¿Pactar qué?

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Tras las elecciones del 20-D, el PSOE es el único partido que ha de formar parte de cualquier combinación de partidos que pueda formar gobierno. Por supuesto, no es así “matemáticamente” (en teoría, podría haber, por ejemplo, una alianza del PP y Ciudadanos con Esquerra, Bildu e IU), pero sí “políticamente” (teniendo en cuenta solo coaliciones que no resulten absurdas desde un punto de vista ideológico). De ahí que todas las miradas (y todas las presiones) se dirijan a los socialistas: unos exigen que el PSOE se deje de “aventurismos” y permita gobernar al PP o gobierne con PP y Ciudadanos; otros piden que el PSOE se haga cargo del deseo de cambio entre los votantes progresistas y llegue a algún acuerdo con los partidos a su izquierda.

Desde el punto de vista de la estrategia, en principio es bueno para el PSOE que pueda negociar a dos bandas, con la derecha y con la izquierda. Eso incrementa su poder de negociación, pues puede amenazar al PP con buscar el apoyo de Podemos y a Podemos con buscar el apoyo del PP. En la práctica, quizá no sea tan bueno, sobre todo si el partido acaba consumiéndose en conflictos internos a cuenta de los pactos. Además, si introducimos consideraciones electorales, la posición del PSOE no es tan fuerte como parece: todos los partidos entienden que al PSOE le iría mal en unas elecciones anticipadas, por lo que si no hay acuerdo con las izquierdas, al final los socialistas optarán por permitir que el PP siga en el gobierno antes que volver a las urnas.

Todos estos cálculos son muy necesarios para responder a la pregunta de pactar con quién, pero hasta el momento apenas se ha hablado de pactar qué. Y el contenido de los pactos debería ser la cuestión fundamental.

Vayamos por partes. ¿Qué podría pactar el PSOE con PP y Ciudadanos? Por lo pronto, que Rajoy no siga. La idea misma de que Mariano Rajoy continúe siendo el presidente de Gobierno es un motivo de profunda vergüenza para todos aquellos que piensan que la corrupción no debe quedar impune. El responsable máximo de la contabilidad paralela, las donaciones ilegales y los sobresueldos en negro no puede seguir al frente del ejecutivo. Sería un gran servicio a la democracia española si el PSOE consiguiera quitar al indecente de Rajoy. En este sentido, es asombroso que el partido que se presenta como “regeneracionista”, Ciudadanos, no haya pedido todavía el relevo de Rajoy a cambio de su apoyo parlamentario.

En el terreno económico es difícil imaginar grandes cambios. Con la presión en contra del PP, Ciudadanos, Angela Merkel y las instituciones europeas, el PSOE tendría poco margen para hacer virar la política de recortes y austeridad.

Los principales cambios podrían venir en materia institucional. La forma más lógica de justificar un acuerdo con los liberales de Ciudadanos y los conservadores del PP sería una reforma constitucional. Una gran coalición o fórmula similar sumaría suficientes apoyos para poder llevar a cabo cambios en la Constitución, no así una alianza de izquierdas. Hace más de un año escribí en infoLibre sobre esta posibilidad. Permitiría, además, introducir cambios en el modelo territorial para hacer frente al desafío independentista catalán.

Creo que sería un profundo error dedicar la legislatura a una reforma constitucional: a mi juicio, los problemas principales del país no se originan ni en nuestra Constitución ni en nuestro diseño institucional. Los problemas de eficiencia (un modelo productivo de bajo valor añadido, un tejido empresarial muy frágil, un mercado de trabajo disfuncional, formación inadecuada, etc.) y de distribución (un nivel muy alto de desigualdad, elevado fraude fiscal, paro de larga duración, pobreza energética, desahucios, un Estado de bienestar poco redistributivo, etc.) no se arreglan con enmiendas constitucionales. Es más, pienso que la reforma constitucional sería el pretexto ideal para que la estructura económica y social del país no cambiara apenas.

En cuanto a la reforma territorial, cabe dudar de que PP o Ciudadanos acepten la plurinacionalidad de España, con un reconocimiento explícito de Cataluña y País Vasco como naciones. Quizá sí admitan una reforma federal, lo que ya sería un avance considerable. No obstante, no está claro en qué medida la federalización de España puede desactivar el independentismo catalán.

Balance de la legislatura (I)

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¿Y qué podría pactar PSOE con Podemos e IU? Lo lógico es que se pusieran de acuerdo en un plan de choque para combatir la pobreza y frenar la desigualdad. Hay ahí un margen amplio para el acuerdo. Curiosamente, la primera reacción de Podemos fue en una dirección muy distinta, poniendo como exigencias irrenunciables medidas que tienen poco que ver con sus principios políticos o que son directamente irrelevantes (blindar constitucionalmente la sanidad y la educación, introducir un mecanismo revocatorio, referéndum catalán, prohibición de las “puertas giratorias”…). Parece que Podemos ha corregido este decepcionante arranque y está hablando ahora de propuestas con más sentido, como acabar con los desahucios. Para forjar una alianza de gobierno, PSOE, Podemos e IU pueden inspirarse en el acuerdo que ha alcanzado la izquierda portuguesa hoy en el poder.

Y aunque de esto casi no se habla, nótese que si en España gobernara la izquierda se daría por primera vez desde el inicio de la crisis la posibilidad de que los países sureños hablaran con una voz única en la UE: en Grecia gobierna la Syriza de Tsipras, en Italia el Partido Democrático de Renzi, en Portugal el Partido Socialista de Costas… y en Francia el Partido Socialista de Hollande. Si se sumara España, se darían las condiciones para formular una alternativa a las políticas de austeridad promovidas por la Comisión, el BCE y Alemania. Habría, por fin, un contrapeso a escala europea al modelo de unión monetaria que defiende Alemania.

Este análisis no sería del todo completo sin recordar las preferencias de la opinión pública sobre posibles coaliciones. He tratado esta cuestión en artículos pasados (aquí). Los últimos datos disponibles proceden del barómetro de julio de 2015 realizado por el CIS (Estudio 3.104). Pues bien, entonces la primera opción de los españoles era una coalición PSOE-Podemos (21,1%), frente a la gran coalición PP-PSOE (5,0%) o la aún más grande PP-PSOE-Ciudadanos (0,1%). Las coaliciones de PP con Ciudadanos y PSOE con Ciudadanos no eran tan mal vistas (10,3% y 10,9% respectivamente). PSOE y Podemos harían bien en seguir la opinión pública, forjar la primera coalición de izquierdas de nuestra reciente historia democrática y gobernar a favor de la mayoría social de izquierdas que hay en España.

Tras las elecciones del 20-D, el PSOE es el único partido que ha de formar parte de cualquier combinación de partidos que pueda formar gobierno. Por supuesto, no es así “matemáticamente” (en teoría, podría haber, por ejemplo, una alianza del PP y Ciudadanos con Esquerra, Bildu e IU), pero sí “políticamente” (teniendo en cuenta solo coaliciones que no resulten absurdas desde un punto de vista ideológico). De ahí que todas las miradas (y todas las presiones) se dirijan a los socialistas: unos exigen que el PSOE se deje de “aventurismos” y permita gobernar al PP o gobierne con PP y Ciudadanos; otros piden que el PSOE se haga cargo del deseo de cambio entre los votantes progresistas y llegue a algún acuerdo con los partidos a su izquierda.

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