Vamos a marcarnos un (Jesús) Maraña para explicar la foto fija del Brexit. Un Maraña divide un asunto intrincado en puntos que ayudan a su comprensión. Antes, un poco de autobombo. El 12 de julio de este año publiqué un texto titulado Del ‘Brexit’ al ‘Breshit’. No recuerdo cuál de los llamados tabloides (sensacionalistas) británicos empleó estos días la palabra Breshit en su titular. Un copión, sin duda. Se trata de un juego de palabras, bastante británico, por cierto, entre Brexit (British Exit, salida del Reino Unido de la UE) y Shit, que significa mierda. Un Breshit sería un Brexit de mierda, que es donde estamos.
1) La UE y el Reino Unido (Inglaterra, Escocia, País de Gales e Irlanda del Norte) alcanzaron el 14 de noviembre un acuerdo sobre el Brexit. Lo llamaron acuerdo técnico. Se trata de un borrador de la hoja de ruta a seguir después de que el 29 de marzo se produzca la salida efectiva. Esa ruta de desconexión paulatina y organizada termina el último día de diciembre de 2020, pero ya se habla de prolongarlo hasta dos años más. El borrador de acuerdo ocupa 585 páginas. Si tiene un interés especial en leerlo, este es el enlace en inglés. Se trata de una gran obra de ingeniería diplomática que sortea uno de los grandes escollos de este proceso de divorcio: la frontera irlandesa. No habrá una barrera física entre las dos Irlandas.
2) Al día siguiente de anunciarse, la primera ministra británica, Theresa May, sobrevivió a un doble envite. Logró la aprobación de su Gobierno al borrador, pese a la dimisión de algunos ministros, entre ellos la del responsable del Brexit, y salió entera de un durísimo debate en los Comunes. Los ataques más descarnados procedían de los diputados de su partido, el Conservador. Dada la celeridad con la que celebró el debate parlamentario, al día siguiente del anuncio del acuerdo, resultaba imposible que los escandalizados críticos se hubieran leído una parte sustancial de las 585 páginas. Pero en política no cuenta el conocimiento, ni los hechos, solo sirve el teatro de la apariencia. Cada gesto estaba dirigido a su respectiva claque, y en el asunto del Breshit, los tories están convencidos de que estar indignado, vende. Les pasa como al PP en España.
3) Este domingo se reúne en Bruselas el Consejo Europeo, es decir los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 países miembros (descontado ya el Reino Unido). Es una reunión en la que el teatro será esencial, una de las especialidades de la UE. En el guión está escrito: aparentar unidad, algo que hasta este momento se ha conseguido. Se busca oficializar el apoyo a un texto que ya está aprobado por la Comisión Europea.
4) En ese punto narrativo, el presidente del Gobierno español Pedro Sánchez y su ministro de Exteriores, Josep Borrell, van a representar en Bruselas su enfado por cómo ha quedado el asunto de Gibraltar en el borrador. Sánchez quiere que en el documento quede claro que España deberá dar su consentimiento a cualquier negociación sobre el Peñón, que no quede en un asunto bilateral entre Londres y Bruselas. Pedro Sánchez ya se encuentra en precampaña electoral, pero aún no sabe para qué elección. Las campañas electorales son el summum de la teatralidad y la impostura. La queja española no es un asunto baladí: el texto del acuerdo con el Reino Unido requiere al apoyo unánime de los 27.
5) Aunque en algún momento todo parezca a punto de descarrilar es necesario tener en cuenta que la UE es experta también en alcanzar acuerdos en el último segundo, y que el Reino Unido siempre ha presumido, con motivo, de tener un gran servicio diplomático. Que no nos distraigan los gestos y palabras melodramáticas. Hay demasiado en juego.
6) El siguiente escollo será la aprobación del borrador por parte del Parlamento británico, previsto el 18 de diciembre. Por lo escuchado en Westminster en el debate posterior al anuncio del acuerdo de un borrador, solo siete diputados apoyaron a May. No se alarmen, es el juego de mantener la distancia. Antes es necesario saber quién va a ganar para tener claro con quién hay que estar. Es política, y es la esencia de la condición humana. Winston Churchill decía que “en política un día es un año y un año, una eternidad”. No sé si esta cita es suya, pero al menos es inteligente. El borrador pactado podría aprobarse con varias enmiendas y regresar a la mesa de negociaciones con Bruselas. Es lo que quieren los cinco ministros pro Brexit que se han quedado en el Gabinete, entre ellos Michel Gowe, uno de los protagonistas de las mentiras de la campaña del primer referéndum. No sería ilógico si hablamos de un borrador, a no ser que expresiones “acuerdo técnico” y “borrador” sean a su vez parte del teatro, como si tratara de restar importancia a lo pactado. Una forma de colársela a los eurofóbicos. Veremos qué sucede.
