Muros sin Fronteras
Manual de supervivencia para 2019
Nos viene encima un año presuntamente mega-electoral. Muchos analistas apuntan a que tendremos una super fiesta de la democracia el 26 de mayo con urnas municipales, autonómicas (menos Andalucía, País Vasco, Cataluña y Galicia), europeas y generales. Pedro Sánchez y sus asesores estarán analizando las tripas de cada encuesta (espero que no sean las de Tezanos del CIS), para decidir cuál es la mejor fecha, o la menos mala.
Hay tres condicionantes: el juicio a los políticos catalanes, los Presupuestos Generales del Estado y la aparición de Vox. ¿Qué es mejor para minimizar el impacto de Andalucía? ¿Esperar a que se forme un efecto en decenas de ayuntamientos y comunidades?
El primer y último condicionante están unidos, y lo estarán más. Ya anda Susana Díaz moviéndole la silla al actual presidente del Gobierno, secundada por dos de los barones del golpe del comité en octubre de 2016, el castellano-manchego Emiliano García-Page y el de Aragón, Javier Lambán. Los demás esperan a ver cómo vienen dadas. No le basta a Díaz haber hundido a su partido en Andalucía. Su lectura debe ser que todo fue culpa de Sánchez. Y por supuesto, no dimite.
Podemos aún tiene cinco meses por delante para seguir con sus peleas internas, a las que se suman las de IU entre Gaspar Llamazares y Alberto Garzón. O para colocar más palos en las ruedas de Manuela Carmena, quien después de haber dirigido un kindergarten --en el que muchos jóvenes activistas han crecido como servidores públicos, pero otros no--, quiere tener un equipo de confianza. Está en juego Madrid.
Confundir los ayuntamientos, en los que los candidatos y sus propuestas son esenciales, con la política nacional es uno de los problemas de la democracia española. No se hablará de los carriles-bici o de Vallecas y los demás barrios del sur, se hablará de Cataluña.
El PP de Madrid, que aún no ha pedido perdón a sus convecinos ni devuelto el dinero de la Gürtel, Púnica, Lezo, Fundescam y un larguísimo etcétera de casos de corrupción, sí hablará de calle, del Madrid Central, convertido en un gulag de la política municipal de Podemos. Así llevan desde Galileo Galilei, negando cada avance, cada evidencia científica. Quieren un país en el XIX.
En política internacional tendremos dos momentos claves:
- El maldito Brexit. Primero enero, cuando el Parlamento británico vote el acuerdo alcanzado con la UE para la desconexión, prevista el 29 de marzo; después la salida misma, que no den por segura porque aún pueden pasar muchas cosas: suspender el Brexit (la justicia europea ha dictaminado que Londres tiene ese derecho), parar el reloj, que es algo muy frecuente en la UE, o que el gobierno resultante de unas eventuales elecciones anticipadas convoque un segundo referéndum.
- El informe del fiscal especial Robert Mueller sobre Donald Trump. Empezó como una investigación sobre la pista rusa, si el Kremlin había actuado conchabado con el equipo de Trump para perjudicar a Hillary Clinton, pero ahora incluye obstrucción a la justicia y las finanzas del propio Trump. Si hubiera delito probado, sería público.
Este mes asume competencias el nuevo Congreso, cuya cámara baja está dominada por los demócratas, no así el Senado. Para un impeachment (proceso de destitución) deben darse dos factores: que el informe de Mueller sea demoledor y que un buen número de republicanos decida no unir su suerte a la de Trump (vuelve a haber elecciones en noviembre de 2020, y esta vez incluyen la Casa Blanca). Todo lo que rodea a Trump es tóxico e imprevisible.
Será también un año, más bien al final, en el que empezaremos a ver quiénes se van a postular a la presidencia en las primarias de los partidos, que arrancarán en enero de 2020. Ya se ha anunciado la senadora Elisabeth Warren. Insisto en un nombre por los demócratas: Beto O’Rourke.
Sugerencias de supervivencia para un año cargadito:
Dos series de televisión obligatorias
- Juego de tronos (a ver si el jefe de los caminantes blancos es español y de extrema derecha) en su octava y presunta última temporada.
- El cuento de la criada, en su tercera. La serie nace de una novela de Margaret Atwood en la que dibuja el mundo horrible al que nos dirigimos sin darnos cuenta. La primera temporada se basó en el libro publicado en 1985. La segunda y tercera, no. Atwood está escribiendo una segunda parte de su texto. La indumentaria de las criadas se ha convertido en una forma de protesta.
Una película
Blade Runner. Hemos llegado a su futurista 2019. Los coches aún no vuelan, pero replicantes tenemos un montón. Esperen a noviembre.
Dos libros que son cinco
- Una lección olvidada. Viajes por la historia de Europa (Tusquets), de Guillermo Altares. Se trata de un apasionante y ameno recorrido por la historia europea desde las cavernas a los Balcanes, un continente construido en batallas, odios y amores, y mezcla de razas y culturas. Es un libro esencial en estos tiempos de zozobra, casi un manual de supervivencia en sí mismo.
- Una tumba para Boris Davidovich (Acantilado) de Danilo Kis. Ya lo he recomendado otras veces: se sitúa en un país comunista que no es Yugoslavia, pero Tito se lo tomó muy mal, como si fuera con él. Sirve para cualquier dictadura: el proceso de destrucción de una persona en un mundo sin aire ni libertad. Pueden completar con Un día en la vida de Ivan DesinovichIvanDesinovich de Alexander Solzhenitsin y Todo lo que tengo lo llevo conmigo de Herta Müller. Los tres tratan de lo mismo: la bestialidad del hombre. No importan las ideologías, es la sensación de impunidad lo que atrae a los psicópatas.
Tres canciones
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Un lema
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