¿Cuándo empezamos a sentir este interés inusitado por los congresos de los partidos? No me refiero a los periodistas, hablo como ciudadana Martos, como española que odia el despertador, adora las alcachofas y sufre de tendinosis del supraespinoso. ¿De verdad nos interesa tanto el asunto congresual a las personas físicas, o es un capítulo más de esta política-espectáculo que nos ha enganchado? Los partidos bailan a ritmo de congreso ♪“Follow the leader, leader, leader”♪ y nosotros seguimos la melodía con los pies. Muy fan.
¿Si le preguntaran en un concurso televisivo, cuántos congresos políticos recuerda de memoria, a bote pronto, sin acudir al comodín de Google, cuántos nombraría? Yo, cuatro:
- El decimotercero del PSOE, el de Suresnes (1974). Mientras España vivía en blanco y negro, Francia exhibía pelis prohibidas y acogía congresos en el exilio. Allí salió elegido Felipe González secretario general, con su melena al viento de la futura transición y su chaqueta de entonces, la de pana.
- El décimo del PP (1990). Aznar reemplazó a Fraga, después de entregarle una carta de dimisión que autorizaba al superhéroe de Palomares a fulminarlo cuando quisiera. Don Manuel la rompió con su conocida contundencia y José María pasó a liderar ese partido del que hoy es disidente.
- El trigésimo quinto del PSOE (2000). Zapatero, el desconocido leonés, ganó a la estrella manchega, Bono, por nueve puntos, nine points, neuf points.
- El decimosexto del PP (2008). Tras los famosos lunes negros, Mariano llegó a la meta de Valencia, sudando a chorros, por el esfuerzo invertido en subir el Tourmalet genovés, con Esperanza Aguirre, la lideresa, al frente del pelotón de la vieja guardia aznarista, poniéndole palitos en la rueda.
No me viene a la memoria, al primer intento, ningún otro. Tampoco recuerdo conversaciones cerveceras con amigos sobre cada congreso político, ni quinielas, ni tal presencia precongresual en nuestras vidas como ahora. La vida informativa se divide entre la penúltima barbaridad de Donald, el barómetro –la lluvia, ya saben, rebaja el precio de nuestra factura de la luz– y la tensión precongresual no resuelta.
Uno de los dos previos más ruidosos, en este momento, el de Podemos. La no-movida entre Iglesias y Errejón –negada una y otra vez por sus protagonistas, en paralelo a las declaraciones de ellos y de sus “entornos”, que demuestran todo lo contrario–, ha desdibujado la idea fuerza de renovar el país abriendo puertas y ventanas, para desviar nuestra atención hacia la guerra de liderazgo en Vistalegre2.
El paso de aquel mensaje ilusionante de salvación política a este Sálvame Deluxe orgánico, en modo Amador Mohedano y Rosa Benito, que tampoco son holandeses, ha sido tan rápido como cuando alguien aprovecha tu cabezada de diez segundos en el sofá para hacer zapping. Cuando despiertas, no sabes dónde estás, en este caso, no sabes dónde están ellos. Algunos bastante lejos, como Luis Alegre; otros esperando en la distancia, como Carolina Bescansa y Nacho Álvarez.
En el PSOE la cosa también está animada. Su congreso llegará en verano, como el melón, pero el previo de las primarias tiene chicha como para dos barbacoas.
El primer candidato oficialmente postulado, Patxi López, que algunos perciben como instrumento para neutralizar a Sánchez, se anuncia como pacificador para devolver la tersura al capullo que han deshojado entre todos.
El segundo postulante, Pedro, sigue de gira por España. Como las velas de broma de los cumpleaños, a Sánchez lo soplan y lo soplan pero nunca acaba de apagarse. Su “no es no”, convertido en grito de guerra, tiene más fuerza que él mismo.
Sánchez lleva más kilómetros por España que Imanol Arias y Echanove en Un país para comérselo. Lo suyo es “un marrón para comérselo”, liderar hoy el PSOE es más difícil que poner orden en un cumpleaños infantil en un burger.
La tercera, la candidata que nunca acaba de decidirse. Susana mantiene la tensión, desde hace dos años, como una experta guionista de culebrón. Díaz ejerce de candidata, sin serlo oficialmente, como las croquetas de tu madre pero sin tu madre.
Dicen ahora que el PSOE busca un cuarto candidato, virgen e impoluto, alguien que no tenga nada que ver con el pasado remoto ni con el reciente. Que si un sebastianista liberal llamado Víctor Gómez Frías por aquí, que si el aragonés Ignacio Urquizu por allá, muy entretenida la trama...
En cuanto al PP, el único morbo posible lo representa Dolores de Cospedal y su continuidad, o no, al frente de la secretaría del partido. Descartada la puesta en duda del milagro mariano, como ser ignífugo que es, solo queda debatir el don de la ubicuidad de la ministra de Defensa.
En Ciudadanos todo en orden. Rivera ha superado el durísimo trance y ha sido aprobado por sus compromisarios con un 97% de los votos. La formación continuará en la búsqueda del centro, cual turista japonés en la ciudad.
¿Y ustedes qué tal? ¿Muy concernidos por los congresos varios? ¿Duermen bien, hacen las digestiones sin problema, o la preocupación por el organigrama ajeno no les deja vivir?
Ver másEl musical 'La La Black'
Imaginen que los congresos se centraran en el proyecto de país que cada partido ha pensado para España... Imaginen que no existieran luchas de poder, que todos se desvivieran por nosotros con tanto interés como el que nos piden para sus jaleos internos. Imaginen que fuera ese el leitmotiv de la composición musical que cada orquesta política interpreta...
Ahora vuelvan a la tierra. Es lunes, hace frío y la vida es eso que pasa entre un congreso y otro.
El paisanaje asiste entretenido al show de los congresos de los partidos.
¿Cuándo empezamos a sentir este interés inusitado por los congresos de los partidos? No me refiero a los periodistas, hablo como ciudadana Martos, como española que odia el despertador, adora las alcachofas y sufre de tendinosis del supraespinoso. ¿De verdad nos interesa tanto el asunto congresual a las personas físicas, o es un capítulo más de esta política-espectáculo que nos ha enganchado? Los partidos bailan a ritmo de congreso ♪“Follow the leader, leader, leader”♪ y nosotros seguimos la melodía con los pies. Muy fan.