7) Tenemos cinco bandos: A) los eurofóbicos capitaneados por Boris Johnson y el diputado Jakob Reed-Mogg; B) los brexiters medios que quieren un Brexit, pero no un suicidio; C) Los cobardes que no saben qué decir, entre ellos destaca el líder laborista, Jeremy Corbyn; D) Los que quieren salir de una parte de la UE pero quedarse en lo esencial, como el Mercado Único y una Unión Aduanera; es lo que pide el conservador Kenneth Clarke, una de las voces más respetadas en el Reino Unido y E) los que propugnan un segundo referéndum con la aviesa intención de quedarse.
8) El bando D podría traducirse de esta manera: un hijo exige independencia, irse de casa de los padres porque está harto, pero quiere ir a comer (gratis, claro) los martes, jueves y domingos, y que le laven y planchen la ropa y, en el caso de tener hijos, perros o gatos, canguro gratis asegurado. A veces funciona; en política, menos.
9) Antes de la reunión del Parlamento del 18 de diciembre podría haber un voto de (des)confianza que derribara a May. El procedimiento en el Partido Conservador es el siguiente. Un 15% de los diputados deben solicitar mediante una carta individual al jefe del grupo la celebración de ese voto. Al ser 317, el 15% son 48. Reed-Mogg dice haber mandado ya su petición. Este destacado diputado eurófobo cuenta con 50 fieles, pero en este asunto le siguen poco más de 20. El presidente del grupo parlamentario dice que muchos de los diputados que anuncian haber mandado la carta no lo han hecho. Llevan meses con este juego de amenazas. Más impostura sobre el escenario. Les frenan tres asuntos: que es más que probable que May ganara ese voto de confianza, que para ella podría ser un balón de oxígeno; que nadie quiere asumir el marrón de cerrar el Brexit y porque no podrían volver a utilizarlo en un año.
10) May ha demostrado ser una extraordinaria fajadora. Ha aguantado todo tipo de ataques y menosprecios de los machos alfa de su muy macho alfa Partido Conservador. No es brillante, pero tiene valentía. Cree en su misión: evitar que su país se tire por los acantilados blancos de Dover. Le han acusado de ser poco menos que una infiltrada, partidaria de permanecer en la UE (lo era antes del referéndum del 23 de junio de 2016). May trata de lidiar entre dos fuerzas, los impulsores del Brexit que ganaron el referéndum por más de un millón doscientos mil votos, 51,9 frente a un 48,1%, con una participación del 71,8%, y los que desean seguir en la UE pese a la derrota en esa consulta. Argumentan que los británicos no votaron con todos los hechos sobre la mesa.
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11) Hay tres opciones: un Brexit de explosión controladaBrexit, como el que se propone en el borrador; un Brexit duro,Brexit sin acuerdo alguno (acantilados de Dover), y un nuevo referéndum sobre el pacto o no pacto final. May ha rechazado la última posibilidad tantas veces que no resulta creíble un cambio de opinión. Los británicos suelen ser gente seria en estas cosas. Para que llegáramos a un nuevo referéndum tendría que caer May, bien mediante destitución, dimisión o elecciones, y que el acuerdo de un Brexit suave fuera imposible. Muchos laboristas reclaman a Corbyn una apuesta decidida por el referéndum. Pero Corbyn no está pensando en la UE ni en el Reino Unido, solo piensa en Downing Street. Si May fracasa en el voto del 18 de diciembre en Westminster podría convocar elecciones anticipadas. En ese escenario, Corbyn teme la reacción de su electorado si se pasa al bando pro segundo referéndum, que es en el que debería estar por principios y valores.
12) En un hipotético segundo referéndum, los británicos podrían votar desde la razón y desde los hechos, dejando atrás sentimientos y mentiras patrióticas. Ahora ya saben qué está en juego y pueden intuir cuáles serían las consecuencias de un no acuerdo. Hay que recordar que en el primer referéndum un 62% de los escoceses y un 55,8% de los norirlandeses votó seguir en la UE. Puede estar en juego el futuro del mismo Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Post Data: este texto no habla de Cataluña entre líneas. God Save the Queen.