La España Vaciada y la hipocresía

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Ángel Viviente Core

Son tiempos de verano, de vacaciones y, como tal, uno se encuentra con otros lugares a los que no estamos acostumbrados durante el resto del año.

En mi caso, paso mi tiempo y mi sosiego en un pueblo muy pequeño de la provincia de Segovia. Uno podría pensar que todo lo que aquí se vive está muy alejado de lo que se cuece en la gran urbe, que todo aquí es idílico, que la tranquilidad llena los espíritus y el solaz de las vacaciones, pero no. Al final, cuando las gentes del lugar hablan de sus problemas y de sus necesidades, llegas a la conclusión de que todo se reduce a lo mismo: el manejo por unos pocos del bienestar de los muchos, igual que en todas partes.

¿Qué ocurre en estos pueblos? ¿A qué se debe que los políticos hablen y hablen de la famosa España Vaciada pero no se vea nunca una actitud real y eficaz para luchar contra este problema? A mí me parece que todo se reduce a una palabra: Hipocresía. Se les llena la boca a muchos de soluciones, de alternativas, de planes que luego nunca llevan a nada. Al final, en esta España Vaciada, que siempre ha sido propiedad de unos pocos, lugar de bajo nivel cultural, para así poder controlar mejor al personal, el caciquismo sigue imperando.

Las necesidades son obvias, a cualquier gestor se le ocurrirían soluciones simples y tajantes, es tan solo cuestión de voluntad política y de dinero, claro, eso digo, voluntad política, porque para otras cosas sí que hay dinero. Pareciese que las ofertas se redujesen a los periodos electorales, en donde los votos valen mucho más que en las grandes ciudades industriales. Son nichos de votos para llenar las arcas de cargos electos en los municipios, las diputaciones, las comunidades y en un Congreso en donde el valor de estos votos se multiplica.

Existen grandes problemas aquí que son evidentes y que podrían paliar, de comenzar a solucionarse, la situación de degradación y despoblamiento:

- La Sanidad. Con una reducción constante del sistema sanitario público, paralelo al proceso que está ocurriendo en las ciudades, pero yo diría que agrabado. Eliminación de consultorios de atención primaria en los municipios, obligando a una atención telefónica, o distante, o a demanda, con desplazamientos que la población envejecida no puede permitirse, a diferencia de lo que ocurre en las urbes. Las Urgencias se reducen, los hospitales están, en muchos casos, a cientos de kilómetros. ¿Quién quisiera venir a vivir aquí?

- El transporte, con la eliminación, debido a la implantación de la red de trenes de alta velocidad, de los desplazamientos de corto recorrido que en ningún caso fue sustituido por un eficiente sistema de transporte por carretera paliativo. ¿Quién querrá venir a vivir aquí?

- La Educación, con pequeños nucleos de población y escasa presencia infantil que obliga a los niños a movimientos diarios por carretera.

- La vivienda, con una inexistente red de vivienda pública, en alquiler o venta, que permitiese la llegada de parejas jóvenes, con posibles trabajos telemáticos o de otro tipo.

- La conexión de banda ancha que permita a los negocios y empresas un funcionamiento acorde con los tiempos que corren y a esos posibles trabajadores telemáticos funcionar adecuadamente.

- Los centros de ocio, las bibliotecas, el acceso a la cultura, con una red de centros sufragados por los municipios y las comunidades.

- La atención a los dependientes que se reduce a unos meros toques de estética.

Y especial atención vamos a prestar a lo que es un problema que puede dar un mazazo definitivo a la vida en estos lugares: Las macrogranjas de animales porcinos.

Castilla y León, Castilla La Mancha y alguna otra, se han convertido en la reserva porcina del país. Se indica que existen en Castilla y León del orden de 700 macrogranjas y hay más en proyecto. En Segovia del orden de 180 y 20 más en proyecto de autorización. Las personas que habitan los pueblos pequeños se muestran incapaces de hacer frente a eso. Son personas, en su mayoría, muy envejecidas, sin grandes ganas de pelear ya por temas como estos y desconocedores de los problemas subyacentes.

