Desde el pasado 7 de octubre las intenciones colonialistas, supremacistas y genocidas del Estado de Israel, día a día y mes a mes, han pasado desde la hipocresía y el cinismo, al horror. Sin embargo, en paralelo al genocidio en curso al pueblo palestino, que hoy llega ya a los casi 40.000 asesinatos, sin contar los cadáveres sepultados bajo los escombros, y habiendo lanzado una masa de bombas equivalente a las dos bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, a la vez venimos asistiendo al debilitamiento hasta su extinción del relato y la imagen proyectada desde Israel, junto a la de sus socios situados en las metrópolis de EEUU y Europa.
La narrativa hegemónica en los países occidentales ha transitado desde la narcolepsia colectiva impuesta por la postura oficial de las instituciones de poder occidentales, defendiendo el ignominioso e ilegal falso derecho al ataque de Israel y un inexistente derecho a existir de los estados, para transformarse en un total, masivo e inquebrantable apoyo popular al pueblo palestino desde el conjunto de la internacionalidad global. Hoy Palestina es más fuerte porque representa a todos los pueblos sometidos. El discurso colonial respaldado durante los primeros meses de asedio en Gaza por los mandatarios de todos los países europeos y de EEUU, durante el primer y segundo trimestre de 2024 ha quedado debilitado y desacreditado, desplomado como un débil castillo de naipes, por medio de la protesta de los pueblos por todo el mundo. El rey desnudo de Israel sabe que está desnudo y que todos lo observamos, reconociendo sus vergüenzas más criminales.
La narrativa hegemónica en los países occidentales ha transitado desde la narcolepsia colectiva impuesta por la postura oficial de las instituciones de poder occidentales, defendiendo el ignominioso e ilegal falso derecho al ataque de Israel
El contexto universitario supone una de las arenas donde se disputa ese relato hegemónico, a la vez que se fabrica, se ejerce y se perpetúa la violencia colonial. El mes de mayo de 2024 ha dado lugar a importantes cambios en las posiciones de las universidades del Estado español respecto al genocidio en Gaza. La acción directa y las reivindicaciones de las distintas acampadas de estudiantes surgidas por todo el estado fueron respondidas el 9 de mayo por la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas). El comunicado invitaba a “suspender los acuerdos de colaboración con universidades y centros de investigación israelíes que no hayan expresado un firme compromiso con la paz y el cumplimiento del derecho internacional humanitario”. No mucho después, los consejos de gobierno de las universidades de Granada, Jaén, Barcelona y Valencia, entre otras, materializaron nuevos comunicados más allá de la tibia recomendación de la CRUE.
Unas semanas antes, la Universitat de València aceptaba la propuesta de nuestro colectivo CiDeMUV (Ciencia y Derechos Humanos de la Universitat de València) para dar un paso más allá, al invitar al entonces proscrito por orden de Alemania, Dr. Ghassan Abu Sittah, médico cirujano y rector de la Universidad de Glasgow. La invitación se materializó el pasado viernes 31 de mayo, con objeto de impartir la conferencia “La ecología de guerra: Gaza como ejemplo definitivo”.
El acto con el Dr. Abu Sittah, co-organizado junto a los colectivos que representamos, CiDeMUV y la Red Universitaria por Palestina (RUxP), permitió conocer y clarificar importantes planteamientos en el momento de entender la acción genocida sobre el pueblo palestino. El pasado 10 de abril, Francesca Albanese - la Relatora Especial de Naciones Unidas para los territorios palestinos ocupados - argumentó por qué debíamos usar la palabra genocidio, y no otra, desde el marco legal e internacional para condenar los ya más de ocho meses de masacre en Palestina. En la presente ocasión, a través de las palabras del rector de la Universidad de Glasgow, pudimos comprobar cómo el genocidio no solo se ejerce mediante el uso de una gran violencia militar. La masacre sobre la población palestina conforma toda una ecología de guerra basada en la destrucción de la infraestructura física, y de los entornos biológicos y sociales. Adam Shatz, columnista de la revista del The New York Times completaría está versión holística del genocidio, crímen de crímenes, mostrando que la magnitud de la destrucción se refleja por medio de su terminología: domicidio (la destrucción masiva de las viviendas), escolasticidio (la destrucción del sistema educativo, incluyendo el asesinato al profesorado y el estudiantado), ecocidio (la devastación del entorno natural en Gaza), o el economicidio (la destrucción del sistema económico). El asedio a Gaza por el Estado de Israel constituye toda una biosfera genocida, que incluye la destrucción del pasado, el presente y el futuro de la población palestina.
