Después de la reunión de Iglesias y Sánchez, contraprogramada con una paralela de Rajoy y Rivera, los medios constataron la evidencia: en España se acababan de formar dos grandes bloques, uno a la izquierda (PSOE más Podemos), y otro a la derecha (PP más Ciudadanos).
En realidad, en casi todo parlamento democrático –y en el de España también, por supuesto– esos dos bloques son lo habitual. Uno a la derecha y otro a la izquierda, que piensan, proponen y votan de manera coherente dentro del bloque, y también en contraste con el bloque contrario. Puede haber algunas excepciones, como En Marcha, el nuevo partido de Macron, que ha logrado una mayoría contundente en la Asamblea Francesa, u otros casos en el norte de Europa, con partidos que se ubican en el centro y consiguen mayorías importantes. Pero un centro fuerte, un lugar ideológicamente situado entre la derecha y la izquierda que logra un apoyo electoral mayoritario, no es para nada habitual. Lo natural es que al final los partidos se sitúen en uno de los dos lados.
Y que, cuando se han ubicado, uno de los dos (o más) partidos del bloque, termine por dominar al otro (o a los otros). No hay ni un solo caso en Europa, por ejemplo, en que convivan durante más de una legislatura, dos partidos de izquierda o dos partidos de derecha con similar tamaño parlamentario. Lo que suele suceder es que, finalmente, el electorado se concentra en uno de los dos (o más) partidos en competición, y que finalmente se conformen un grupo grande y otro bastante más pequeño, como ha sucedido en España con el PSOE e Izquierda Unida hasta hace tan solo un par de años.
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Quiero decir que, como cantaba El Gran Combo de Puerto Rico hace 30 años, "no hay cama pa tanta gente". Ni en la derecha hay espacio sociológico para dos grandes partidos, ni lo hay tampoco en la izquierda. El PP podrá entenderse bien con Ciudadanos mientras el segundo siga siendo pequeño y no amenace la hegemonía del primero.
Y, por contra, el PSOE y Podemos no podrán llevarse bien mientras ambos se amenacen mutuamente desde el punto de vista electoral. Sí, podrán simular entendimiento, como el martes pasado. Incluso podrán entenderse realmente y votar juntos en muchas cosas y abordar iniciativas comunes. Pero cuando llegue la hora de la verdad, es decir, la de las elecciones, y vuelvan a pelear por el mismo electorado, terminarán siendo lo que son hasta ahora: enemigos que con una mano se dan golpecitos en la espalda, mientras con la otra esconden tras la espalda el puñal.
En los mundos de Yupi podría ser de otra manera, pero en el brutal mundo de la competición electoral, no hay piedad por parte de los votantes, que, como en la salsa, al ver que no hay cama pa tanta gente, terminan diciéndole a uno de los partidos: "Pa'fuera, pa'la calle..."
Después de la reunión de Iglesias y Sánchez, contraprogramada con una paralela de Rajoy y Rivera, los medios constataron la evidencia: en España se acababan de formar dos grandes bloques, uno a la izquierda (PSOE más Podemos), y otro a la derecha (PP más Ciudadanos).