Algo se mueve bajo Donald Trump

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Los demócratas han ganado, tras un dramático recuento, el escaño al Senado de Arizona. Es la primera vez que vencen en este Estado desde 1976. Es un dato importante, más allá del equilibrio en la Cámara Alta. Se trata de una nueva señal de que es posible derrotar a Trump en las presidenciales de 2020. Los demócratas solo necesitan un buen candidato capaz de ilusionar a los jóvenes, las mujeres y las minorías, la coalición que llevó a Barack Obama en volandas a la Casa Blanca.

Falta por conocer el resultado del doble recuento de Florida. Están en juego otro escaño del Senado y el puesto de gobernador. En el primero, las diferencias son de 15.000 votos. La tradición de los recuentos en este Estado es que no suelen alterar el primer resultado. Todo se mueve en décimas.

En 2020 podrían votar hasta 1,4 millones de ex reclusos y reclusos en libertad condicional, a los que han devuelto el derecho de voto, una cifra que podría decantar este Estado clave en la carrera presidencial a favor de los demócratas. La devolución del derecho de voto se logró a través de un referéndum. Para que tuviera validez necesitaba superar el 60% de apoyos. Lo logró. La medida afecta a todos los casos menos a aquellos en que medie un delito sexual o de sangre. Muchos son robos, pero también devolverá el voto a los delincuentes económicos que no suelen votar demócrata.

El presidente ha denunciado sin presentar una sola prueba un fraude en Arizona y Florida; se entiende que el fraude se produce en los recuentos. El gobernador saliente en Florida y aspirante al escaño del Senado, Rick Scott, un negacionista del cambio climático y defensor de las armas de fuego, ha tratado sin éxito de judicializar el recuento.

Donald Trump es uno de los presidentes más divisivos. No se puede escribir "el más" porque alguien nos podría recordar con razón a Richard Nixon, el caso más parecido, más allá del impeachment. Trump lleva en la sangre esa capacidad de dividir: los que me quieren y los otros; los que me critican y los otros. El mundo desde el prisma de un yo enorme.

Tiene motivos para la preocupación. Comenté en un artículo en El Periódico de Cataluña la importancia del cambio en el voto suburbano (los barrios de las ciudades), que hasta ahora favorecía ligeramente a los republicanos. Trump ganó a Hillary Clinton por un 4%. Partimos de que el voto urbano es demócrata y el rural, republicano. En estos segmentos no se aprecian cambios. En las elecciones del pasado martes, los demócratas se han impuesto por 10 puntos en el voto suburbano. Hay una tendencia, que si se mantiene podría ser importante en 2020.

La clave en este cambio han sido las mujeres casadas, según explicó Adele Malpass en el artículo titulado Exit Polls Show Suburbs as Likely 2020 Battlefield. El 50% del electorado es suburbano, pero recuerden que la presidencia de EEUU no se gana en el voto directo de los ciudadanos, sino a través de un colegio electoral de 538 electores divididos entre los Estados según su población. Para ganar es necesario sumar 270 compromisarios.

El que más tiene es California (55), que siempre vota demócrata. Le siguen Texas (38), Nueva York (29), Pensilvania (20), Florida e Illinois (20) y Ohio (18). Lo esencial es vencer en los Estados con más delegados. Es lo que hizo Trump en 2016. Por eso es presidente pese a que Hillary Clinton obtuvo más votos en el cómputo nacional.

Partimos de la base de que ambos partidos tienen seguros unos Estados y que la lucha se concentrará en 11 o 12 cuyo voto presidencial varía según las circunstancias y los candidatos. Lo ocurrido en el escaño del Senado de Arizona (11 miembros del colegio electoral; considerado hasta ahora republicano seguro), abre la posibilidad a sorpresas en el mapa de los considerados Estados seguros. No descarten a Trump porque su base sigue intacta; solo hay, de momento, un realineamiento de las fuerzas. Lo ocurrido en Arizona tiene lecturas para los demócratas.

Su candidata, Kyrsten Sinema, es una centrista. Ha cuidado su posición para presentarse como una moderada alejada de cualquier lenguaje que pudiera parecer socialista. Es lo contrario a la congresista más joven de la historia en EEUU, Alexandria Ocasio-Cortez, que ha jugado en el campo socialdemócrata abierto por Bernie Sanders. Pero Nueva York no es Arizona.

La enseñanza es que para derrotar a Trump, los demócratas no necesitan un antiTrump, puede bastar un candidato o candidata que ilusione. En estas elecciones ha nacido una estrella que podría representar ese papel: Beto O’Rourke. Su campaña en Texas ha sido admirable. Perdió por poco viniendo de la nada ante Ted Cruz, un peso pesado del Partido Republicano. Se ha creado una imagen nacional y además tiene un aire kennedyano.

Además del perfil del candidato y su discurso, hay que saber cómo funciona en los Estados que cambian de voto. En 2016 fueron Colorado, Florida, Iowa, Michigan, Nevada, New Hampshire, Carolina del Norte, Ohio, Pensilvania, Virginia y Wisconsin. Hillary perdió en algunos por estrecho margen, pero perdió. Los expertos de ambos partidos deben estar estos días analizando cada dato para detectar tendencias. En Texas, que se considera republicano seguro, O’Rourke lo hizo muy bien en los suburbios. También hay señales de advertencia para los republicanos en Kansas: uno de los cuatro distritos se dilucidó por un 2%.

En 2020 se renovará de nuevo la totalidad de la Cámara de Representantes y otro tercio del Senado, en el que los republicanos tendrán que defender 22 escaños, y no solo ocho como el martes pasado.

Puede suceder de todo: que Trump renueve la presidencia y pierda el control del Senado además de la Cámara de Representantes; que gane Trump y recupere el control del Congreso, o que pierda Trump. En este último escenario habría tsunami demócrata en el legislativo porque un buen candidato suele generar un efecto arrastre en las demás elecciones.

Los demócratas están en 2018 lejos de ese tsunami. Para las presidenciales tienen dos opciones: jugar sobre seguro, con alguien como Joe Biden o el gobernador de Montana Steve Bullock (apunten el nombre), o arriesgar con Elisabeth Warren, Bernie Sanders o Beto O’Rourke (apunten este otro). Pragmatismo o ilusión. Esta es la lista de los 15 candidatos demócratas.

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Tenemos un año y un par de meses de calma (relativa, con Trump es imposible). En enero de 2020 se pondrán en marcha las primarias. No parece creíble que Trump tenga una oposición fuerte dentro del Partido Republicano. Habrá espontáneos en busca de mejorar su imagen nacional. Las verdaderas primarias estarán en el lado demócrata. Además de simpatía y discurso, es esencial el dinero. Mucho dinero. Los donantes prefieren apostar sobre seguro. El problema es que aún no sabemos qué es seguro.

Las elecciones estadounidenses son tan apasionantes como la elección de Papa dentro de un cónclave. Lo tienen todo, menos el Espíritu Santo, lo que siempre representa un plus de teatralidad celestial.

God save America… and us.

Los demócratas han ganado, tras un dramático recuento, el escaño al Senado de Arizona. Es la primera vez que vencen en este Estado desde 1976. Es un dato importante, más allá del equilibrio en la Cámara Alta. Se trata de una nueva señal de que es posible derrotar a Trump en las presidenciales de 2020. Los demócratas solo necesitan un buen candidato capaz de ilusionar a los jóvenes, las mujeres y las minorías, la coalición que llevó a Barack Obama en volandas a la Casa Blanca.

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