La masacre sobre la población palestina conforma toda una ecología de guerra basada en la destrucción de la infraestructura física, y de los entornos biológicos y sociales
Confirmando las conclusiones de investigaciones como la realizada por la antropóloga Maya Wind, durante su conferencia, el Dr. Abu Sittah explicó cómo por medio de esta triple acción de la ecología de guerra “las universidades israelíes están totalmente compenetradas con el ejército israelí. No existe una línea que las separe”. Hay un vínculo existencial entre la actividad universitaria israelí y su compromiso militar. Es desde esta constatación que debemos presionar a todos los consejos de gobierno universitarios que, durante este pasado mayo, comenzaron a suspender las relaciones con las instituciones universitarias de Israel. Estos posicionamientos, como ilustró el Dr. Abu Sittah, no deberíamos pronunciarlos como exigencias morales humanitarias sino como la solidaridad que surge apelando a la justicia social.
La consolidación de la biosfera genocida abre un nuevo orden mundial en el que los derechos humanos son cada vez más irrelevantes. Asistimos por tanto a la pugna por un modelo de política social sostenida por la incorporación de sofisticadas tecnologías de control, represión y asesinato, vendidas como testadas en combate en Palestina, y exportadas desde Israel para ser aplicadas sobre todos los sectores de población vulneralizada, tanto en el sur como en el norte global. Recientemente, el servicio de inteligencia Israelí (MOSSAD) ha amenazado con anular la validez de cualquier título académico para aquellas personas que hayan participado en las manifestaciones contra el genocidio en Gaza. Detener el genocidio en Gaza y la ocupación colonial en Palestina no es, por tanto, un compromiso caritativo, sino un deber y un reto colectivo que persiguen estrechar vínculos basados en la solidaridad internacional.
Este vínculo es precisamente el revulsivo que puede hacer frente a una represión colonial cada vez más tecnologizada en todas nuestras sociedades. La deshumanización del colonialismo hunde sus raíces en el racismo y el supremacismo. Es desde la asunción y asimilación de cualquier superioridad moral desde donde se origina toda forma de represión, siendo la colonial una de sus expresiones más violentas y despiadadas.
El discurso del Dr. Abu Sittah, como revulsivo crítico y científico contra el supremacismo, a través del análisis de todos los datos recogidos en su experiencia - vivida en primera persona en los hospitales de Gaza durante las primeras fases del genocidio - llenó y dotó de sentido al Aula Magna del Centre Cultural de La Nau, la sede histórica de la Universitat de València. Fuimos muchas las que, en esa tarde, nos sentimos orgullosas de una comunidad universitaria que se sentía crítica pero también diversa. Nuestra responsabilidad sobre el tema, como comunidad universitaria de análisis, de investigación y de desarrollo tecnológico es central. En una reciente columna publicada en el London Review of Books se enunciaba que “la fantasía de la producción de soluciones puramente tecnológicas queda estrechamente ligada al deseo de eliminar la responsabilidad política y social sobre la vulnerabilidad humana”. La implantación tecnológica como forma aislada de interacción social, ya sea en su versión solucionista, prometeica o transhumana, tratan de separar la tecnociencia de su necesaria implicación socio-política.
El epistemicidio en Gaza, la destrucción sistemática de los saberes, de las tecnologías y de todo el sistema y las infraestructuras educativas de la población palestina, impacta como negación a su futuro. Sin embargo, el epistemicidio comienza mucho antes, en el momento en que se desacredita la soberanía del conocimiento, la cultura y la forma de vida del otro. En su expresión más extrema, el otro acaba siendo desterrado de lo humano. Se le deshumaniza. La diversidad como derecho, o lo que es lo mismo, la libertad colectiva, aparece como antídoto contra este supremacismo colonial.
