Plaza Pública
El futuro de los niños
El mundo se agrupa hoy en torno a dos opciones para elegir qué futuro veremos: el del sálvese quien pueda (de los Trump, Le Pen, Salvini, Bolsonaro, Abascal) o el del crecimiento sostenible (de los Macron, Merkel, Obama, Sánchez).
Ambos dejan entrever un autoritarismo o fascismo, que puede llegar. Sin tapujos los primeros o excusados en la urgencia del cambio climático y el agotamiento del petróleo los segundos, si continúan por la vía de la acción climática insuficiente. ¿Exagerado?
Hoy niñas y adolescentes nos dicen públicamente que su futuro nos «importa una mierda». O sea, que la acción climática que en nuestros días proclamamos como panacea, realmente es una chapuza de cara al escenario probable para 2100.
Imaginemos que la ciencia médica nos permitiera a las hijas y a los hijos del baby boom, responsables de las emisiones, de la extinción de especies, de la contaminación de suelos, aguas y tierras, de las políticas presentes y futuras, vivir aún en esa época.
¿Podríamos, entonces, sostener ante las hijas de nuestras hijas, sin avergonzarnos, las razones por las que ellas deberían soportar un cambio climático de 3ºC o más? ¿Cómo les explicaríamos que nos comimos la parte que les tocaba de recursos naturales y les hemos dejado sin petróleo, sin materias primas, sin casi tierras cultivables, sin cursos de agua potable y encima les hemos dejado el planeta devastado y les hemos condenado a un futuro más difícil, cuando sabíamos las consecuencias porque los científicos nos estaban avisando?
Entonces, ¿cómo será el futuro de las niñas? Una vida «basura» entre la basura, donde una gran parte de la población tendrá problemas de acceso al agua, escasez de alimentos al ser las cosechas más pobres por pérdida de productividad de los cultivos −maíz, trigo o arroz− debido al cambio climático, el mismo que incrementará las olas de calor en duración e intensidad así como los temporales en virulencia y periodicidad.
Temperaturas más altas y lluvias más escasas acelerarán además la desertificación, especialmente en el núcleo de la agricultura intensiva de regadío. ¿Qué pasará en esos días si ya hoy la desertificación amenaza con hacer inviable el modo de vida basado en el uso intensivo de agua en el levante y en el sureste de la península? Murcia, Almería, Granada y parte de Málaga, núcleo de la industria agrícola del insostenible regadío serán sometidas al abandono de las tierras y despoblamiento rural, además de miles de españoles −mayormente andaluces y andaluzas− seremos –serán− obligados a ser migrantes en nuestro propio país por esta causa. Nosotros mismos seremos entonces quienes suframos el éxodo, navegantes en esas imaginarias pateras interiores.
Los que tengan recursos, quizás podrán trasladarse a zonas santuario, más al norte. Y los demás, ¿qué pueden esperar en un contexto como éste gobernado por la derecha en alianza con la ultraderecha, de PP y C’s con Vox? Territorios con menos servicios para los más débiles justo cuando sean más necesarios. Por eso esa transición ha de ser justa y equitativa y hecha desde la fraternidad.
Nos quedan 12 años para evitar que el cambio climático supere los 1,5ºC propuestos a final de siglo, para salvaguardar en cierta medida a la sociedad de su colapso. A día de hoy a punto de superar ya 1ºC. 12 años para que no tengamos que avergonzarnos ante los ojos de aquellos que nos miren desde el futuro.
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Estas urgencias exigen que hablemos de manera clara y sin tapujos de las consecuencias sociales, económicas y ecológicas que traerá la crisis climática. Así como de las soluciones que existen. Nada está perdido aún. De nosotras depende construir un presente eficaz, que acompañe una acción climática por parte de los Estados, empresas y sociedad, y eso se hace desde la política y desde la sociedad.
Con la inacción climática nos jugamos no solo la democracia, si no que además nos jugamos la supervivencia de nuestra sociedad. Por tanto, no nos podemos permitir la inacción política y social, sino justamente por lo contrario. Hemos de (re)activarnos y decir alto y claro a las niñas y los niños: sí, nos importa vuestro futuro. ____________
Mateo Quirós es asesor de Equo Cádiz y Francisco Soler es coportavoz de Equo Andalucía