La guerra de Ucrania ha conmocionado las relaciones internacionales
La invasión rusa de Ucrania y la subsiguiente y prolongada guerra son hitos de enorme magnitud. Hechos clave y fundamentales en el ámbito de las relaciones internacionales. Tanto como para condicionar, incluso determinar, el análisis y perspectivas de las mismas en todo el planeta.
En estas relaciones internacionales alteradas, convulsas, hay dos polos emergentes distintos, pero con lazos entre sí de naturaleza sui géneris y ambos alejados, en distinto grado, de Occidente. El polo constituido por China y Rusia (ésta menos “emergente” que la otra) y el que integra el Sur Global. Este con características peculiares. Analicemos los BRICS, donde se dan matices diversos (sin considerar ahora los Estados que han solicitado su incorporación a la alianza, entre los que destacan Irán y Argentina). Por un lado, Brasil, Suráfrica e India, tres democracias electorales de tinte diverso y esta última con aspiraciones ancestrales de Estado-civilización impulsadas por el partido de carácter racista que gobierna. Y por otro, Rusia y China, ambas también herederas de antiguos imperios, calificado asimismo de ancestral en el caso chino y con crecientes aspiraciones a la calificación de Estados-civilización. Incidentalmente, hay que señalar la actitud hipócrita/oportunista de Pekín, considerada gran potencia, pero que proclama su condición de país en desarrollo cuando lo estima conveniente para evitar aportar financieramente en la batalla contra el calentamiento global (así lo ha sostenido en las conferencias de Naciones Unidas, COP, sobre el cambio climático).
De ahí que la tesis occidental, principalmente esgrimida por el presidente de los Estados Unidos, de que nos hallamos ante una confrontación entre democracia y autocracia es incompleta. Esta categorización sirvió en la época de la Guerra Fría: capitalismo democrático (con matices y reservas) frente a comunismo totalitario (sin matices ni reservas). Las autocracias son obvias en el caso de Rusia y China, pero no en el de la India (democracia electoral, aunque en peligro de extinción debido a la práctica y filosofía del partido en el poder y de su jefe de Gobierno, Narendra Modi, que coartan libertades y acosan a la “minoría” de 200 millones de musulmanes, en el camino emprendido para imponer la hinduidad, excluyendo a todos los que no sean hindúes). Tanto India como China dicen trabajar por una solución diplomática, si bien es China quien lo hace más activamente, aunque sin resultados. El pasado 3 de junio, el mediador chino Li Hui, ex embajador en Moscú y hombre de confianza de Xi, tras entrevistarse con el presidente ucraniano y el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Lavrov, declaró en rueda de prensa que Moscú y Kiev no están preparados para la paz y que hay riesgo de una escalada. Por su parte, un significativo número de Estados del Sur Global que tradicionalmente han sido pro Moscú, bien por el apoyo de éste a sus luchas anticoloniales libradas contra Occidente, bien por la ayuda post independencia prestada, se niegan asimismo a condenar la invasión y resisten las presiones occidentales para que modifiquen su actitud.
El Sur Global podría estar alejándose definitivamente de Occidente. Acordarse de Santa Bárbara sólo cuando truena no suele dar buenos resultados. Exigir a los países en vías de desarrollo (muchos calificables de “en vías de subdesarrollo”) que se sumen a las posiciones occidentales no es de recibo cuando no se ha puesto toda la carne en el asador para propiciar genuinamente el desarrollo de aquellos. Cuando -ante la aparición de plagas que asolan el mundo, pero especialmente el Tercer Mundo- el Primer Mundo se niega, como en el caso del covid 19, a extender su ciencia y tecnología a todos, Santa Bárbara no será de mucha ayuda. No lo será cuando el orden internacional (occidental) prevalece sobre la justicia global. Se rechaza entonces un sistema que falla a la Humanidad, que provoca un sentimiento de tristeza y frustración en los miembros de la comunidad, pero también de rebelión y rechazo.