Y de nuevo la hipocresía, vendiendo estos productos como medio para dar vitalidad económica a esas zonas, cuando está claro que la creación de empleo con ellas es prácticamente inexistente. De nuevo algunos, con intereses económicos muy fuertes, lo venden como una mejora para todos y los ayuntamientos, incapaces de enfrentarse a este problema que se les viene encima, imposibilitados de controlar absolutamente nada de su funcionamiento futuro. Aprueban la implantación y ahí os quedáis.

Grandes zonas de Segovia y Soria han dejado de poder utilizar el agua para sus necesidades habituales, debido a la existencia de estas macrogranjas. Necesitan agua envasada hasta para cocinar. Los nitratos filtrados por los purines a los acuíferos subterráneos, hacen ese agua imposible de ser utilizada (a pesar de la normativa existente para su control y gestión). En zonas de Soria, de alta densidad de granjas, se ha detectado un aumento anómalo de los casos de cancer de cólon. Los nitratos afectan al cólon especialmente. Por no mencionar la cantidad ingente de agua necesaria en esas macrogranjas para su funcionamiento, un bien de por sí ya escaso.

El tratamiento de los purines, que filtran gran cantidad de nitratos al terreno, a pesar de los controles y las legislaciones, degradan los acuíferos e imposibilitan que muchos terrenos puedan ser cultivados, obligando al empleo de más abonos, lo cual incrementa los problemas, o impide el poder utilizarlos para agricultura.

Muchos grupos ecologistas y de vecinos de municipios en cada zona, que en ningún caso van en contra de las pequeñas granjas locales de toda la vida y a las que las grandes se van a comer, se organizan para enfrentarse a este problema, pero se dan de bruces con una legislación que no acompaña y a la inacción de las autoridades sanitarias, de las cuencas hidrográficas y, por supuesto, de los ayuntamientos.

Es hipocresía, es mentira, las macrogranjas no van a solucionar los problemas de despoblamiento de esta España Vaciada, los van a aumentar.

Y la clase política... ¿Qué hace la clase política, sobre todo los que en estos momentos ostentan el poder de decisión en las comunidades afectadas y en los ayuntamientos? La respuesta: Hipocresía, miran para otro lado, porque conocen de sobra las consecuencias de estas instalaciones en otros territorios y, sin embargo, no se enfrentan a los grandes intereses económicos que les presionan.

Y es curioso, la lucha en este terreno replica lo que se da a nivel estatal en la actualidad, pero a nivel local. La España y la antiEspaña. Los de la bandera del municipio en la muñeca y los que se atreven a protestar. Los defensores de este desarrollo antinatural que acusan a los contrarios de moverse en contra del pueblo: “Odiáis al pueblo, sois los enemigos del pueblo”. “Nosotros sí que lo defendemos” dicen, arrogándose la defensa de los valores locales. Hipócritas.

Son muchos los intereses en juego, son años en los que el flujo de dinero va a reducirse con este negocio, si no a acabarse, y hay que darse prisa, mucha prisa, porque la UE está dictando normas muy extrictas en este tema y España está en su punto de mira, por la demostrada mala gestión y control de estas industrias y porque China, objetivo preferente de las exportaciones, va a cortar la espita de entrada de cerdos en este país.

Pero el problema es que las consecuencias son irreversibles, el daño ya estará hecho. Los nitritos y nitratos permanecerán ocultos en el subsuelo, degradando las condiciones de vida y el medio ambiente. En esos lugares no habrá quién viva en el futuro.

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Sabedlo, hipócritas.

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Ángel Viviente Core es coordinador general de Convocatoria Cívica

Son tiempos de verano, de vacaciones y, como tal, uno se encuentra con otros lugares a los que no estamos acostumbrados durante el resto del año.

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