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Joaquín Machado, un hermano

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La verdad hay que buscarla en un inextricable laberinto de mentiras. Es uno de los aforismos de Joaquín Machado que ahora publica Ediciones Micomicona, Dando vueltas al atajo, gracias a Beatriz Lorenzo Gómez de la Serna y Jesucristo Riquelme. La verdad no sólo lucha contra la mentira, también contra el olvido.

La cultura española contemporánea está acostumbrada a comparar a Manuel y Antonio Machado. Hubo una época en los años del Modernismo que Antonio sólo era un hermano de Manuel. Después Manuel fue el hermano de Antonio, don Antonio. Siempre ha supuesto una emoción histórica para sus lectores más devotos que, frente a las rivalidades literarias y las heridas bélicas, la fraternidad entre Manuel y Machado estuviese por encima de las circunstancias. Pero también conviene ahora aprovechar la ocasión y recordar que la verdad lucha contra el olvido. Una catástrofe como el golpe de Estado de 1936 y la Guerra Civil no sólo afectó a los nombres más altos de la cultura, Federico García Lorca, María Lejárraga, Ramiro de Maeztu, Pedro Muñoz Seca o María Teresa León, sino también a autores de menos relieve y, sobre todo, a mucha gente anónima abocada a las armas, las venganzas, la represión, la muerte o el exilio. Maldito golpe de Estado de 1936.

Por eso conviene recordar que, bajo las cifras y las estadísticas de víctimas, exiliados o presos, hay nombres y apellidos, experiencias personales de desolación. Mientras no se considera el carácter humano individual en el que actúa cada tragedia, no podemos valorar los efectos reales de un acontecimiento. Allí donde termina la mentira, allí está la verdad… si es que la mentira termina en alguna parte. Es otro de los aforismos de Joaquín Machado. En la historia de la familia, la guerra civil cayó, por ejemplo, sobre los grandes poetas Antonio y Manuel, pero también sobre Ana, José, Carmen, Mateo, Eulalia, otra Carmen, Francisco, Mercedes, otra Ana, Miranda, Leonor… y Joaquín (1881-1955), el hermano de Antonio y Manuel que vivió un exilio difícil en Chile, escribió artículos en La Verdad de España y coleccionó una serie de aforismos en un cuaderno para dejar testimonio de su realidad más íntima en medio de las nostalgias españolas y de los grandes conflictos internacionales.

Bajo las cifras y las estadísticas de víctimas, exiliados o presos, hay nombres y apellidos, experiencias personales de desolación

Dejó correr su pluma para salir de caza en busca de sus propios pensamientos y cultivó la brevedad, amparado por los proverbios de Antonio, convencido de que, puestos a hablar o a escribir, las palabras son lo que queda, escoria o ceniza, como rastro de los sentimientos más profundos. Ahora podemos recoger su testimonio. El cuaderno de Joaquín, escondido durante años en las pertenencias familiares, pasó de su mujer Carmen a sus amigos Arturo Lorenzo y Elena Gómez de la Serna, y de ellos a Beatriz Lorenzo de la Serna que, junto a Jesucristo Riquelme, nos lo ofrece a nosotros. Y nosotros tenemos nombre, apellidos, razón y sentimientos para poner en la lectura nombre y apellido a las víctimas de una masacre, dolor silencioso y silenciado, más allá de los personajes famosos, de las historias de Manuel Azaña o Pasionaria, de María Zambrano o Pilar de Valderrama, cada cual con su responsabilidad, sus inquietudes y sus hechos.

Joaquín, un ser humano formado en el espíritu familiar de la Institución Libre de Enseñanza, que vivió sus ilusiones y sus fracasos. Los artículos de periódico sirven para comprender el contexto histórico que alentó la punzada de sus aforismos. La experiencia de su tiempo le enseñó que el marxismo puede ser mucho más cristiano que un papismo capitalista, pero también que lo alcanzado suele ser la muerte de lo que se esperaba. En los laberintos de la mentira, conviene encontrar motivos para la resistencia. La vida se abre, se pliega y se despliega antes de cerrarse. Alguien dijo: mientras hay vida, hay esperanza. Yo digo: mientras hay esperanza, hay vida. Otro aforismo de Joaquín Machado. Repito: combatir la mentira es también luchar contra el olvido.

Además, y no se nos olvide, Joaquín fue el protagonista del poema El viajero de Antonio Machado. Los lectores de Soledades lo hemos visto partir muchas veces hacia un país lejano.

La verdad hay que buscarla en un inextricable laberinto de mentiras. Es uno de los aforismos de Joaquín Machado que ahora publica Ediciones Micomicona, Dando vueltas al atajo, gracias a Beatriz Lorenzo Gómez de la Serna y Jesucristo Riquelme. La verdad no sólo lucha contra la mentira, también contra el olvido.

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