Avanzar en la vacunación

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Marciano Sánchez Bayle

En España se está avanzando en la vacunación a trompicones pero tampoco a un ritmo mucho menor que la mayoría de los países desarrollados: el 25 de febrero nos situábamos en un 6% de la población con al menos una dosis administrada, porcentaje mayor que el de Alemania, Italia, Francia y Portugal y un poco superior al promedio de la UE. En el mundo nos superaban claramente Israel, Reino Unido (este caso no es directamente comparable porque aunque hay un gran número de personas que han recibido una dosis, el 24,2%, solo el 0,9%, un porcentaje 2,77 veces menor que en España, tiene completada la vacunación), EEUU y algún otro país como Dinamarca, con una diferencia menor de un 1%, es decir una situación perfectamente equiparable con la mayoría del mundo desarrollado.

Es evidente que el objetivo de la vacunación es hacerlo lo antes posible y vacunar de manera preferente a las personas más vulnerables (las que tienen una mayor mortalidad), es decir los mayores de 60 años y a los que padecen enfermedades crónicas. Por otro lado no se puede olvidar que, cuanto más tiempo pase y haya más personas infectadas, será más probable que el virus presente mutaciones, y que alguna de ellas lo haga más letal y/o más transmisible, por lo que es importante vacunar pronto también a una mayoría de la población.

En España se están planteando dos estrategias de vacunación que aparecen como totalmente enfrentadas y excluyentes: realizar la vacunación en los centros de salud, aprovechando el amplio dispositivo de Atención Primaria, y hacerlo en grandes espacios como polideportivos, etc, por lo que conviene evaluar las ventajas e inconvenientes de cada modelo y si son realmente antitéticos.

En primer lugar los centros de salud tienen una gran ventaja que es la accesibilidad debido a una extensa red que acerca el servicio a toda la población, tanto en el área urbana como en la rural; por otro lado hay un mejor conocimiento de las personas a las que se atiende, lo que es muy importante en el caso de mayores y/o crónicos y se tiene acceso directo a su historia clínica, por lo que pueden evaluarse sus posibles contraindicaciones y/o problemas de salud que pueden interferir en la vacunación. Finalmente hay una dotación sanitaria apropiada en el caso de que se presente alguna grave complicación, que aunque son muy infrecuentes, obviamente pueden producirse, y por supuesto hay amplia experiencia en vacunación y su intervención mejora la adherencia de la población a la Atención Primaria.

Como no hay día sin noche, o si se prefiere sin “reverso oscuro”, también tiene inconvenientes. El primero es que puede mantener y reforzar el bloqueo de la asistencia de los enfermos no covid19 al dedicar tiempo y recursos a la vacunación, lo que obviamente puede solventarse incrementando recursos humanos; por otro lado, muchos centros presentan problemas de espacio para separar a los que se vacunan de los pacientes covid y no covid, aunque esto puede y de hecho se está realizando la vacunación en franjas horarias concretas; y finalmente es más probable que se produzcan tiempos muertos en la vacunación, por ejemplo por la no comparecencia de alguna/s de las personas citadas.

¿Qué sucede con la utilización de grandes espacios?. Obviamente es mas fácil separar a las personas que acuden a vacunarse y organizar circuitos seguros; y también la vacunación puede tener mayor rentabilidad (se puede vacunar con más velocidad y optimizar el tiempo de los profesionales que vacunan); pero también existe menor capacidad de respuesta en caso de complicaciones, no hay posibilidad de consultar la historia clínica de las personas a vacunar y se desconocen los problemas de salud previos de las mismas, y lo más importante, son en general lugares más alejados del domicilio habitual (problema serio para personas mayores y para las que tienen menos recursos económicos) y pueden generar una barrera al acceso precisamente de quienes son más vulnerables. Por supuesto Isabelita, y no solo ella, señalaría entre sus supuestas ventajas que permiten mejores operaciones de marketing (fotos, reportajes, etc) y con más glamour, y que pueden valer incluso para maquillar operaciones injustificables como el hangar con camas de la Sra Ayuso.

En ambos casos también se puede aprovechar para la subcontratación/ privatización de la vacunación, lo que de hecho está sucediendo en algunas Comunidades Autónomas, y también, en ambos casos, para una mayor fluidez de la vacunación se precisa el refuerzo del personal sanitario, aumentando las contrataciones, porque no tiene sentido el deteriorar unos servicios para atender a otros.

En resumen, son modelos que pueden funcionar de manera complementaria, por lo que sería bueno adaptar el modelo según cada caso concreto, es decir en el caso de personas mayores y/o con enfermedades crónicas y en núcleos pequeños de población, es claramente mejor el modelo de Centros de Salud, porque garantiza accesibilidad y previene riesgos. Cuando se trata de personas jóvenes y sanas, en grandes ciudades, el modelo de grandes espacios debería de considerarse en algunos casos (por ejemplo en universidades, donde los estudiantes suelen provenir de muchos sitios, distintos y distantes, donde siguen teniendo su centro de salud de referencia y/o grandes centros de trabajo) aunque siempre hay que valorar las ventajas e inconvenientes de cada caso.

El lío de las vacunas

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Un último comentario. Avanzar en la vacunación y hacerlo pronto es una necesidad, pero no podemos olvidar que sus efectos sobre el control de la enfermedad solo serán eficaces a medio plazo, y que mientras tanto es muy importante mantener las restricciones y la precaución frente a los contagios, porque sigue habiendo aspectos clave que desconocemos, como la duración de la inmunidad y la capacidad de contagiar de las personas vacunadas. Y todo ello sin olvidar que para erradicar o contener el virus no basta con que nos vacunemos nosotros, sino que hay que extender la vacunación al conjunto de la población del planeta.

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Marciano Sánchez Bayle es portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública

En España se está avanzando en la vacunación a trompicones pero tampoco a un ritmo mucho menor que la mayoría de los países desarrollados: el 25 de febrero nos situábamos en un 6% de la población con al menos una dosis administrada, porcentaje mayor que el de Alemania, Italia, Francia y Portugal y un poco superior al promedio de la UE. En el mundo nos superaban claramente Israel, Reino Unido (este caso no es directamente comparable porque aunque hay un gran número de personas que han recibido una dosis, el 24,2%, solo el 0,9%, un porcentaje 2,77 veces menor que en España, tiene completada la vacunación), EEUU y algún otro país como Dinamarca, con una diferencia menor de un 1%, es decir una situación perfectamente equiparable con la mayoría del mundo desarrollado.

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