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En busca de un modelo para decir adiós

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Si está contando los días y las horas que faltan para el 1 de octubre, o es de los optimistas que esperan algún tipo de milagro el día 2, es posible que sufra una decepción mayúscula. Esto no ha hecho más que empezar. Hablamos de Cataluña, claro. Desconozco si las partes enfrentadas, llamémosles constitucionalistas y soberanistas, tienen una estrategia, un plan a largo plazo, o improvisan sobre la marcha como hizo el soviético Mijaíl Gorbachov antes del desplome de la URSS. Los soberanistas han logrado, de momento, dos éxitos: que políticos, periodistas, economistas y tertulianos den por hecho que existe la posibilidad real de una Cataluña independiente, y que una consulta pactada con garantías parezca la única salida razonable. Desconozco si hemos llegado a este punto por destreza o casualidad.

El bando constitucionalista se aferra a una Carta Magna elevada a verdad revelada y, por lo tanto, inmutable. Todo aquel que lo ponga en duda es un separatista, un rompe-España y un populista. Frente a una huida hacia delante, doble freno de mano. Se dispara contra Podemos e IU y (algo menos) contra Ada Colau y los comunes. Alguien se ha dado cuenta en La Moncloa de que la alcaldesa de Barcelona representa la única baza para romper los frentes estáticos.

Colau y Podemos defienden un referéndum pactado, como el escocés. Si hubiera unas nuevas elecciones anticipadas en Cataluña, los comunes son la baza que puede impedir una reedición de la actual mayoría absoluta. También lo es el PSC que maneja la idea de dos referendos, uno en toda España para votar unos hipotéticos cambios constitucionales y en el caso de que salga no en Cataluña, otro específico en ese territorio pero sin ahondar todavía en muchos detalles.

No habrá una independencia automática de Cataluña el día 2, aunque se declare. Carecen del apoyo internacional necesario para defender la legitimidad de la medida. No hay ninguna potencia detrás más allá de Julian Assange (que juega en el equipo de Vladimir Putin). Puede haber lío, desobediencia, ocupación de calles y edificios. O nada. Es una partida larga. Este el es marco de juego y los antecedentes.

Comisión de Venecia

Se trata de un órgano consultivo del Consejo de Europa formado por expertos en Derecho Constitucional. Se le considera el oráculo en procesos de secesión desde que el 2006 publicó su Código de buenas prácticas sobre referendos. El que pretende celebrar la Generalitat no cumple con sus recomendaciones, más allá de las interpretaciones que se quieran hacer sobre el punto siete.

Si el referendo no lo permiten las leyes del país y no hay un acuerdo entre el Gobierno central y la entidad que pretende separarse, la consulta es ilegal. Y ese será el criterio que seguirán la inmensa mayoría de los países en el momento de decidir si reconocen o no la declaración unilateral de independencia. Después están las condiciones de la consulta. La del día 1 no cumple ninguna.

Québec

La región francófona de Canadá celebró dos referendos de independencia, uno en 1980 y otro en 1995. En ambos ganaron los partidarios de la permanencia. En 1980 los independentistas lograron el 40,5%. Perdieron por 700.000 votos. En el segundo, su derrota fue muy estrecha, solo por 50.000.

La diferencia entre ambas consultas fue la movilización del voto joven. Aunque los centennials (los menores de 18 años) no parecen hoy tan interesados, sus prioridades son otras, la posibilidad de un tercer referéndum no ha desaparecido.

Lo más interesante del caso canadiense es que su Tribunal Supremo determinó en 1998 que si una parte del país desea separarse debería convocarse un referéndum pactado con el Gobierno central y ser autorizado por el Parlamento federal. El Constitucional español no ha cerrado la vía a este tipo de solución.

Escocia

El Reino Unido y Escocia pactaron un referéndum que se celebró el 18 de septiembre de 2014. La pregunta era: “¿Debería Escocia ser un país independiente?”. Bastaba la mayoría simple, la mitad más uno. Los escoceses no residentes en Escocia no tenían derecho a voto. Las reglas estaban claras, hubo campaña por ambos bandos. Ganó el no a la independencia: 55,3% frente a 44,7.no La participación fue del 84,6%.

La opción de un segundo referéndum está sobre la mesa con la excusa del Brexit: si el Reino Unido se va de la UE, Escocia querría votar si desea salirse también o quedarse en la UE. El 62% de los escoceses votó contra el Brexit.

Londres ha anunciado que rechaza un nuevo referéndum. La situación provocaría un choque constitucional. La UE ha adelantado que no aceptaría el plan escocés: salirse del Reino Unido para seguir en la UE. Saldría también y una vez resuelto su vínculo con Londres podría ponerse a la cola de nuevas admisiones.

Kosovo

Es un caso especial: la última pieza del desmembramiento de la antigua Yugoslavia. La Corte Internacional de Justicia estableció en una sentencia aprobada por 14-4 que la independencia kosovar no violaba la legislación internacional, ya que la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU había suspendido la soberanía serbia sobre el territorio debido a las graves violaciones de derechos humanos. Kosovo pasó a estar bajo administración internacional. La independencia se produjo desde esta segunda autoridad, no desde Serbia.

Tras el asesinato del primer ministro reformista serbio Zoran Djindjic, en 2003, poco antes de la invasión de Irak, el país regresó a manos nacionalistas. La Serbia de Slobodan Milosevic lanzó una guerra contra la mayoría albanokosovar de Kosovo en 1998 con el fin de expulsarla. Las violaciones de los derechos humanos fueron constantes. La comunidad internacional no supo cómo resolver este asunto durante cerca de 10 años. Pedir a Kosovo que regresara a Serbia era como pedir a una mujer que volviera a la casa de su maltratador por el bien de los  vecinos del edificio. Kosovo se independizó el 17 de febrero de 2008. Hoy es un Estado fallido.

Montenegro

La penúltima pieza en caer del mapa yugoslavo. No fue necesaria una guerra porque hubo un acuerdo. La UE, y en concreto Javier Solana, pilotaron el referéndum de 2004. Las condiciones eran: una participación mínima del 50% (llegó casi al 90%) y una victoria del por el 55%, es decir con una mayoría reforzada. Ganó el con casi el 56% frente al 44% que prefería mantener la unión con Serbia.

Checos y eslovacos

Después de la Revolución de terciopelo, checos y eslovacos, una unión impuesta tras la caída del imperio austrohúngaro, optaron por separarse. Fue un divorcio amistoso. Otros prefieren decir, que Praga se quitó de en medio a su hermanastro pobre para seguir en solitario. ¿Hay algún paralelismo que pueda servir a Cataluña? Este enlace explora la respuesta.

Los bálticos

El dinosaurio sigue ahí

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Lograron sus independencias sin acuerdos y sin guerra. Antes se tuvo que hundir el imperio soviético. Contaron con el apoyo de Occidente. La URSS se anexionó Lituania, Estonia y Letonia en junio de 1940 alejándolas de la tradición europea a la que habían pertenecido. Putin no las da por perdidas. Está en juego una importante salida al mar.

Los países cambian, nacen y mueren los imperios. El problema es cuándo debemos parar el mapa.

 

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