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La cultura de los orcos

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Ramón Lobo

La canciller federal alemana Angela Merkel, lideresa de un partido conservador, ha anunciado que el Estado invertirá 4.000 millones de euros en seis años en mejorar su sanidad pública. Es una apuesta de presente y futuro, ahora que llega la segunda ola del covid. Aún no disponemos de datos inequívocos de si será más fuerte, similar o más suave que la primera. Tampoco si amainará en la primavera de 2021, como sostienen Bill Gates y la OMS. Utilizan la referencia de la gran pandemia de 1918, que tras un primer año demoledor, mejoró en 1919 en los países ricos y desapareció en 1920.

“No sabemos aún cómo se comporta este virus que muta tanto”, me informa por WhatsApp el doctor Daniel López Acuña, que fuera director de asistencia sanitaria en situaciones de crisis de la OMS. “Tampoco conocemos mucho de su variación estacional. El perfil epidemiológico de los contagios es diferente ahora porque afecta a personas más jóvenes. En las próximas semanas afectará también a mayores. Este otoño e invierno sabremos más sobre él, a qué juega y cómo juega”. López Acuña deposita sus esperanzas de victoria en la existencia de una vacuna efectiva”.

Pese a que el covid-19 sigue siendo un desconocido, hemos aprendido mucho en los hospitales. Personas que fallecieron en marzo y abril habrían podido salvarse hoy. El problema sigue siendo el mismo: el límite de capacidad de las UCI. Lo sabe Merkel, que es científica de formación y no un abogado exprés o un máster en Harwaravaca como otros.

La primera ola desnudó nuestras debilidades industriales y sanitarias (en unos países más que en otros). Alemania era, y es, de los mejor preparados. Tiene un ratio de UCI de 33,9 por 100.000 habitantes, uno de las mejores del mundo, frente al 9,7 por 100.000 de EspañaEspaña. Pese a ello, Merkel siente la necesidad de invertir 4.000 millones más antes de 2026. Piensa en las futuras generaciones. Fortalecer la Sanidad Pública es la salida para garantizar la seguridad de todos los ciudadanos, sea cual sea su situación económica. La igualdad de derechos es la base de la democracia.

¿Qué hacemos en España? Aquí tenemos el modelo de Isabel Díaz Ayuso, que es el que Pablo Casado ha anunciado como un anticipo del suyo para toda España: no hacer nada, incumplir sus compromisos con el número de rastreadores, pese a que fueron la condición para pasar de fase, mentir de palabra y obra, y privatizar servicios a dedo, como las pruebas de PCR a los profesores. Un partido que arrastra el historial de corrupción del PP en Madrid no debería actuar sin el escrutinio de la Asamblea. No existe transparencia, y cuando las afirmaciones de Ayuso o de su consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, contradicen sus datos oficiales, se alteran los datos y acabado el problema. ¿Esto no es un delito? Ya sucedió con los contratos de Room Mate de quita y pon. Aún seguimos sin saber qué bolsillo pagó su estancia en un apartotel del empresario Enrique Sarasola.

El PP es un partido emparentado de palabra con la CDU de Merkel. Se dicen conservadores y defensores de los mismos valores. La diferencia esencial entre España y Alemania es que aquí ganaron la guerra los amigos de Adolfo Hitler, y allá perdieron la Guerra Mundial. La victoria y la derrota generan éticas y narrativas diferentes. Es lo que nos diferencia de Portugal: allá triunfó la revolución del 25 de abril, los echaron del poder. Aquí son los hijos y nietos de los mismos que lo mantuvieron a sangre y fuego durante 40 años. La derecha gaullista francesa, que se encuentra un tanto desnortada en estos tiempos, luchó contra los nazis. Además de la resistencia comunista hubo otra del general De Gaulle (aunque menos numerosa de lo que afirma la propaganda). Son diferencias de denominación de origen.

El gobierno de Mariano Rajoy invirtió más del doble de la cantidad que la canciller alemana va a destinar a su Sanidad Pública (9.000 millones de euros) en rescatar las dos cajas de ahorros gallegas que, tras sanearse, se entregaron por 1.003 millones de euros a un empresario venezolano amigo. Así se esfumaron 8.000 millones de euros de nuestros impuestos. ¿Faltan sanitarios en España? ¿Están saturadas las atenciones primarias? Perdimos una oportunidad de inversión preventiva.

Bajo el gobierno de Pedro Sánchez se va a permitir una operación financiera que conllevará la pérdida del 87% de 22.424 millones de euros del rescate de Bankia, decidido por el PP en su día. En este caso es cinco veces más de lo que Merkel dedicará a la salud de los alemanes. Entre unos y otros son más de 26.000 millones dedicados a premiar a los crupieres del casino.

¿Por qué los bancos y cajas no devuelven el dinero con intereses? Si sumamos todas las cajas de ahorros manirrotas, la cifra se eleva a 42.561 millones de euros. No se salvan las baronías autonómicas de los dos grandes partidos que usaron las cajas para sus batallas y sueños de grandeza.

Toda persona que les solicita un crédito hipotecario debe devolverlo. Si falla en varios pagos de la mensualidad le quitan la casa mientras permanece la deuda. Es un caso único en Europa, además de Malta. La dación por pago (la cancelación de la deuda con la entrega del bien hipotecado) es de justicia. Lo contrario es un abuso, un robo legalizado.

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Si la valoración de la casa no fue correcta es un problema del banco, no del ciudadano que no puede pagar. El gobierno de coalición presidido por Sánchez no ha suprimido este abuso. El Banco de España tan experto en defender los intereses del sector, tampoco. Dicen que dañaría a la banca en un momento delicado. Por la misma razón no se debería detener a estafadores porque hundiríamos su negocio.

Devolver los rescates no es una petición radical. Se ha hecho en EE.UU. y Holanda. ING recibió, en la crisis de 2008, un préstamo del Estado de 10.000 millones de euros. Devolvió antes de lo pactado 11.300, los 10.000 más intereses. No apliquemos un nacionalismo de pandereta cuando criticamos las exigencias y condiciones del primer ministro de Holanda antes de regalar dinero a España.

Con estos actores y precedentes no esperen que el dinero europeo sirva para reindustrializar España, reforzar la Sanidad Pública u otros servicios esenciales. Perdimos el tren de la modernidad al inicio del siglo XIX con el zote de Fernando VII, lo perdimos de nuevo en el siglo XX con la Guerra Civil y la dictadura y lo vamos perder en el XXI. Será la merienda de los orcos sin luz ni taquígrafos. Siempre nos quedará Bruce Springsteen.

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