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Lo que Feijóo quiso obviar en su discurso y sus guiños a Vox

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No tardó ni un minuto Alberto Nuñez Feijóo en nombrar la amnistía cuando subió a la tribuna del hemiciclo del Congreso de los Diputados. Comenzó el líder popular haciendo un discurso más propio de una moción de censura que de una sesión de investidura. Prefirió cargar contra Sánchez y la gestión del Gobierno –al que acusó de deshonesto y desleal– que detallar los planes de futuro para su país. Ningún fin, ni siquiera la presidencia del Gobierno, dijo, justifica los medios.

Quiso Feijóo tirar de épica pero acabó tirando de mentiras. Varias veces repitió que a su alcance estaban los votos para ser presidente del Gobierno pero que no lo sería por negarse a aceptar el precio que le piden para ello, en referencia a las peticiones del independentismo. Es uno de los nuevos mantras de las filas populares desde que olvidaron los manidos mensajes de ‘derogar el sanchismo’ o ‘que te vote Txapote’ que centralizaron la campaña electoral del pasado 23 de julio. Un argumento con el que tratan de disfrazar de sacrificio por España lo que en realidad es carencia de apoyos. Obvian los populares que ha sido su alianza con la ultraderecha de Vox la que les ha alejado del resto de grupos políticos. Por eso, no han conseguido reunir ningún voto más allá de los 172 con los que ya partían cuando el rey le encargó la investidura a Feijóo hace más de un mes.

Hasta en seis ocasiones insistió Feijóo en que el único partido legitimado para gobernar es el PP porque en los últimos comicios fue la lista más votada. Lo hizo delante de Isabel Díaz Ayuso, Juanma Moreno o Alfonso Fernández Mañueco, obviando que los tres han gobernado –Ayuso y Moreno antes de conseguir la mayoría absoluta– en sus comunidades autónomas sin ser el partido con mayor número de votos. 

También recalcó el líder popular que fuera de la Constitución no hay democracia y propuso recuperar el delito de sedición enmarcado en un nuevo tipo penal denominado "deslealtad constitucional". El nombre resulta cuanto menos paradójico si tenemos en cuenta que es su partido el que lleva años bloqueando la reforma del CGPJ a pesar de que es un mandato constitucional. 

No fue hasta bien entrado su discurso –casi cuarenta minutos hubo que esperar– cuando comenzó Feijóo a detallar su proyecto de Estado. Fue ahí donde dejó de lado el papel de líder de la oposición y adoptó el de candidato a la investidura. Pero volvió a tirar de falsedades o inexactitudes cuando habló de salario mínimo interprofesional -que el PP no ha subido nunca-, cuando alimentó la alarma social del aumento de ocupaciones de viviendas -los datos reflejan precisamente lo contrario- cuando explicó su propósito de rebajas fiscales -obviando que su partido suele premiar a las rentas más altas- o cuando habló de la inflación -omitiendo que la de España es la segunda más baja de la Unión Europea.

Hubo complicidad con Vox en materia de cambio climático. Transición ecológica sí, dictadura del activismo, no, llegó a decir. Algo que el propio Abascal le agradeció más tarde en su intervención. Pero quizá el guiño más descarado llegó con la violencia machista. Dijo el presidente de los populares que se señala a algunos partidos o directamente a todos los hombres como culpables de su incremento, comprando así el argumento más rancio de la ultraderecha que ataca al feminismo y a la izquierda porque, dicen, criminalizan a todos los varones. Prefieren una afirmación vacía de contenido que reconocer que el de coalición es el gobierno que más derechos en favor de la igualdad ha aprobado durante su mandato.

Compró Feijóo el argumento más rancio de Vox. Ese que ataca al feminismo y a la izquierda porque, dicen, criminalizan a todos los varones. Un argumento vacío antes que reconocer que el gobierno de coalición es el que más derechos igualitarios ha aprobado

En lo que llevamos de año, 49 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas; es una cifra superior a todos los feminicidios de 2022. Y a pesar de eso, durante las casi dos horas de intervención no se escuchó por parte del líder del PP ninguna propuesta para combatir el terrorismo machista más allá de frases hechas ("no para de crecer porque no hay una respuesta suficiente") o críticas a la ley del solo sí es sí. Habló del Pacto de Estado contra la Violencia de Género obviando que Vox es el único partido que no lo ha firmado y que el PP gobierna o tiene acuerdos de gobierno con la extrema derecha en 140 municipios y 5 comunidades autónomas. De hecho, solo unas horas antes los ultras volvían a desmarcarse de una pancarta contra la violencia de género en el minuto de silencio que convocó el Ayuntamiento de Madrid por el último feminicidio ocurrido en Villaverde.

Este martes, Feijóo ha obviado algunas verdades en su discurso, entre ellas que es la falta de una mayoría en el Parlamento la que le impide ser presidente. Otras, sin embargo, han quedado perfectamente retratadas: como que el apoyo de los diputados de Vox no sale gratis y uno de los peajes a pagar por él son los derechos de las mujeres.

No tardó ni un minuto Alberto Nuñez Feijóo en nombrar la amnistía cuando subió a la tribuna del hemiciclo del Congreso de los Diputados. Comenzó el líder popular haciendo un discurso más propio de una moción de censura que de una sesión de investidura. Prefirió cargar contra Sánchez y la gestión del Gobierno –al que acusó de deshonesto y desleal– que detallar los planes de futuro para su país. Ningún fin, ni siquiera la presidencia del Gobierno, dijo, justifica los medios.

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