Al cumplirse los 100 años de su muerte, Galdós se ha convertido en parte de la actualidad cultural española. Homenajes, reediciones, exposiciones, conferencias, citas, discursos, cultivan en la memoria nacional el papel de uno de los grandes autores de nuestra literatura. Galdós dará para mucho porque convirtió a la sociedad española en el asunto primordial de su escritura y quiso entender su presente a través del conocimiento de la historia. ¿Hasta dónde llegó Galdós? Hasta los orígenes de la España contemporánea a través del corazón de algunos personajes inolvidables. Los individuos son seres sociales y las sociedades se encarnan siempre en individuos con el derecho y la obligación de responsabilizarse de su propia conciencia.
Los profesores de literatura solemos elegir con los alumnos algunos fragmentos significativos para caracterizar la obra inmensa de Galdós. Uno de especial valor pertenece al primer Episodio Nacional, Trafalgar (1873). Se trata de la escena en la que Gabriel Araceli, a bordo del Trinidad, asiste a las maniobras de los marineros que están a punto de entrar en combate con la armada inglesa: "por primera vez entonces percibí con completa claridad la idea de la patria y mi corazón respondió a ella con espontáneos sentimientos".
Gabriel Araceli, un muchacho huérfano y callejero de Cádiz, había hasta entonces identificado la palabra patria con el honor de los altos mandatarios, los cortesanos, los nobles que representaban el poder con sus grandes declaraciones y sus maniobras conspirativas. Pero al ver la cara humana de los marineros del Trinidad, sintió que la idea de nacionalidad se convertía en "una inmensa tierra poblada de gente", personas que se levantaban todos los días para trabajar o buscar trabajo, alimentar a sus familias, educar a sus hijos y convivir de la manera más digna posible. No fue gratuita la decisión de Galdós al contar la historia de España con los ojos de un niño de la calle. Hay poderosos justos o injustos, héroes respetables o fanfarrones, pero la mirada que le interesaba era la de la vida común que fija la realidad de un país.
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Así buscó en la historia el sentido del presente. La idea del honor aristocrático para legitimar actitudes e interpretaciones fue sustituida por la conciencia de unos individuos apegados a la realidad social y a los modos de convivencia. Ya saben los lectores de Galdós que sus ideas sobre la política, la realidad, la energía espiritual y la sociedad fueron evolucionando en su teatro, sus novelas y su compromiso cívico. Pero recuerdo ahora este primer latido patriótico de Gabriel Araceli porque me veo con frecuencia obligado a distinguir entre el honor aristocrático y una conciencia apegada a la realidad social.
En términos de hoy, conviene distinguir entre la realidad virtual que se impone por consigna en los medios y la experiencia de carne y hueso de las personas que viven en España y necesitan responder a las dificultades de su trabajo, la educación de sus hijos, su salud, sus pensiones y sus modos de convivencia. No se me escapa que esa realidad virtual cuenta ahora con poderosísimas formas de invasión en la experiencia de las personas. Precisamente por eso creo que una política democrática debe tener como principio fundamental el interés por la vida real de las personas más que por las crispaciones y los espectáculos creados en el mundo virtual.
Considero que podemos actuar en la España de hoy con la esperanza galdosiana de que la política no se someta a la "candente actualidad" de las crispaciones, los insultos y las catástrofes de la aristocracia mediática y los líderes de fanfarria, sino a la experiencia de Gabriel Araceli, al latido de la gente que necesita hacer más justa su existencia. Llevar la política a la realidad será la mejor manera de combatir al inglés, perdón, quiero decir, combatir la confusión entre realidad y mentira organizada, una forma de piratería intelectual que está dañando la convivencia democrática.
Al cumplirse los 100 años de su muerte, Galdós se ha convertido en parte de la actualidad cultural española. Homenajes, reediciones, exposiciones, conferencias, citas, discursos, cultivan en la memoria nacional el papel de uno de los grandes autores de nuestra literatura. Galdós dará para mucho porque convirtió a la sociedad española en el asunto primordial de su escritura y quiso entender su presente a través del conocimiento de la historia. ¿Hasta dónde llegó Galdós? Hasta los orígenes de la España contemporánea a través del corazón de algunos personajes inolvidables. Los individuos son seres sociales y las sociedades se encarnan siempre en individuos con el derecho y la obligación de responsabilizarse de su propia conciencia.