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Millet, Montull y el resto de la orquesta del 'caso Palau'

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Ocho años después de que se levantara el telón de El saqueo del Palau, llega el juicio del concierto más desconcertante que ha tenido lugar en ese bellísimo coliseo modernista.

En un espectáculo fascinante, salen a ejecutar su solo los miembros de aquella orquesta que interpretó el réquiem por la honradez difunta. Pero no se me pongan tristes, Jordi Montull, el concertino, la mano derecha del maestro Millet, predijo al comenzar el juicio que la semana pasada sería más divertida y así ha sido, declaraciones tremendas con sus risas y todo. Muy fan.

Después de que los espectadores hubiéramos tosido convenientemente para no interrumpir con un tic pujoliano tan esperado repertorio, salió al escenario el director de la orquesta, Félix Millet. Este prodigio de la música de ochenta y dos años, llegó a la Ciudad de la Justicia en silla de ruedas.

Al ver a Millet, recordé un concierto en Madrid del sublime violinista Stéphane Grapelli en los años noventa. Entró el francés octogenario en el escenario del Palacio de Congresos, agarrado al antebrazo de un joven. Apenas podía mantenerse en pie, caminaba con muchísima dificultad. Al verle aparecer con tan evidente debilidad, me invadió una mezcla de ternura, tristeza y compasión. Stéphane había perdido su vigor, ya no podría agitarme el alma con su violín.

Tras los aplausos, se hizo el silencio en la sala. Entonces, el genio francés colocó el instrumento de cuerda sobre su hombro cansado, empuñó el arco con mano temblorosa y comenzó a frotar las cuerdas con la destreza, el talento y la fuerza de siempre.

Grapelli nos encendió aquella noche a golpe de pizzicato, vibrato, glisando y trémolo. Y los espectadores pasamos a ser los abuelitos agotados, mientras desde el escenario, sentado en una banqueta con una de sus camisas estampadas, nos fulminaba un titán de ochenta y tantos con la energía de un veinteañero.

Lo mismito le pasó a Millet, cuando el abuelo enfermo y fatigoso comenzó a declarar, recuperó la frescura de quien no tuvo reparos en expoliar la institución que había impulsado su tío abuelo, Lluis Millet.

Y con rotundidad tiró la boooooomba que, a pesar de su voz grave, sonó más estridente que la de King Africa.

Ahí nació la nova cançó del quatre per cent:

"Nos repartíamos el 2,5% para CDC y el 1,5% para nosotros: 1% para mí y 0,5% para Montull"

En otro pasaje emocionante, el artista reconoció haberse llevado la pasta de la institución para hacer obras en casa. Aunque dijo que había sido un error: “Ahí me equivoqué”. Normal, Félix, todos nos equivocamos al hacer obras en casa, siempre hay un rodapié mal acabado.

Añadió que casó a sus hijas en el Palau –por el módico precio de 200 mil euros del paisanaje– para que todo el mundo supiera que se podían celebrar bodas allí. En plan servicio público. Gracias.

Gracias también, Félix, por enseñarnos que el padre de la novia puede cargar su parte a una institución pública y cobrarle al consuegro la parte del novio para embolsársela. Diría Josep Pujol: “Eres bueno, eres muy bueno”.

Después de Millet salió a escena la hija de Montull, Gemma, exdirectora financiera de la entidad. Cantó llena de emoción que los pagos a CDC eran una cosa normal y que Ferrovial utilizó el Palau para canalizar fondos destinados al partido. Alcanzó el máximo dramatismo la mezzosoprano, al afirmar que ella se limitaba a obedecer a su padre y a Millet, director de las maniobras orquestales en la oscuridad.

Tras el dramatismo de Gemma Montull, salió al escenario su risueño padre y repitió el estribillo del quatre per cent. Lo hizo a dúo con el fiscal Sánchez Ulled, quien hizo gala de un finísimo sarcasmo.

Montull: Primero era del tres por ciento y después fue de cuatro por ciento.Sánchez Ulled: ¿Qué fue, por el coste de la vida... o?Montull: No, porque Convergencia quería más dinero. Je,je,je.Montull cantó al extesorero fallecido, Carles Torenrt, al que llamó “el recadero” y al otro extesorero, Osàcar:♪ “Venía a mi despacho, contaba el dinero y se iba”.♪En definitiva, Montull interpretó el mismo repertorio que Gemma. Teniendo en cuenta que su confesión va unida al intento de exculparla, habría quedado precioso que se hubieran marcado un duet final como el gran Manolo Escobar e hija:–Papá, papá, te quiero mucho...–¡Cariño mío, y yo a ti más!Después entró en escena el extesorero Osàcar –gran apellido para un tesorero– y con voz de Bajo-barítono cantó que todo lo que se había dicho sobre él era falso, que de obra pública no sabía ni media palabra:♪ “Qué Ferrovial, ni qué Ferrovial yo a estos señores los he conocido aquí, hola, qué tal, mucho gusto, soy Daniel” ♪Y al día siguiente, salieron a cantar los empresarios: Giménez-Salinas y Parra reconocieron haber emitido facturas falsas para el Palau por trabajos efectuados para CDC, mientras que el exdirector de Ferrovial, Pedro Buenaventura, negó tajantemente “haberse servido de CDC para conseguir adjudicaciones de obra pública”. Aseguró Buenaventura que los patrocinios al Palau eran para ganar visibilidad en Cataluña. Y por amor al arte, seguro...Fuera de la sala del concierto judicial, Artur Mas, al que toda la oposición pide que salga al escenario del Parlament a dar explicaciones, niega cualquier corrupción y financiación ilegal y entona el Nessun Dorma:♪ “Disípate oh nocheEstrellas ocultaosAl alba venceré¡Venceré!” ♪Señoras, señores, no abandonen sus asientos porque este concierto no ha hecho más que empezar. Visiten la toilette en el descanso por si se les ha puesto mal cuerpo y agudicen el oído para detectar los posibles “falsetes”. Cuánta razón tenía Montull, esta semana empezó lo divertido.cuatro por ciento.

Sánchez Ulled¿Qué fue, por el coste de la vida... o?por el coste de la vida

MontullNo, porque Convergencia quería más dinero. Je,je,je.quería más dinero

Carles Torenrt

duet

Papá, papá, te quiero mucho...–¡Cariño mío, y yo a ti más!

de obra pública no sabía ni media palabra

Ferrovial

salga al escenario del ParlamentNessun Dorma:

“Disípate oh noche

Estrellas ocultaos

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Al alba venceré

¡Venceré!”

esta semana empezó lo divertido.

Ocho años después de que se levantara el telón de El saqueo del Palau, llega el juicio del concierto más desconcertante que ha tenido lugar en ese bellísimo coliseo modernista.

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