El 25 de abril no hizo demócratas a los militares de la UMD

Fernando Reinlein

Vuelve a ser referencia el 25 de abril, el día que hace 51 años una revolución romántica, la de los claveles, llevó el color y la libertad a Portugal después de 40 años de dictadura en blanco y negro. Y con esa referencia, vendrá también la de la Unión Militar Democrática (UMD), la organización militar española, necesariamente clandestina, que pretendía que la democracia llegara a España también, sin que la oposición de los franquistas nostálgicos pudiera impedirlo.

El coronel Vasco Lourenço, uno de los líderes principales de la revolución portuguesa, definió a la UMD como hija del Movemento das Forças Armadas (MFA), la organización militar que se rebeló con éxito contra la dictadura en el país vecino. Hay verdad en ello, qué duda cabe. Pero hay que aclarar que los Capitanes de Abril, como eran conocidos los militares que tomaron el poder, no hicieron demócratas a los capitanes españoles, que estaban dispersos en diferentes grupos territoriales no conectados entre sí. Ya lo eran. Lo que sí hizo la Revolución de los Claveles fue despertar entre los oficiales que se reunían en los cuarteles de Barcelona en pequeños grupos, dirigidos por Julio Busquets, la necesidad de tomar contacto con otros y organizarse como grupo de militares demócratas para apoyar la transición política que acabara con la dictadura franquista. Y así lo hicieron con la fundación de la UMD el 1 de septiembre de 1974.

A la hora del recuerdo, transcurrido medio siglo de la Revolución de los Claveles –y como tantas veces se ha repetido–, siempre nos quedará Portugal

Como se ha explicado en tantas ocasiones, había notables diferencias entre ambas organizaciones ibéricas que, desde el principio y para siempre, mantuvieron fraternales relaciones. En la UMD siempre contamos con el apoyo incondicional de nuestros compañeros lusos. La UMD no tenía vocación ni posibilidad golpista, tan solo tenía la intención de hacer lo que hizo: interponerse para que los militares ultras no impidieran la transición pacífica a la democracia, una vez sucedida la muerte del dictador. Y lo cierto fue que aportaron, muchos pagando un alto precio por ello, su grano de arena o de roca para que así fuera.

A la hora del recuerdo, transcurrido medio siglo de la Revolución –y como tantas veces se ha repetido–, siempre nos quedará Portugal.

 

* Fernando Reinlein es antiguo miembro de la UMD y periodista. Presidente del Foro Milicia y Democracia.

Fernando Reinlein

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