La revolución digital que estamos viviendo tiene profundas implicaciones. No se trata únicamente de un salto tecnológico sin precedentes, sino que es un cambio de enorme potencial de innovación y de transformación que tenemos que aprovechar. Y, como nos ha recordado recientemente el Noveno Informe de Cohesión publicado por la Unión Europea, se produce en el contexto de la triple transición: la tecnológica, pero también la transición ecológica y unos profundos cambios demográficos.
Dentro de esta ecuación, es importante atender a la dimensión digital y su impacto en la configuración de las brechas sociales y territoriales que conforman lo que conocemos como reto demográfico. Bajo este concepto, se engloban un conjunto de dimensiones que apuntan a las divergencias demográficas y socioeconómicas entre los distintos territorios. La realidad de las zonas de la España interior y del medio rural conforma un contexto muy distinto a las del litoral y los grandes entornos urbanos.
Hasta ahora, una de las principales diferencias dentro de esa “fractura territorial” era la denominada como “brecha digital”. En 2018, la cobertura de fibra en el ámbito rural era del 38%; en 2024, la cobertura fija de fibra óptica ultrarrápida será de casi el 90% en las zonas rurales. Hemos reducido por tanto la brecha digital en 50 puntos porcentuales, a través de una fuerte inversión en la extensión de la conexión por banda ancha ultrarrápida. Y, allí donde todavía no llega la fibra, tienen como alternativa asequible la conexión por satélite.
Por tanto, esa inversión nos ha permitido hacer realidad el eje transversal de la cohesión social y territorial que está en la base del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Nuestro objetivo ha sido desde el principio que este Plan de Recuperación llegue también a las zonas de reto demográfico, y por eso en 2021 se concretó el Plan de 130 medidas, para asegurar que ningún territorio se quedara atrás.
La digitalización no es la panacea ni la solución a todos los males ligados a los desafíos demográficos, pero sí que es la vía para fomentar ecosistemas rurales innovadores, que sirvan de palanca de transformación territorial
Cerrando la brecha digital contribuimos a vertebrar el territorio, ofreciendo una vía esencial para generar oportunidades en el medio rural. Es evidente que no basta únicamente mejorar la infraestructura, este salto hacia adelante en conectividad tenía que estar, y está, acompañado de una atención prioritaria hacia la mejora de la capacitación digital. En concreto, con el denominado Programa Reto Rural Digital, puesto en marcha desde la Secretaría General para el Reto Demográfico, apostamos por la mejora de las competencias digitales transversales de la población de los pequeños municipios y en el medio rural.
Para aprovechar las oportunidades de la digitalización, necesitamos propiciar un marco que asegure que estas sean un factor de cohesión e inclusión social. Posibilitar que nuestros mayores accedan de forma segura a internet, o que la empleabilidad del medio rural aumente gracias a la mejora en sus competencias digitales transversales, es el complemento adecuado para las mejoras en conectividad.
La digitalización no es la panacea ni la solución a todos los males ligados a los desafíos demográficos, pero sí que es la vía para fomentar ecosistemas rurales innovadores, que sirvan de palanca de transformación territorial. Tenemos ante nosotros la posibilidad de contar con nuevas herramientas y nuevas capacidades para que nuestros pueblos puedan aprovechar sus recursos y desde el liderazgo local construir proyectos con un claro horizonte de futuro.
Francesc Boya es secretario general para el Reto Demográfico.
La revolución digital que estamos viviendo tiene profundas implicaciones. No se trata únicamente de un salto tecnológico sin precedentes, sino que es un cambio de enorme potencial de innovación y de transformación que tenemos que aprovechar. Y, como nos ha recordado recientemente el Noveno Informe de Cohesión publicado por la Unión Europea, se produce en el contexto de la triple transición: la tecnológica, pero también la transición ecológica y unos profundos cambios demográficos.