Lo que se hicieron unos a otros en Colón no era una trenza, era una soga

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  "Sumen dos y dos y a quien le diga que es igual al cinco, no le vuelvan a creer..."  

Uno no puede no ser lo que no es durante demasiado tiempo, le ha dicho el portavoz económico de Ciudadanos a su jefe, Albert Rivera, antes de irse del partido dando un portazo. O sea, que le ha recordado eso de que no se puede engañar a todo el mundo para siempre, nada más que con otras palabras. Porque lo que importa de la dimisión de Toni Roldán, que ayer hizo temblar las paredes de todas las redacciones de los medios de comunicación y también el suelo sobre el que pisan los líderes naranjas que defienden el pacto de la plaza de Colón –que cada vez parece menos una trenza y más una soga–, es lo que ha dicho, cómo lo ha dicho y también cuándo, porque es un momento en el que la formación tiene más poder y más escaños que nunca. “El único cambio en Ciudadanos es que antes teníamos 32 escaños y ahora tenemos 57”, le ha respondido Inés Arrimadas a su excompañero. ¿Entonces, si el viento sopla a favor, por qué la nave se para?

La conclusión es que si en esas condiciones el motín entre sus dirigentes es cada vez mayor, será porque el ascenso se ha logrado por la cara oscura de la montaña, de la mano de la ultraderecha, que lo es, aunque cuando se lo pregunten a Inés Arrimadas responda, batiendo un nuevo récord en la maratón del cinismo: “Para mí Vox no es ultraderecha, es ultraconservador”. A los diez minutos, otro alpinista se ha dado de baja en la expedición a la Moncloa, el eurodiputado Javier Nart, que era uno de los partidarios de pensarse dos veces la estrategia naranja de los cordones sanitarios al PSOE; como Luis Garicano, al que no le debe de quedar mucha cuerda para seguir bailando en la cuerda floja. El tercero en la discordia, de momento, ha sido el candidato parlamentario por Asturias, Juan Vázquez, que también ha tomado las de Villadiego.

Porque además, la mano que la mueve es la de Abascal y los suyos, esa gente que llama “puta”, “tiparraca”, “embustera” y “filoetarra” a una ministra del Gobierno de España; que acusa a nuestras autoridades sanitarias de tener un plan para asesinar a niñas y niños con síndrome de Down; que hace negacionismo, critica la sentencia del Tribunal Supremo contra la Mla Manaday deja caer que en este país, donde la violencia de género lleva contabilizadas mil muertas, la única relación segura para los hombres será irse con prostitutas; que dice que hay que erradicar las autonomías y la ley de memoria histórica o expulsar a los inmigrantes… Esa es la gente a la que Ciudadanos y el PP están metiendo en nuestras instituciones. “Los costes para España de la estrategia elegida por Ciudadanos son demasiado altos”, dice Roldán.

Y tanto: el precio es la propia democracia, que a Rivera, Arrimadas y sus partidarios les importa menos que manipularla, enredados en el laberinto sin salida de la incongruencia. Que Manuel Valls se haya tenido que ir porque ellos dos, fugados de Cataluña al territorio políticamente más cálido de Madrid, prefiriesen que gobernara Barcelona el independentismo contra el que dicen luchar, antes de que lo hiciera Ada Colau, deja las cosas muy claras. Y que justo ellos hablen de “pactos de la infamia”, tras el suyo con Vox, explica que estamos ante la mayor demostración de hipocresía de toda nuestra historia posterior a la dictadura. Y mira que desde 1975 hasta ahora habíamos conocido truhanes. Y ya que nos hemos puesto con las haches intercaladas, señalaremos que nos encontramos también ante una auténtica banda de tahúres, que intentan demostrar esa “infamia” publicando gráficos falseados, en los que hay errores con pinta de intencionados, y donde manipulan los tantos por ciento, alteran la proporcionalidad visual de los dibujos y omiten datos relevantes que dejarían al descubierto el apaño, parece evidente que todo ello con el único fin de engañar a quien los mire. Cualquiera se los cree.

No han venido a regenerar nada, tiene razón Toni Roldán, sólo a ocupar un sillón y conseguir un puesto en el puente de mando. Al precio que sea y en compañía de quien sea. Lo que les importa el bienestar de los ciudadanos tiene un gran ejemplo en Madrid. ¿Qué hacemos, nada más llegar al despacho? Cargarnos Madrid Central y eliminar las restricciones de tráfico. Las últimas mediciones de los niveles de contaminación de la ciudad dicen que el pasado mayo fue el mes con el aire más limpio que ha habido en la capital desde que hay registros. Sumen dos y dos, y al que le diga que es igual al cinco, no le vuelvan a creer.

  "Sumen dos y dos y a quien le diga que es igual al cinco, no le vuelvan a creer..."  

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