No hay nada más peligroso que creer que un chiste puede ser peligroso

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David Suárez

Lo grave no es simplemente que alguien publique un tuit humorístico en el que describe cómo una persona con síndrome de Down le realiza una felación. Lo verdaderamente llamativo es la reacción de toda esa gente respetuosa y tolerante que se lleva las manos a la cabeza ante la realidad de que una persona con esta condición pueda disfrutar de una vida sexual activa. Eso sí que es intolerante y vejatorio. Y cínico. Y de mal gusto.

Las personas con síndrome de Down, por mucho que les moleste a algunos, follan, aman, sienten, lloran, piensan, disfrutan, sufren, odian e incluso se ríen (a veces) con chistes como los míos. Y aunque alguna vez hayan podido ser los protagonistas de uno de mis tuits, jamás serán el objetivo a perseguir en los mismos. Mi objetivo no han sido, ni serán, las minorías ni las personas con una situación especial. Mi enemigo serán siempre aquellas personas que usan a las minorías para su beneficio personal.

Si la asociación que me denuncia tiene como objetivo erradicar las conductas vejatorias hacia las personas de este colectivo, es ingenuo pensar que eso se conseguirá borrando un tuit de ficción o pidiendo cárcel por un chiste. Esto no va a extirpar de raíz la discriminación real que, por desgracia, sufren estas personas. Pero tanta dedicación, tantos burofax, tantas cartas a medios, tanto follón y tanto esfuerzo, me hacen pensar que, quizás, detrás de dicha asociación pueda haber otros motivos: el dinero. Y eso sí que sería intolerante y vejatorio. Y cínico. Y de mal gusto.

En los últimos días he aprendido que lo interesante ya no son los límites de la libertad de expresión, sino los límites de la gente que defiende la libertad de expresión. Ese es el nuevo debate. Gente que pasa de "Je suis Charlie" a "Yo creo en la libertad de expresión pero…" en una pirueta de cinismo que ni el Circo del Sol. Porque es muy fácil que se te llene la boca hablando del derecho individual a expresarse libremente, pero luego es muy difícil ser consecuente. Lo siento mucho, pero si crees en la libertad de expresión, defiéndela a toda costa aun cuando no te guste lo que escuches. Y por supuesto que las producciones culturales como la música, el cine y la comedia merecen ser criticadas, porque también son un reflejo de los errores de nuestra sociedad, pero si las criticas obsesivamente pasan a ser un reflejo de que el problema lo tienes tú.

Para mí un cómico es aquel que logra llevar al público a una situación en la que se descubre a sí mismo riéndose de desgracias sobre el mundo o su propia vida que jamás pensó que le fuesen a hacer gracia. Y eso es reparador y hasta sano. Seguimos arrastrando una moral católica que nos dice que hay pecado en el gozo, que al regocijo le debe seguir la culpa. Pero lograr sacar disfrute de la tragedia no solo está bien, sino que es un método de supervivencia que yo personalmente admiro. Pero seguimos escandalizándonos con un chiste de humor negro porque reducir todos los males del mundo a eso, satisface una visión del mundo mucha más simplista y libre de culpa para el ofendido.

Porque siempre va a ser mucho más fácil perseguir los chistes y las palabras que los actos en sí. Si el problema es de las palabras y no de las personas y sus actos, al final el problema no es de nadie. Y eso exime al ofendido de toda responsabilidad, que en el fondo es lo que quiere. No tener que hacer nada y poder seguir siendo el centro de atención. Y mientras eso siga siendo así, mientras nos importe más lo que ha dicho un cómico que nuestros propios actos, tendremos un problema.

No hay nada más peligroso que creer que un chiste puede ser peligroso. Porque nos distrae de los verdaderos problemas y sobre todo de los verdaderos enemigos. La comedia no desahucia, no abusa, no coarta libertades, ni destruye derechos. La mala política, la demagogia y la manipulación, sí. La comedia sirve para enfrentarse a esta imagen cínica de que todo en el mundo es bueno y perfecto. Es el enemigo de lo frívolo, de lo cínico y de lo estúpido. El humor es una buena forma de mostrar, bruscamente, que las cosas no funcionan tan bien como parecen.

La Fiscalía solicita cárcel para el cómico David Suárez por un chiste contra las personas con síndrome de Down

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Los prejuicios, la homofobia, el racismo, el clasismo… Todas esas cosas existen y están ahí, y esforzarnos por no hablar de ellas solo vuelve más gracioso y necesario el hablar de ellas. La comedia propone hablar de todas estas cosas para solucionarlas. Y cuanto más alto, mejor. Para empezar porque es la única forma de destruirlas. O al menos de cambiarlas.

Lo dije hace un año y lo repito una vez más: no tengo ningún reparo a la hora de pedir perdón a todos aquellos que se vean afectados por aquello que hago, porque no es mi intención ni lo será nunca. Lo que no voy a hacer jamás es pedir perdón por un chiste. Porque sería estúpido. Porque sería de cobardes. Y porque sería lo que ellos quieren.

* David Suárez es cómico y guionista. La Fiscalía de Madrid acaba de pedir que sea condenado a un año y diez meses de prisión y una multa de 3.000 euros por un tuit humorístico que considera "despectivo" contra las personas con síndrome de Down. 

Lo grave no es simplemente que alguien publique un tuit humorístico en el que describe cómo una persona con síndrome de Down le realiza una felación. Lo verdaderamente llamativo es la reacción de toda esa gente respetuosa y tolerante que se lleva las manos a la cabeza ante la realidad de que una persona con esta condición pueda disfrutar de una vida sexual activa. Eso sí que es intolerante y vejatorio. Y cínico. Y de mal gusto.

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