Muros sin Fronteras

La 'merdé' siria

Soldados kurdos iraquíes distribuyen comida a refugiados sirios en el campamento Kawergost de Arbil (Iraq), el pasado 23 de agosto.

Tenemos dos noticias: una mala, otra buena. La buena es que el régimen sirio ha comenzado a entregar parte de sus armas químicas, como se acordó hace meses. Era el precio fijado para evitar un bombardeo de EEUU tras el ataque de agosto contra la población civil que causó 1.400 muertos, según la ONU.

La mala es que el grupo Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS), que domina el escenario sirio, combate también en Irak, donde ha tomado el control de una parte de Ramadi y Faluya, en la provincia de Anbar. Faluya fue la capital de su reino de terror en 2003 y 2004, antes de que los marines tomaran esta ciudad situada a 69 kilómetros al oeste de Bagdad.  

 

La acción del ISIS cuenta con el apoyo de algunas tribus suníes hartas del sectarismo del Gobierno chií del primer ministro de Irak Nuri al Maliki. Esas tribus apoyaron en 2003 a Abu Musab al Zarqaui, el creador de la Unión para el Tawhid y la Yihad (el precedente del ISIS). Su grupo cometió los atentados más sangrientos. Fueron tantos los excesos contra la población civil que las mismas tribus crearon las milicias de autodefensa del Despertar para defenderse.

El general estadounidense David Petraeus aprovechó esta fractura en febrero de 2007. Organizó y armó a ese Despertar para que dejaran de atentar contra los soldados norteamericanos y lucharan en cambio contra Al Qaeda. Muchos de esos milicianos 'reeducados' están otra vez en armas contra Bagdad y junto a Al Qaeda, como en 2003. Son los errores de Maliki los que han provocado la nueva rebelión suní en Irak. EEUU tiene un problema.

Volvamos a Siria. El único que se mantiene en su sitio en la complicada geografía política de la zona es el régimen de Bachar el Asad. En frente, en el bando rebelde, se libra una guerra dentro de la guerra de final incierto y desarrollo peligroso para los civiles sirios y para los secuestrados occidentales. Es un gallinero de grupos islamistas, salafistas y alqaeda-adictos armados hasta los dientes. Mucha bala, poco cerebro. Con tanto miliciano blandiendo la bandera negra de Al Qaeda corremos el riesgo de pensar que el bueno es Asad. Sería un error grave. En esta guerra, como en todas, solo hay hijos de puta y víctimas.

Fue esa merdé de grupos radicales lo que evitó el bombardeo estadounidense contra Asad. ¿Cuáles eran los aliados de Obama en Siria? ¿Qué grupo rebelde, si el FSA había sido superado por otros más radicales? ¿Iba a favorecer EEUU a Al Qaeda en Siria? EEUU, Occidente, aún no saben quiénes son los suyos. Los suyos deberían ser los refugiados y desplazados, los civiles que padecen esa ensalada de siglas y bandos que dicen pelear en su nombre.

Occidente ha jugado varias cartas y todas equivocadas. Primero alentó la primavera siria como si un régimen tan criminal pudiera ser depuesto con protestas. Después armó a un grupo insurgente, el Ejército de Siria Libre (FSA en sus siglas en inglés), en el que participaban la oposición más activa, jóvenes que se hicieron con armas en los asaltos a los cuarteles provinciales y desertores de las Fuerzas Armadas. Las armas enviadas para combatir a El Asad fueron insuficientes; faltó armamento pesado para hacer frente a la artillería y a los carros de combate del régimen.

Filtran fotografías que demostrarían crímenes de guerra del Gobierno sirio

Filtran fotografías que demostrarían crímenes de guerra del Gobierno sirio

El dinero saudí, primero, y el de las monarquías del Golfo empezaron a alimentar a los rivales del FSA dentro de las filas rebeldes. El nacimiento del Frente Al Nursa, que se declara partidario de Al Qaeda aunque se niega a fusionarse con los extranjeros del ISIS, es parte de ese fenómeno. En los últimos meses el grupo de mayor crecimiento es salafí. Tiene dinero de Qatar y Kuwait. Se llama Ahrar al Sham (los Hombres Libres de Siria). Propugnan un Estado Islámico. Están cerca de los Hermanos Musulmanes en su forma de actuar: guerrean y crean infraestructuras, escuelas y hospitales, son el Estado donde el Estado falla. Todos estos grupos –FSA, Al Nursa y Ahrar al Sham– se han unido en los últimos días para expulsar al ISIS de Siria. Delante de ese enjambre, Asad, el enemigo común.

En esta guerra de Siria se ha producido un cambio de alianzas. Arabia Saudí, que ha sido y es aliado de EEUU en muchos frentes (sobre todo el petrolero), apoya a los grupos más radicales. El wahabismo saudí es de hecho una visión rigorista del islam que prohíbe conducir a la mujer. EEUU está ahora, tácticamente, más cerca de Asad y de su patrocinador Irán. Veremos cómo cuadra ese círculo con Irak y sobre todo con Israel.

John Kerry trata de impulsar un proceso de paz entre Israel y los palestinos. Una de las exigencias israelíes, que no dejan de construir colonias en los territorios ocupados, es que los palestinos reconozcan Israel como un Estado Judío. Juan Cole sostiene en su Informed Comment que eso sería como pedir que se reconozca a EEUU como Estado blanco, como la raza o la religión fueran elementos nacionales. ¿Caben en un Estado judío el millón árabes-israelíes? ¡Y después hablamos del Estado teocrático de Irán!

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