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La presión de Netanyahu

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Daniel Lobato

Salah Khawaja, palestino de 46 años y activista no-violento por los Derechos Humanos, fue detenido por Israel el pasado 26 de octubre a las dos de la madrugada. Las fuerzas de ocupación israelíes irrumpieron en su domicilio en Ramallah, apresando a Salah delante de su familia e incautando todos los teléfonos y ordenadores. Durante al menos quince días, Salah será sometido a un aislamiento sin asistencia jurídica o visitas familiares por imposición del tribunal militar israelí.

Khawaja, que ya estuvo diez años en prisión y tenía prohibido salir de Palestina, es una de las figuras protagonistas de la organización no-violenta Stop The Wall que promueve el desmantelamiento del ilegal muro del apartheid, en cumplimiento de la sentencia del 9 de julio de 2004 del Tribunal de la Haya. Esta sentencia no sólo está incumplida por Tel Aviv sino que su construcción está en ampliación permanente. Asimismo, Khawaja es uno de los líderes del movimiento palestino Boicot, Desinversiones y Sanciones a Israel (BDS), una iniciativa no-violenta que agrupa a más de 170 organizaciones palestinas de base, agrarias, sindicales, asociaciones de mujeres, etc. Hace once años lanzaron al mundo la petición de Boicot a Israel por su ocupación de Palestina y su régimen de apartheid. Esta petición de Boicot a Israel es idéntica al exitoso boicot internacional realizado a la Sudáfrica del Apartheid. Ésta se basa en exigir al gobierno de Tel Aviv la aplicación de los Derechos Humanos, ejecutar las decenas de resoluciones dictadas por la ONU e incumplidas sistemáticamente por Israel, acatar la decisión de la Corte Internacional de Justicia y someterse a la Legislación internacional.

Desde el movimiento BDS se subraya que no es un movimiento antijudío o antisemita por varias razones. Por un lado, el movimiento lo integran un gran número de judíos críticos con Israel, por lo tanto no es una cuestión religiosa. Por otro lado, más de un 20% de la ciudadanía de Israel es de origen palestino y está afectada por el Boicot de la misma forma que en Sudáfrica la población negra marginada, y también afectada por el boicot, suponía el 90% de habitantes. Tal como se logró con Sudáfrica, lo que busca el boicot es luchar contra el racismo de Estado, eliminando su carácter ideológico sionista y conduciendo a Israel a la legalidad internacional.

El movimiento internacional no-violento BDS (cultural, empresarial, político o institucional) está experimentando un potente crecimiento en todo el mundo en los últimos años. Universidades, empresas, artistas e incluso fondos de inversión se están retirando o rechazando colaborar con el estado de Israel. En España, en muy poco tiempo, más de sesenta municipios y diputaciones se han declarado “Espacios Libres de Apartheid Israelí” por resolución plenaria. Estas resoluciones están siendo impugnadas en los tribunales españoles por ACOM, organización vinculada a la embajada de Israel que acusa a estos ayuntamientos de racistas y antisemitas.

Este crecimiento constante mundial del BDS ha provocado que Israel haya pasado de ignorarlo a convertirlo en su mayor amenaza, destinando enormes recursos a combatirlo incluyendo al Ministerio de Asuntos Estratégicos. El pasado 28 de marzo, Israel realizó en Jerusalén unas jornadas específicas para definir su estrategia de ataque al BDS. En las jornadas participaron el Presidente de Israel, Reuven Rivlin, el embajador de EEUU y varios ministros que no tuvieron reparos en amenazar con el “ataque civil a los activistas BDS de todo el mundo utilizando las capacidades de los servicios de inteligencia israelíes” (Ministro Inteligencia Yisrael Katz) o la retirada de la ciudadanía a uno de los líderes del movimiento, Omar Barghouti (Ministro Interior Aryeh Deri).

Otra de sus estrategias está centrada en presionar a los gobiernos de todo el mundo, especialmente a sus aliados, para conseguir que, por medio de las legislaciones y tribunales nacionales, prohíban el ejercicio de la libertad de expresión que supone el apoyo al Boicot. En Francia, Manuel Valls ha actuado rápidamente bajo esas directrices israelíes y, aunque no se ha atrevido a legislar explícitamente contra la libertad de expresión, en la práctica ha reprimido y prohibido muchos actos de solidaridad con Palestina. Igualmente numerosos activistas franceses han sido detenidos por el mero hecho de portar una camiseta apelando al Boicot a Israel. Incluso la Corte de Casación francesa, equivalente a nuestro Tribunal Supremo, dictó una sentencia en 2015 contra el Boicot a Israel.

Esta actuación de algunos gobiernos y tribunales nacionales en Europa va en contra de las directrices europeas. La propia Federica Mogherini, responsable de Asuntos Exteriores de la UE y firme aliada de Tel Aviv, reconoció no compartir el Boicot a Israel, pero aseguró que “la UE se mantiene firme en la protección de la libertad de expresión y la libertad de asociación de acuerdo con la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, la cual es aplicable en el territorio de los estados miembros de la UE, y esto es así en particular con respecto a BDS”

Por tanto no cabe ninguna duda de la legitimidad natural y legal del ejercicio de la libre expresión por la sociedad, aplicada a un objetivo político no-violento que busca acabar con la opresión injusta e ilegal que sufre el pueblo palestino, de la misma forma que las democracias mundiales lo aplicaron con la Sudáfrica del Apartheid.

La lógica israelí de acción-reacción nos indica que a medida que el apoyo al Boicot continúe creciendo, la represión será mayor. El encarcelamiento de Salah Khawaja se enmarca en este contexto de mayor represión al movimiento BDS y materializa las amenazas que el régimen de Israel anunció hace unos meses. Es posible que no sea el último y, en todo caso, no es diferente a los más de 7.000 presas y presos políticos palestinos (340 menores de edad) encarcelados por actividad política no-violenta catalogada de “terrorismo”. También Nelson Mandela fue considerado terrorista durante décadas. Las organizaciones de solidaridad con el pueblo palestino en España vamos a exigir a nuestro gobierno que reclame a Netanyahu la puesta en libertad inmediata de Salah Khawaja y del resto de activistas por los Derechos Humanos de Palestina.

Por todo lo anterior, desde el movimiento BDS sabemos que la victoria estará de nuestro lado. No solamente hay que ver su creciente apoyo o la experiencia de Sudáfrica, es más sencillo aún: el BDS alcanzará sus metas porque a las sociedades no se las puede frenar en sus expresiones políticas no-violentas. Es una cuestión de razón y de derecho natural, y es una de las vías para que se logre una paz con justicia en Palestina.

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#FreeSalah.

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Daniel Lobato pertenece al movimiento BDS y es integrante de la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina (Rescop)

Salah Khawaja, palestino de 46 años y activista no-violento por los Derechos Humanos, fue detenido por Israel el pasado 26 de octubre a las dos de la madrugada. Las fuerzas de ocupación israelíes irrumpieron en su domicilio en Ramallah, apresando a Salah delante de su familia e incautando todos los teléfonos y ordenadores. Durante al menos quince días, Salah será sometido a un aislamiento sin asistencia jurídica o visitas familiares por imposición del tribunal militar israelí.

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