Ese sentimiento de frustración y tristeza embarga al nigeriano Ayoade Alakija, experto en salud pública y enviado especial de la Organización Mundial de la Salud para el covid 19. Alakija critica a quienes, con el fin de proteger sus patentes, ponen los intereses de los países industrializados por encima del interés general de la comunidad y otorgan “un valor superior a las vidas humanas en el Norte Global que en el Sur Global”. La soberanía de los Estados prima sobre los intereses comunes y la cooperación multilateral fracasa a la hora de resolver los problemas globales. Es imprescindible, sostiene Alakija, “sobrepasar los límites impuestos por el orden internacional basado en la soberanía para garantizar un acceso equitativo a las vacunas globalmente”. En esa línea, precisamente un país del Sur Global, Costa Rica, propuso una iniciativa. El presidente de entonces, Carlos Andrés Alvarado Quesada (2018-2022) y su ministro de Salud Pública, Daniel Salas Peraza, pidieron en 2020 a la OMS que se facilitara el acceso y uso de la propiedad intelectual de tecnologías para detectar, prevenir, controlar y tratar la pandemia del covid 19.
Si aspiramos a un futuro humano más esperanzador necesitamos urgentemente dedicar nuestra acción a consolidar una activa comunidad política global que sirva a los intereses de la Humanidad, de toda ella, en el Norte y en el Sur
Tanto Ayoade Alakija como los servidores públicos costarricenses están reivindicando que la justicia global haga acto de presencia, esto es, que la justicia sitúe a la Humanidad en el centro de sus preocupaciones. Si aspiramos a un futuro humano más esperanzador necesitamos urgentemente dedicar nuestra acción a consolidar una activa comunidad política global que sirva los intereses de la Humanidad, de toda ella, en el Norte y en el Sur. En este sentido, no es de extrañar que las exigencias de justicia pongan en un brete el orden internacional contemporáneo.
Occidente se resiste a aceptar la relatividad de los conceptos. ¿Qué es oriente y occidente para un chino? ¿Verdades absolutas? No siempre. ¿”Fin de la Historia”? Osadamente proclamada por Francis Fukuyama cuando en diciembre de 1989 George Bush padre y Mijail Gorbachov sellaron el fin de la Guerra Fría, asimismo un tanto osadamente. ¿Qué Historia? ¿La de Occidente, la del Sur Global, la de toda la Humanidad?
Nos las prometíamos muy felices ante un mundo futuro sin guerras, un mundo en el que las diferencias entre Estados se resolverían mediante la negociación. Gorbachov proporcionó cierta esperanza cuando en 1990 se negó a sostener a su aliado, Iraq, que había invadido Kuwait y al no ejercer el odiado derecho de veto en la resolución número 678 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que condenaba la invasión iraquí. Pero la negociación entre dos bloques profundamente desiguales, si no hay voluntad de cesión, suele acabar en imposición. Así ha sido históricamente entre el Sur Global y Occidente cuando éste, en alguna ocasión, ha accedido a negociar. Occidente no ha digerido la multipolaridad, no ha asumido hasta ahora que comunidad internacional no es necesariamente igual a comunidad occidental, que la ciencia política y el derecho internacional ,en gran medida creaciones de Occidente, no lo son en exclusiva (considérese la aportación del filósofo indio Kautilya, siglo IV antes de Cristo), que es normal que el Sur sostenga que el derecho internacional actual es de carácter eurocéntrico, que es lógico que Estados del Sur reivindiquen una mayor participación en las instituciones internacionales, incluso que algunos, considerando que el reparto de poder en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no se corresponde con la realidad política de hoy, aspiren a su reforma o a un puesto permanente en el mismo.
Hay bienes públicos globales que deben ser comunes. Uno de ellos es el acceso a la salud. La pandemia del covid 19 ha sido superada, aunque de forma muy distinta en el Norte y en el Sur. Pero, con seguridad, habrá más pandemias. Occidente debería asumir activamente la resolución de la Asamblea Mundial de la Salud, de 19-05-2020, cuyo párrafo 6 hace un llamamiento por “el acceso universal, apropiado, seguro, eficaz y asequible a las tecnologías y productos requeridos para hacer frente a la pandemia del Covid 19, que estimamos una prioridad global”. Esto en lo que se refiere al bloque del Sur Global.
En lo que respecta a Rusia y China, Occidente habría de prestar especial atención a lo que implican las palabras que Xi Jinping dirigió a Putin con ocasión de su encuentro en Moscú en marzo de 2023, al despedirse de él: “Están teniendo lugar en este momento en el mundo cambios que no habíamos visto en cien años. Y somos nosotros quienes estamos conduciendo conjuntamente estos cambios”. Creo que sobra cualquier comentario.
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Emilio Menéndez del Valle es embajador de España.