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La llegada del covid-19 ha supuesto un duro golpe para nuestro sistema de bienestar cuyas consecuencias aún no hemos evaluado con rigor. En Madrid, el Sistema de Autonomía Personal y Atención a la Dependencia se ha visto gravemente dañado, no solo por la letal y escandalosa desatención sanitaria sufrida por las personas mayores dentro de las residencias, también por el abandono vivido en otros servicios.
Mientras en el conjunto España durante el año 2020 el número de personas atendidas creció, en Madrid se redujo en 10.180, es la Comunidad que más pierde. Además, durante este año muchas personas fallecieron en la lista de espera, y otras, que estaban en Centros de Día o en Ayuda a Domicilio, se quedaron sin servicio a pesar de su dependencia, puesto que la única respuesta que recibieron del Gobierno madrileño fue cerrar servicios esenciales.
El balance de la gestión del Gobierno de Díaz Ayuso es deplorable, y no solamente por esos miles de personas que se quedaron sin atención, también por el descrédito provocado. La reducción de la lista de espera en residencias no se ha producido porque se hayan incorporado al servicio quienes lo esperaban desde hace tiempo, sino porque, ante el miedo, muchas familias han renunciado.
Esta también es una consecuencia dramática de la actuación de un Gobierno insolidario, injusto e incapaz de afrontar una pandemia. Nuestro sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia, maltratado por años de recortes, necesita ser apoyado, desarrollado y reforzado para hacer real aquello que la Ley establece, que todas las personas en situación de dependencia deben ser cuidadas. Garantizar este derecho se hace urgente en tiempos de covid.
La pandemia nos ha puesto ante un espejo que ha reflejado de manera descarnada las lagunas de nuestro sistema de cuidados, pero también nos ha hecho ver la necesidad de este. El cuidado tiene un gran valor social, puesto que es una actividad imprescindible para mantener la vida permitiéndonos vivir mejor durante más tiempo, pero, además, el Sistema de Servicios Sociales es un importante generador de empleo, y lo ha sido, incluso, en el año 2020, en el que, a pesar de la pandemia, ha crecido el número de personas afiliadas a la Seguridad Social en España, si bien no lo ha hecho en la Comunidad de Madrid.
He escuchado en este tiempo el dolor y la culpa de muchas mujeres por haber dejado a un familiar en una residencia de mayores. En varios debates me encontré con personas jóvenes que expresaban su rechazo a que su abuelo o abuela fuera a una residencia. Nadie, sin embargo, explicita la respuesta a la pregunta: ¿Quién cuidará del abuelo o abuela? Siempre se ha sobreentendido, lo hará alguna mujer de la familia.
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Son las mujeres quienes se han ocupado del cuidado de manera gratuita, y esta asignación del patriarcado sigue estando interiorizada en las personas y en la sociedad limitando enormemente las vidas de las mujeres. Por eso un sistema de cuidados profesionalizado sigue siendo imprescindible también para avanzar en igualdad, y por lo tanto en democracia.
Hay quienes han utilizado la crisis del covid para reforzar aquello que ya venían haciendo, debilitar el Estado del Bienestar, y en concreto la atención a las personas en situación de dependencia, lo muestran los datos de la gestión del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, si algo ha demostrado esta crisis es que los servicios públicos deben ser reforzados. El Sistema de Dependencia es clave para seguir avanzando en aquello por lo que tanto hemos luchado como sociedad, dar vida a los años, es decir vivir más tiempo con mejor calidad. No permitamos ni un paso atrás.
Purificación Causapié Lopesino es exdiputada del Grupo Socialista de la Asamblea de Madrid.
La llegada del covid-19 ha supuesto un duro golpe para nuestro sistema de bienestar cuyas consecuencias aún no hemos evaluado con rigor. En Madrid, el Sistema de Autonomía Personal y Atención a la Dependencia se ha visto gravemente dañado, no solo por la letal y escandalosa desatención sanitaria sufrida por las personas mayores dentro de las residencias, también por el abandono vivido en otros servicios.
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