Si no mienten...

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¿Qué crees que va a pasar? Es la pregunta permanente del periodista al político, de este político a aquel político, de uno a otro periodista, de cuñado a cuñado. Y se van creando expectativas y frustraciones sin cuento. Porque la respuesta más verosímil es que nadie lo sabe, ni siquiera los propios protagonistas de la cosa. Y así lo reconocen, con mayor énfasis en privado que en público. Hay una doble convicción muy extendida en la burbuja político-periodística de Madrid (hay otros mundos que no están en este), y consiste, por un lado, en que Pedro Sánchez está consiguiendo ganar tiempo, ya sea para presidir un gobierno o para repetir como candidato socialista, en cualquier caso para esquivar o aplazar su defenestración; por otro, que Mariano Rajoy ha logrado lo que pretendía, es decir sentarse a esperar en la confianza de que el tiempo lo cura todo y ya escampará y resistir es ganar y… por ahí hasta completar el refranero español, que de siempre ha sido su manual político de referencia.

Cualquier intento de pronóstico de futuro pasa por ese “si” condicional, antiperiodístico pero absolutamente real:

   - Si Pedro Sánchez no miente ni está dispuesto a cambiar de opinión cuando dice que no buscará el apoyo o la abstención de los grupos independentistas para lograr su investidura…

   - Si Pablo Iglesias no miente ni está dispuesto a cambiar de opinión cuando afirma que Podemos no facilitará un gobierno PSOE-Ciudadanos y que sólo dará su apoyo a Sánchez si la formación morada ocupa la vicepresidencia del Gobierno y varios ministerios clave y si hay además un compromiso escrito por el llamado “derecho a decidir”…

   - Si Albert Rivera no miente ni está dispuesto a cambiar de opinión cuando proclama que nunca apoyará un gobierno en el que esté Podemos…

   - Si Mariano Rajoy no miente ni está dispuesto a cambiar de opinión cuando asegura que “en ningún caso” se apartará para dejar paso a otro candidato en el PP ni tampoco el PP se abstendrá para facilitar un gobierno PSOE-Ciudadanos…

Si los cuatro líderes de las principales formaciones políticas son sinceros en lo que vienen declarando pública y reiteradamente… lo que va a pasar dentro de unos meses es que se repetirán las elecciones generales. Porque no hay forma de sumar los votos necesarios para una investidura.

Lo cual no quiere decir necesariamente que el mes que Pedro Sánchez calcula que necesita para intentarlo sea tiempo político perdido. Es evidente que todos están utilizando este proceso para situarse lo mejor posible en un escenario electoral o para desgastar a los adversarios antes de volver a las urnas. Es obvio que Pedro Sánchez se juega su futuro político en el éxito o fracaso de ese intento que protagoniza, sobre todo en términos de la percepción que consiga trasladar al electorado y a los propios cuadros del PSOE, más que en el desenlace concreto del mismo.

La hora del contenido

Pero acaba de iniciarse una fase en la que los focos estarán puestos (¡por fin!) en el contenido de lo que entre ellos hablen, propongan o discutan. Y será muy interesante ir percibiendo cuáles son las prioridades, las coincidencias o las incompatibilidades. Que de todo hay. Un ejemplo: pretender compaginar los programas económicos (en cualquier aspecto pero especialmente en el capítulo laboral) de Ciudadanos y Podemos es como montar un concierto con Bertín Osborne y Los Chikos del Maíz. En este sentido, Sánchez está alimentando expectativas de muy difícil si no imposible cumplimiento.

Una vez corregido aquel dislate de prometer la emisión en streaming de las negociaciones, es deseable que sí se cumpla el compromiso de transparencia sobre las propuestas concretas de cada cual y los argumentos para el acuerdo o el desacuerdo. En eso consiste (también) la buena política en democracia. Y los medios (al menos algunos) intentaremos cumplir la obligación de distinguir la defensa de principios programáticos y el simple postureo electoral. O diferenciar los avances imprescindibles en la democracia interna de los partidos y los ejercicios populistas que buscan la utilización puntual de la militancia en provecho propio. Pedro Sánchez, como había adelantado 'infoLibre', se ha sumado a Podemos y a IU en el compromiso de consultar a las bases cualquier pacto de gobierno, y con ello se ha quitado de encima varias toneladas de presión de los llamados barones socialistas contrarios a llegar a acuerdos con Podemos o con los grupos independentistas. Aunque la consulta confirmada por Sánchez ante el Comité Federal no sea vinculante, ¿qué barón o baronesa va a salir a decirle a los afiliados que conviene hacer lo contrario de lo que hayan votado?.

A día de hoy, si nadie miente habrá nuevas elecciones en unos meses, incluso puede que las haya aunque todos mientan, porque la complejidad no se limita a lograr apoyos para una votación de investidura sino para gobernar, legislar y ejecutar. Y si no queda más remedio que repetir elecciones, unos más que otros tendrán que explicar de forma muy convincente quién es responsable de la imposibilidad de un cambio de gobierno. Entre los referentes de la izquierda, alguien pagará caro no enviar a la oposición al PP y obligarlo así a renovarse profundamente y a romper cualquier ancla en la ciénaga de la corrupción. La permanente milonga del “sentido de Estado” quedó (una vez más) en evidencia cuando el propio Mariano Rajoy amenazó con utilizar su mayoría en el Senado para bloquear cualquier medida de un nuevo gobierno que él considere un "disparate".

¿Qué crees que va a pasar? Es la pregunta permanente del periodista al político, de este político a aquel político, de uno a otro periodista, de cuñado a cuñado. Y se van creando expectativas y frustraciones sin cuento. Porque la respuesta más verosímil es que nadie lo sabe, ni siquiera los propios protagonistas de la cosa. Y así lo reconocen, con mayor énfasis en privado que en público. Hay una doble convicción muy extendida en la burbuja político-periodística de Madrid (hay otros mundos que no están en este), y consiste, por un lado, en que Pedro Sánchez está consiguiendo ganar tiempo, ya sea para presidir un gobierno o para repetir como candidato socialista, en cualquier caso para esquivar o aplazar su defenestración; por otro, que Mariano Rajoy ha logrado lo que pretendía, es decir sentarse a esperar en la confianza de que el tiempo lo cura todo y ya escampará y resistir es ganar y… por ahí hasta completar el refranero español, que de siempre ha sido su manual político de referencia.

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