Parece mentira que a estas alturas haya que aclarar la diferencia entre responsabilidad penal y política.
En la primera respondes personalmente por un delito que puedas haber cometido, y aplica la presunción de inocencia.
En la segunda respondes por las acciones del equipo que diriges que perjudican gravemente el prestigio y el funcionamiento de la institución que presides: por acción o por omisión, por negligencia o por descuido, por mirar para otro lado o por no enterarte de nada (el clásico “me enteré por la prensa”). Y aplica la ejemplaridad.
En la grave situación por la que pasa el Ayuntamiento de Madrid (tras dos escándalos mayúsculos como los espionajes o la estafa del material sanitario) no vale con aceptar o forzar la dimisión del directamente implicado (Carromero o quienes materialmente aprobaron o formalizaron la compra desde la concejalía de Hacienda o la Empresa Funeraria).
La nula credibilidad de las explicaciones dadas por el todavía alcalde en un caso (de los espionajes denunciados que ahora dicen que no existieron y nadie ha pedido perdón a Pablo Casado ni ha compartido las explicaciones de Almeida que ahora le valen a Ayuso) o en el otro (qué papel ha jugado el primo, o el hermano, o el primo hermano de Almeida a la hora de conseguir el contrato para sus conocidos) están hundiendo la marca Madrid y el prestigio de los 25.000 funcionarios que trabajan en él.
Almeida se esconde detrás de la Coordinadora General, de la concejala de Hacienda, de la Directora General de Presupuestos, de la técnica de la empresa funeraria, de la interventora general…
Es cobarde y mezquino, como lo fue saltar del barco de Casado antes del hundimiento —y colaborando a él— para salvarse él, por un espionaje que no existió… Ya veremos si esta vez, como tantas, “Roma no paga traidores”.
Es evidente que el alcalde no está en los detalles de cada contrato. Es evidente que hay sinvergüenzas que se acercan a todas las administraciones a ver qué pueden sacar. Pero es igualmente un sentimiento unánime que, de no haber denunciado Ayuso el espionaje públicamente, Almeida hubiese callado a todos cobardemente (especialmente a su socia y cada vez más cómplice Villacís) su supuesta investigación interna.
Y también es general la idea de que tampoco hizo NADA durante un año por recuperar el dinero estafado a los madrileños y sólo ahora, cuando se ha publicado el demoledor escrito de la fiscalía anticorrupción, dice que se va a personar y (ahuecando teatralmente la voz como igualmente hace Begoña Villacís) va a recuperar “hasta el último céntimo" de los rolex y los ferraris). Ya. ¿Y por qué no lo hizo hace un año, cuando fue llamada la coordinadora general de Hacienda a declarar ante la fiscalía anticorrupción y conocía perfectamente el desfalco? De no haberse hecho público, no hubiese hecho nada. Por cobardía. Para no sacar a relucir a su primo, ni su vergonzoso papel, ni el escándalo.
Huidas hacia adelante. Ganar tiempo. Como los niños que se tapan los ojos y dicen “no estoy”. Ridículo.
Si ni por dignidad dimite Almeida, ni los aspirantes a la recolocación se mueven, sólo queda esperar que al menos dos de ellos, que tengan vida fuera de la política y a los que abochorne su complicidad en este basurero, den un paso al frente
Desde Recupera Madrid no creemos que sea el candidato del PP por este lastre en que se ha convertido. Pero eso es cosa de su partido. Lo que nos preocupa en plena tarea de recuperación es la parálisis de Madrid, es su descrédito, es perder este año y el que viene. Porque no cabe disimular, ni esconderse bajo auditorias dilatorias, comisiones de investigación boicoteadas, ni poner cara seria y seguir como si nada.
¿Cuántos más muertos se esconden bajo la alfombra? ¿Cuántas más balas de fuego amigo pueden impactar en los madrileños y madrileñas? ¿Cómo podemos confiar en equipos que abren las puertas de nuestro ayuntamiento a conspicuos representantes de la jeta society, obnubilados por el famoseo?
Durante cuatro años dirigí la misma Coordinación General que abrió esas puertas y pueden estar todos seguros que con nosotros, conmigo, con Manuela Carmena en la alcaldía, estos desmandes no hubiesen ocurrido. Todos lo saben y los golfos de clase alta los primeros. Nuestros cuatro años de gobierno fueron un oasis de honradez en tres décadas de escándalos del Partido Popular.
Esto es lo que hay y, aunque humanamente se entiende la actitud de Almeida de intentar salvarse y disimular hasta que escampe, no es aceptable. Como tampoco lo es la actitud incalificable de Begoña Villacís (y ahora parece que también de algunos de sus concejales que amenazan con la indisciplina).
A las habituales sospechas de su próximo pase al PP se suma ahora el aviso a navegantes de esos concejales con expectativas de recolocación tras la extinción inminente de Ciudadanos (que todos ellos reconocen en privado), tanto más fuertes cuanto más se acompasan a sus hechos, no a sus declaraciones, que no valen nada.
Si ni por dignidad dimite Almeida, ni los aspirantes a la recolocación se mueven, sólo queda esperar que al menos dos de ellos, que tengan vida fuera de la política y a los que abochorne su complicidad en este basurero, den un paso al frente. Sería suficiente.
No es fácil, las acusaciones más groseras (las conocemos bien) serían vomitadas por dirigentes y empleados mediáticos hasta la náusea. Sólo un planteamiento limpio, abierto, transparente, de equipo de transición para limpiar el Ayuntamiento de suciedad y de sospechas, sería aceptable.
Con tal de salir de este atasco y bloqueo, apoyamos desde ya cualquier liderazgo que nos propongan para este tiempo transitorio. Bien de algún concejal de Ciudadanos de prestigio o bien de cualquiera de los otros grupos que apoyaran la moción y contara con el consenso de los demás. El Ayuntamiento cuenta con un presupuesto aprobado recientemente que define una hoja de ruta clara en cuanto a las prioridades políticas, por lo que no debería ser complicado alcanzar un acuerdo de mínimos para establecer un gobierno de transición que tenga como objetivo recuperar el prestigio de la institución y alejar cualquier sombra de sospecha de que las prácticas que hemos conocido se siguen produciendo en nuestro Ayuntamiento.
Más claro no se puede decir, más urgente no puede ser.
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Luis Cueto es concejal de Recupera Madrid y fue Coordinador General del Ayuntamiento con Manuela Carmena.
Parece mentira que a estas alturas haya que aclarar la diferencia entre responsabilidad penal y política.