido azote de los especuladores, y que se presenta ante la opinión pública, con el resto de su partido, como un representante de la gente frente a los privilegios de la casta. Ramón Espinar, que no vivía en Alcobendas ni estaba censado allí, obtuvo un piso de esos que el sindicato se reserva para dárselos a quien le viene en gana. No puedo afirmar que fuera porque su padre era un político importante del PSOE madrileño, consejero de Caja Madrid, la entidad que financiaba la operación, y amigo del alcalde del municipio. No podemos afirmar que fuera por eso, pero como no nos ha dado ninguna otra causa para estar en ese privilegiado 15%, Espinar nos deja con la duda.
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Tampoco podemos afirmar que sea verdad o mentira que exista una conspiración del Ibex35, el PSOE y el PP, el Grupo Prisa en general, Juan Luis Cebrián y la Cadena Ser en particular, Felipe González, César Alierta y Susana Díaz, contra el pobre Espinar, un simple chavalín estudiante que, como no podía pagarse el piso, lo vendió para inscribirse en un master y comprarse un ordenador portátil nuevo, porque el otro iba muy mal. No podemos afirmar cómo iba el viejo ordenador de Espinar. No tenemos pruebas.
Pero sí puedo afirmar taxativamente que Ramón Espinar mintió ayer a la gente a la que dice representar. Mintió cuando dijo que no podía vender por otro precio. Es falso de toda falsedad y lo sabe muy bien. Si no podía pagar su piso, pudo desistir de la compra dejando paso a otro comprador tan menesteroso como él, o quizá más. Si Espinar hubiera optado por esa solución, se le habría devuelto el dinero aportado íntegro. Pudo también vender al precio mínimo, puesto que la norma pone un precio máximo para la venta, pero no uno mínimo. Él aplicó el máximo, sacándole 20.000 eurillos a la operación, para el máster y para el ordenador.
Espinar mintió. Punto. Está desolado. Es víctima de una conspiración, como lo son todos esos beatíficos representantes del pueblo llano que dirigen Podemos. De acuerdo. Se ha activado la máquina del fango para derrocarlos. Vale. Pero Espinar mintió. Se embolsó 20.000 del ala, especulando con un bien en gran parte financiado con dinero público. Lo hizo con muy buena intención, supongamos. Y el Ibex35, todo él, es malísimo... Pero este miércoles Ramón Espinar nos metió un par de trolas. Y eso no está bien.