Las opciones de Bernie Sanders en la carrera por la nominación demócrata se han disparado tras su rotunda victoria (46,8%) en los caucus de Nevada. Sacó más que la suma de sus tres perseguidores: Joe Biden (20,2), Pete Buttigieg (14,3) y Elisabeth Warren (9,7). Logró la mayoría del voto latino (por decirlo de una manera porque no es un voto monolítico) y de los blancos, tanto de mujeres como de hombres. Es una buena señal para él tras la ajustada victoria en New Hampshire y el empate técnico en Iowa.
La siguiente parada es Carolina del Sur, el sábado. Entra en juego el llamado voto negro (por decirlo también de alguna manera; suelen votar demócrata o quedarse en casa). Es la última baza de Biden, que ya está muerto (políticamente). El ex vicepresidente con Obama durante ocho años presume de tener el voto afroamericano. Está por ver. Las encuestas le sitúan en cabeza en Carolina del Sur pero con Sanders cada vez más cerca.
Si ganara Biden sería el canto del cisne porque el Supermartes (3 de marzo) lo rematará. Ese día votan 14 Estados, entre ellos California y Texas. Están en juego 1.357 delegados de los 3.979 que se reunirán en julio en la convención de Milwaukee. Claves a tener en cuenta:
1.- ¿Cómo será la entrada de Mike Bloomberg, la séptima fortuna del mundo, que ya se ha gastado más de 460 millones de dólares en publicidad, que representa 22 veces más que el siguiente? El establishment demócrata lo ve como una alternativa a su primer “caballo ganador” (Biden). Compite en el sector moderado del partido con Buttigieg y Amy Klobuchar. Bloomberg es el moderado con una agenda más verde. Podría arrastrar votos de republicanos asustados. Tiene poco predicamento fuera de las grandes ciudades.
2.- ¿Se retirará Biden si sale mal del Supermartes? ¿Tendrán esperanzas –y dinero– para continuar en la brecha Buttigieg y Klobuchar? ¿Adónde irán sus votos?
3.- Sanders es la opción más progresista (no se asusten, solo un socialdemócrata europeo). Para la derecha estadounidense, tan echada al monte como la española, representa un peligro, un fasciocomunista en palabras del resucitado Carlos Iturgaiz. En el mismo sector ideológico de Sanders está Elisabeth Warren. También defiende un sistema de sanidad público como el que tenemos en España y en otros países europeos. Una sanidad que no cobre 1.400 dólares por una gripe es un derecho fundamental que atenta contra el negocio de las aseguradoras en EEUU (negocio espurio en el que participan hospitales y unos cuantos médicos).
4.- Otra clave del Supermartes, ¿qué pasará con Warren si no logra buenos resultados? En este tipo de campañas la clave está en el dinero. Se mueve con los que pueden ganar. Fue la gran favorita de la izquierda hasta octubre. Sus votos se han ido a Sanders, que tiene el apoyo de Alexandria Ocasio Cortez (AOC), una de las estrellas emergentes de la política de aquel país. Apunten esta fecha: noviembre de 2022. Podría ir a por el escaño de Chuck Schumer, senador de Nueva York y jefe de la minoría demócrata en la Cámara Alta. No es una noticia, solo una deducción. AOC fue parte del equipo de Sanders en la campaña de 2016. Es la más brillante de los llamados demócratas insurgentes. El establishment los considera muy a la izquierda porque denuncian los abusos del sistema y proponen una revolución verde.
5.- Si Bloomberg no logra una irrupción sobresaliente, como ganar varios Estados, necesita una notable que le permita presentarse como el único rival posible de Sanders, y aunar la mayoría del voto centrista. El candidato que aspire a ganar la Convención de julio debe tener la mitad más uno de los 3.979 delegados. Un posible escenario para Bloomberg es que Sanders no los consiga y que decidan los superdelegados, es decir, el aparato del partido. Esto puede quedar en nada en la madrugada del 4 de marzo. Si Bloomberg no arranca con fuerza, dejaría expedito el camino para Sanders. Es importante lo que en inglés se llama el “momentum”, aprovechar la corriente. Si la gente te ve ganador, arrastras más apoyos. Es la cadena que llevó a Obama a la Casa Blanca. Sanders tiene que demostrar aún que puede lograr el voto afroamericano.
6.- El asunto de fondo es elegir a alguien capaz de derrotar a Donald Trump el 3 de noviembre, que es cuando se celebrarán las elecciones presidenciales. Es absurdo especular hoy si Sanders es la persona adecuada o la más inadecuada. No deja de ser un ejercicio de adivinación. Para derrotar a Trump, los demócratas necesitan un candidato que enamore (Sanders gusta mucho a los jóvenes, pero asusta a la clase media de las ciudades de tamaño medio y la rural), un mensaje convincente y, sobre todo, unidad. En 2016, muchos de los seguidores de Sanders no votaron a Hillary. ¿Votarían hoy a alguien que no sea Sanders? ¿Votará el sector moderado a un progresista? Sean pesimistas y acertarán.
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7.- Sanders tiene en contra a la mayoría de los medios de comunicación. Unos informan de manera parcial o retorcida sobre sus declaraciones; otros, le ignoran. Acaba de hablar de los logros iniciales de la revolución cubana y del apoyo popular que tuvo. Las críticas han sido masivas, casi como las que padece Pedro Sánchez con Cataluña. Algo parecido dijo Obama en su día y nadie se rasgó las vestiduras. Con Sanders no hay matices, solo amor u odio.
8.- Les voy a recomendar dos lecturas, ambas publicadas en The New York Times, un periódico que no se destaca por su simpatía por Sanders, pese a ser judío y originario de Brooklyn. El texto de David Brooks, titulado Why Sanders Will Probably Win the Nomination es excelente. A mi entender explica mejor a Trump que a Sanders. No se puede colocar en la misma balanza la mitología trumpiana basada en las fake news, que afecta sobre todo a los migrantes y a su desordenada política internacional, con la de Sanders, basada en el "Wall Street nos roba". Más allá de esto, es interesante su argumento: Trump ha sido capaz de construir una mitología y que el votante se la crea. No importa lo que haga mientras que el mito siga funcionando. En el caso de Sanders funciona parecido: es el único de los candidatos demócratas que tiene un relato que llega; los demás solo tienen discursos.
El segundo es David Leonhardt, Bernie Sanders is making a big mistake. También es interesante. Sostiene que las elecciones las ganan aquellos que saben conquistar votantes fuera de su territorio ideológico, y pone de ejemplo a Franklin D. Roosevelt, Ronald Reagan, Bill Clinton y Barack Obama. El problema es que añade a la lista a George W. Bush, y a “su conservadurismo compasivo” (¿no será en Irak?) y a Donald Trump. Este último ha logrado movilizar a un votante blanco enfadado que antes se abstenía. Es bueno leer a personas con las que no estamos de acuerdo. Aportan ideas y argumentos que nos ayudan a leer mejor la realidad. La militancia cerrada, la religión y los nacionalismos son nubes no siempre pasajeras en el entendimiento. Feliz Supermartes (si antes no nos mata la histeria del coronavirus).