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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Y los más pobres siguen sin votar

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Braulio Gómez

Los más pobres no se han enterado de la nueva política. Tampoco la nueva política ha sido lo suficientemente innovadora y creativa para atraer a las urnas a los ciudadanos más desfavorecidos. Si el combate se está librando entre los de arriba y los de abajo, los que por debajo ya solo tienen el abismo siguen fuera de la democracia; de la participativa, de la deliberativa y, lo que es peor para sus intereses, de la representativa. En las últimas elecciones andaluzas, una vez más, nadie echó en falta la voz de los excluidos sociales en las urnas. A nadie le importa que existan barrios donde no vota el 80% de sus habitantes.

Andalucía era un laboratorio perfecto para que la nueva política visibilizara alguna estrategia para atraer a los más desfavorecidos a las urnas. Más de la mitad de las 100 secciones electorales con mayor abstención de España se concentran en territorio andaluz. El índice de pobreza y exclusión registra uno de los valores más altos de Europa, un 22%, lo que supone más de dos millones de andaluces en situación de exclusión. Por desgracia, no se registró ninguna iniciativa para acercar a las urnas a los ciudadanos de los márgenes, los que más necesitan la ayuda de Estado. La opción dominante está siendo potenciar la participación vía internet, con resultados más que dudosos (aquí y aquí) cuando sabemos que los más pobres no están todo el día enganchados a Twitter como piensa la alcaldesa popular de Cádiz, Teofila Martinez. Más bien al revés, son los ciudadanos con menos recursos económicos y los de clase más baja los que menos acceden a la red en busca de información política. Y si no buscan información, no digamos ya participar o tomar decisiones en las nuevas ventanas digitales.

Hace unos años, en los tiempos de la vieja política, localizamos en un estudio que realizamos para la Fundación Alternativas la existencia de unos agujeros negros de la democracia donde la mayoría de sus habitantes no participaba en el proceso electoral y que coincidían casi milimétricamente con los barrios marginales de las grandes ciudades. Demostrábamos la existencia de una relación causal entre vivir en una sección electoral caracterizada como excluida socialmente y no participar en las elecciones. Estos barrios de pobreza extrema coexistían a menos de una manzana con espacios donde los ciudadanos desarrollaban su proyecto vital con los recursos necesarios para disponer de una razonable calidad de vida y que participaban mayoritariamente en las elecciones. A pesar de que teníamos y que tenemos una participación media elevada en el último ciclo electoral en España, en algunas barriadas caracterizadas por su mala condición de vida, dos de cada tres ciudadanos no introducían sus preferencias en las urnas a través de su voto. Si observamos lo que ha ocurrido en las pasadas elecciones andaluzas, la situación sigue siendo igual de dramática.

La tabla recoge las secciones electorales que han registrado la participación más baja en las pasadas elecciones andaluzas del 22-M y el grado de exclusión que sufren, en función de los datos del censo de Población y Viviendas de 2012. Siguiendo la literatura sobre exclusión social (que puedes consultar aquí), hemos categorizado previamente las secciones electorales en función de su integración o su exclusión social. Las secciones categorizadas como excluidas serían aquellas en las que viven los que concentran todo tipo de carencia de recursos que les impide escapar de forma autónoma de su condición de excluidos.

Las variables tienen en cuenta la ocupación, la educación, el capital social, la vivienda y los recursos económicos. Por un lado, hacemos uso de algunos indicadores de las dimensiones relacionadas con la exclusión social, a la vez que desarrollamos un indicador compuesto de exclusión social, utilizando en todos los casos datos del Censo de Población y Viviendas de 2012.

Si la abstención fue la opción elegida por el 34% de los andaluces, en la tabla de secciones electorales más abstencionistas se puede ver cómo esta cifra se dispara al doble en algunos de los barrios de las principales ciudades y llega hasta el 83% en una de las secciones que componen el Polígono Sur de Sevilla. ¿Qué tienen en común el Polígono Sur de Sevilla, el Puche de Almería, los Asperones y Palma-Palmilla de Málaga o Amanjayar de Granada, los barrios que registran esta abstención extrema?

Son barriadas que sufren una exclusión severa, forman parte de esa pobreza estigmatizada que nadie quiere ver ni tener cerca. Esas secciones electorales tienen la mayor concentración de ciudadanos que lo han perdido todo, trabajo, relaciones sociales, vivienda, salud, por no hablar de los recursos económicos. La única sección que no pertenece al barrio de una gran ciudad que se cuela entre las que registran una abstención extrema se encuentra en Puerto Serrano, un pequeño pueblo de la provincia de Cádiz. Quien conozca un poco la provincia de Cádiz, no le costará relacionar la abstención extrema de esta barriada de Puerto Serrano con la exclusión social.

Para solucionar un problema, lo primero que hay que hacer es reconocerlo. Igual que los partidos políticos de izquierda han introducido acertadamente en el debate público el tema de la pobreza como una de las prioridades en su agenda política, deberían mostrar una mayor sensibilidad hacia la incorporación al electorado de los más frágiles de nuestra sociedad. Podrían hacerlo, con motivaciones de justicia o por convicción, para reducir la desigualdad en la representación que produce la exclusión política de los ciudadanos con menos recursos económicos y sociales. O también podrían hacerlo por conveniencia política, los excluidos cuando votan, optan en mayor medida por opciones de izquierda, según demostramos en el estudio de la Fundación Alternativas, Los excluidos también pueden votar. Y en España, según el último informe de Foessa hay más de cinco illones de personas que sufren exclusión severa. El acercamiento deberá ser analógico, los ciudadanos que están fuera de la democracia también sufren exclusión digital.

Braulio Gómez es investigador en Ciencia Política en la Universidad de Deusto. Es autor del libro 'O controlo político dos procesos constituientes' (Impresa de Ciencias Sociais, 2010), coautor de 'La calidad de la democracia en España' (Ariel, 2011) y de 'La encuesta deliberativa' (CIS, 2009). Es el director del 'Regional Manifestos Project'

Los más pobres no se han enterado de la nueva política. Tampoco la nueva política ha sido lo suficientemente innovadora y creativa para atraer a las urnas a los ciudadanos más desfavorecidos. Si el combate se está librando entre los de arriba y los de abajo, los que por debajo ya solo tienen el abismo siguen fuera de la democracia; de la participativa, de la deliberativa y, lo que es peor para sus intereses, de la representativa. En las últimas elecciones andaluzas, una vez más, nadie echó en falta la voz de los excluidos sociales en las urnas. A nadie le importa que existan barrios donde no vota el 80% de sus habitantes.

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