La acción genocida representa el caso más extremo del repliegue negador. El genocidio en Gaza supone un ejemplo del proyecto occidental de exterminio de los pueblos molestos. Se manifiesta como una maquinaria de destrucción de toda la infraestructura física y de la comunidad humana que sostiene la vida en Palestina. Como colectivo científico y crítico, hemos de señalar que el uso de la innovación y las nuevas tecnologías está siendo un importante vector del genocidio en Gaza. Ha sido ampliamente reportado el uso de la Inteligencia Artificial (IA) generativa Lavender, como sistema automático y autónomo que dirige los bombardeos de Israel en Gaza. Pero el uso de la tecnología con fines genocidas va más allá de la pretendida eficiencia de la gestión automatizada. El Dr. Abu Sittah explicó que la violencia colonial ha de ser performativa, más allá de su aspiración utilitarista. El ejército ocupante Israelí ha usado cuadricopteros armados diseñados por la Universidad de Tel Aviv, haciéndolos merodear por las inmediaciones de los hospitales de Gaza con el objetivo de disparar y asesinar a la población que trataba de acceder a las instalaciones sanitarias. Los cuadricopteros armados llegaron a entrar dentro de los mismos hospitales para disparar al propio personal médico. La violencia colonial “ha de crear la sensación de omnipotencia sobre las vidas de los nativos”. Una violencia omnipotente que se escenifica mediante el uso de tecnologías de vanguardia.
La estrecha relación entre innovación tecnológica y el genocidio en Gaza atraviesa las fronteras. Los gigantes tecnológicos de Google y Amazon colaboran con el gobierno de Netanyahu. El Proyecto Nimbus, un contrato multimillonario entre Google y el Gobierno israelí, proporciona servicios en la nube y de IA al Gobierno y al Ejército israelí. Por supuesto, las colaboraciones en innovación también atraviesan nuestras fronteras. Los compañeros del Nodo Unizar de la RUxP han reportado como “un software desarrollado en la Universidad de Zaragoza fue adquirido por la empresa israelí Sightec por decenas de miles de euros para ser usado hasta 2026 e incorporar esa tecnología a los drones de combate de IA, principal proveedor del ejército israelí”. En la misma dirección, recientes indagaciones a través del acceso a los datos publicados en los portales de transparencia europeos muestran que esta colaboración entre instituciones españolas de I+D+i y empresas de armamento israelí no son anecdóticas. “Israel se beneficia del presupuesto del Fondo Europeo de Defensa, en el que participan diez universidades españolas”.
Parece evidente que una cantidad nada despreciable del grueso de la investigación de nuestro país puede asociarse con colaboraciones con las instituciones universitarias y centros de investigación de Israel, a través del marco y la financiación de la Unión Europea. Una vez demostrada esta correlación entre la innovación tecnológica desarrollada en las universidades israelíes y la destrucción definitiva del pueblo palestino, la continuidad de este tipo de relaciones bilaterales entre Europa e Israel en el marco de la investigación y el desarrollo tecnológico resulta del todo intolerable.
El espacio universitario actual dista mucho de ser un foco de debate político en ebullición, pero la movilización palestina en nuestras universidades nos ha permitido recordar aquellas palabras de Michel Foucault: “Donde hay poder hay resistencia”. La Universidad que queremos vislumbrar descentraliza el conocimiento para formar esa red de voces expertas, usuarias, políticas y activistas que forman parte de nuestros colectivos universitarios. El pueblo palestino no es solo la principal voz interpelada en el tema que nos atañe, sino que su portavocía en la acción universitaria es principal e insustituible. Como tal, nos urge implementar medidas efectivas para detener el genocidio. En una reciente entrevista, Mustafa Barghouti, fundador de la Iniciativa Nacional Palestina, sostiene que “sin sanciones y embargo de armas no se podrán detener las atrocidades de Israel”. Esta fue la misma posición defendida por el propio Dr. Abu Sittah durante el turno de preguntas abiertas en su conferencia, a la que también se suman recientes declaraciones de la relatora Francesca Albanese. La exigencia de las medidas que el BDS impulsa, hoy se articula como una estrategia de frente amplio, también desde el contexto de la universidad mediante el BDS Académico.
El espacio universitario actual dista mucho de ser un foco de debate político en ebullición, pero la movilización palestina en nuestras universidades nos ha permitido recordar aquellas palabras de Michel Foucault: “Donde hay poder hay resistencia”
Uno de nuestros objetivos principales como colectivo universitario y crítico es expandir este tipo de acciones inter e intra-universitarias. Poder expandir actividades con programas que combatan el epistemicidio, el colonialismo y el imperialismo desde nuestras redes de conocimiento y solidaridad internacional. Nancy Fraser señala que “las luchas en solidaridad con Palestina han cobrado una importancia crucial”. Y prosigue apuntando que somos los colectivos en lucha a quien “nos corresponde impulsar la narrativa que fomenta esta solidaridad”.
