Los gambitos de dama, las trampas del elefante y la defensa eslava
El gambito de dama es una apertura medieval en el juego de ajedrez con el que las piezas blancas, que teóricamente llevan la iniciativa del juego, buscan controlar el centro del tablero. Frente a ella, una conocida defensa contra jugadores neófitos es la decimonónica trampa del elefante, tendida por la agilidad de los alfiles negros. Pero hace más de dos siglos que la diplomacia española perdió la iniciativa de las blancas en el complejo damero global y juega con negras a remolque de las fichas hegemónicas mundiales: los EE.UU. de un reelegido presidente que casi todo el mundo descartó, máximo aliado de Israel y Marruecos con los que España mantiene relaciones contradictorias; la amenazante Rusia de Putin contra la Unión Europea en la que España es un flanco sur con dos torres africanas aisladas en Ceuta y Melilla y peones avanzados y dispersos en Canarias; y la confuciana y globalizada China que mira a Taiwán como su próxima y codiciada pieza mientras extiende sus redes financieras y cibernéticas por todo el globo, particularmente los puertos de América Latina, o en intereses energéticos españoles como la producción solar.
El día de la lotería de Navidad de 2020, muy pocas semanas antes de la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, y del carbón de reyes de 2021 con el asalto al Capitolio a favor del entonces saliente y ahora reelegido e innombrable presidente de EE.UU., entre la supuesta euforia de su final político, en España se obviaron las consecuencias de que Marruecos jugara un gambito de dama con la geopolítica del África subsahariana, al aceptar los acuerdos de Abraham, teóricamente negociados por el yerno, Jeffrey Kushner, del retornado mandatario estadounidense. Al estilo de Egipto anteriormente en marzo de 1979, gracias a los esfuerzos del fallecido y sincero pacifista Jimmy Carter, Marruecos reconocía así a Israel, como socio preferente de Estados Unidos. En este caso, por su potencia cibernética-militar y la certidumbre de acabar con cualquier posibilidad de independencia saharaui, tras el reconocimiento estadounidense a sus pretensiones sobre la antigua colonia española. Tras su golpe de timón ad hoc de 2022 contrario a la postura histórica española a favor de la autodeterminación para la antigua colonia saharaui, la dama Sanchista pareció aceptar el gambito marroquí, pero su captura del peón argelino-saharaui acarreó el portazo al gasoducto magrebí por parte de Argel, por lo que se vio obligada a perder su ventaja y pactar la importación de gas licuado obtenido mediante fracturación hidráulica desde Estados Unidos, para suplir dicho estrangulamiento gasístico.
Además, ha dejado de sacar pecho solidario frente a la política de la externalización de los eufemísticamente llamados “flujos migratorios mixtos” que ella misma promovió gracias al Pacto sobre Migración y Asilo del 14 de mayo de 2024. Con él, se refuerza la fortaleza Europa –ignoramos los logros del viaje del presidente a Mauritania, Gambia y Senegal en agosto de 2024 tras sus declaraciones sobre los beneficios del sistema de migración circular y temporal– que no ha paliado la desaparición de migrantes víctimas del clima y de violencias varias en los desiertos argelino-marroquíes, en el Atlántico canario, en el Mediterráneo balear, o en las vallas fronterizas de las dos atalayas magrebíes españolas, mientras Canarias reclama la solidaridad de acogida peninsular rechazada por los gobiernos autonómicos del PP o las presiones de Junts.
La posterior política española frente a Israel a partir del 7 de octubre de 2023 pareció declinar el gambito de dama de Netanyahu en Gaza, apoyado sin fisuras por el huésped saliente de la Casa Blanca, e incondicionalmente por el reelegido en 2024, mientras Sánchez creía tender una sibilina trampa del elefante tras reconocer al Estado palestino en 2024.
Tras la pujanza de las Cumbres Iberoamericanas iniciadas en 1991 por Felipe González y Carlos Salinas de México, España parece destinada a la irrelevancia americana tras el regreso del lema ‘América para los Americanos’
Por otro lado, la radiación ultraconservadora procedente de los estudios políticos de la Georgetown University, que en su momento fichó, junto a Mario Vargas Llosa, a un José María Aznar conversador inglés en la intimidad, se acerca a la Península Ibérica para reforzar la presencia de exilios de capitales latinoamericanos-estadounidenses, como los de Venezuela, recibidos con los brazos abiertos por la presidenta de la Comunidad de Madrid. Y a la capital española llegará como embajador de EE.UU. un empresario al frente del grupo sanitario más importante de Miami, forjado a partir de un primer exilio cubano. Tras la pujanza de las Cumbres Iberoamericanas iniciadas en 1991 por Felipe González y Carlos Salinas de México, España parece destinada a la irrelevancia americana tras el regreso del lema América para los Americanos, y varias trampas del elefante, como las peticiones de perdón público por la colonización por parte de México, o a la espera del aterrizaje del teórico vencedor de las elecciones venezolanas de 2024, Edmundo González, entre el Escila de las mediaciones de Zapatero y el Caribdis del hundimiento de aquella economía y la corrupción política.
Regresa la política internacional del “sálvese quien pueda”: por el eje Atlántico, con una Europa como ánade a expensas de la madrastra estadounidense, sabedora de la relevancia de una gran Rusia ma non troppo, fronteriza con un Pacífico donde China es el máximo rival en la globalización, y con Oriente Medio como centro de un tensionado juego en el que se busca reducir cualquier intento nuclear iraní como primer objetivo de la alianza israelo-estadounidense, afianzada por la caída de Assad en Siria. Tras la partida de Josep Borrell, la Unión Europea aparece sin rumbo internacional unificado, sin capacidad militar-estratégica conjunta, atenazada por el percutor ruso de Putin, paralizada ante las opciones de la nueva derecha que se van consolidando en su perímetro – Austria como último ejemplo - , y despavorida tras su política de cierre de fronteras y externalización del problema migratorio con la ayuda de dudosos guardianes como Marruecos.
Tras estos gambitos, la dama Sanchista, en apariencia más preocupada en acicalarse a sí misma como radical libre europeo que hasta ha defendido no imponer aranceles a la desigual competencia automovilística china, o no ha explicado sus estrategias diplomáticas a sus Cortes, se encontrará en 2025 cada vez más incapacitada para sorprender con respuestas de fogueo por este endiablado tablero: en el flanco sur, maniatada tras la rechazada trampa de su elefante marroquí; en el oriental, al enfrentarse impulsivamente a un gambito de dama israelí para defender el loable pero abandonado peón palestino, mientras se ha perdido el saharaui; y en el eje americano, donde hasta creía jugar con las blancas de su mediación, incapaz de atisbar la viga de longevas dictaduras latinoamericanas o de los imaginarios decoloniales que no mueven los molinos de los afectos de las paparruchas de hoy.
En este amenazante cuadrilátero global, en el que toda jugada impulsiva de las piezas negras sin iniciativa real, se arriesga a destapar aún más a un monarca cada vez más amenazado en su enroque democrático por populismos varios, y sin poder acudir a un intercambio equilibrado de piezas mayores, sería conveniente no olvidar que para aspirar, por lo menos a unas pírricas tablas, es imprescindible una rocosa defensa sin alaracas de trampas del elefante sino con una sólida defensa eslava mediante el alfil de dama sobre los peones centrales de la decencia común.
___________________
José María Navarro-Calderón es profesor de Literatura y Cultura españolas en la Universidad de Maryland y presidente de AEMIC.