La Red Universitaria por Palestina, siguiendo la iniciativa de los colectivos Académicos y Artistas Belgas por Palestina (BA4P), la Asociación Francesa de Universitarios por el Respeto del Derecho Internacional en Palestina (AURDIP), el Comité Británico para las Universidades de Palestina (BRICUP) y el colectivo de Académicos Neerlandeses por Palestina (DSP), ha firmado una carta dirigida a Josep Borrell, el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, e Iliana Ivanova la Comisaria de Innovación, Investigación, Cultura, Educación y Juventud de la Unión Europea. En la carta instamos a la UE y a sus representantes a que supriman todos los privilegios concedidos a Israel. En particular, les exigimos cancelar la participación de Israel en todos los programas de investigación europeos hasta que cumplan las órdenes de la CIJ (Corte Internacional de Justicia) y se retiren de Gaza. La reanudación del acuerdo UE-Israel, y de todos los demás acuerdos, debe estar condicionada a que Israel se ajuste al derecho internacional y a las propias directrices éticas de la UE. En esencia, hasta que Israel cumpla plenamente sus obligaciones legales, con el objetivo de poner fin a la ocupación, la discriminación y la represión del pueblo palestino.
En la carta instamos a la UE y a sus representantes a que supriman todos los privilegios concedidos a Israel. En particular, les exigimos cancelar la participación de Israel en todos los programas de investigación europeos hasta que cumplan las órdenes de la CIJ (Corte Internacional de Justicia) y se retiren de Gaza
El objetivo principal de las instituciones educativas, incluidas las universitarias, debe ser el opuesto antagónico de la masacre contra la humanidad: aspirar a abrir debates y conversaciones que se activen desde el disenso. La normalización del disenso permite impulsar la conversación, elemento esencial de la construcción de nuevos conocimientos. Más aún teniendo en cuenta que el conocimiento generado tanto dentro como fuera de nuestras instituciones universitarias contiene una nada obvia relación social.
Como hemos detallado, el contexto de investigación e innovación tecnológica que se lleva a cabo en nuestras universidades es central en este asunto. El filósofo Yuk Hui propone nuevas rutas de “tecnodiversidad” para superar los agotados procesos de la modernización productiva, tan frecuentemente vinculados con la violencia colonial, como la que hoy actúa de forma genocida en Gaza. Este tipo de proyecto de diplomacia epistémica y múltiples cosmotécnicas supone un enorme pero necesario objetivo que invita a la acción crítica y creativa de toda la comunidad y las instituciones universitarias.
La actividad universitaria hoy debe ampliar el significado de solidaridades completas e internacionales por medio del Boicot Académico a las instituciones universitarias y científicas de Israel. La posibilidad de una Palestina libre, soberana y de pleno derecho emerge como eje de referencia de ese futuro compartido que ha de ser construido entre todos, sin dejar a nadie en el camino. Una Palestina libre se abre como horizonte de solidaridad entre los pueblos y de justicia internacional. El Dr. Abu Sittah lo enunció en su conferencia: "La lucha por Gaza es una lucha por la libertad, una lucha por la humanidad".
Artículo realizado por:
Guillermo Muñoz Matutano (CiDeMUV & RUxP-Universitat de València)
Elena Matamala Zamarro (RUxP-Universitat de València)
Chantal Ferrer Roca (CiDeMUV Universitat de València)
Nadia Yahlali (CiDeMUV & RUxP-Universitat de València)
Safaa Elidrissi Moubtassim (CiDeMUV-Universitat de València)
Vicente Calabuig Alcántara (CiDeMUV-Universitat de València)
Nuria Garro Martínez (CiDeMUV-Universitat de València)
Agustín Diez Castillo (CiDeMUV-Universitat de València)
Andrea Bombi (CiDeMUV-Universitat de València)
Desde el pasado 7 de octubre las intenciones colonialistas, supremacistas y genocidas del Estado de Israel, día a día y mes a mes, han pasado desde la hipocresía y el cinismo, al horror. Sin embargo, en paralelo al genocidio en curso al pueblo palestino, que hoy llega ya a los casi 40.000 asesinatos, sin contar los cadáveres sepultados bajo los escombros, y habiendo lanzado una masa de bombas equivalente a las dos bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, a la vez venimos asistiendo al debilitamiento hasta su extinción del relato y la imagen proyectada desde Israel, junto a la de sus socios situados en las metrópolis de EEUU y Europa.