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Plaza Pública

Los niños de Auschwitz

Fotografía de Elizabeth Da Costa junto con sus tres hermanos, Betsy, Ina e Isaac, en 1941.

Félix Población

En Auschwitz-Birkenau fueron asesinados 200.000 niños. Repítase cuanto se merece esta ignominiosa masacre porque creo que nunca será bastante. Se sabe que muchos de ellos ni siquiera pasaban el proceso de selección para ser utilizados como mano de obra en aquel campo. Su destino inmediato, en cuanto llegaban allí, fueron las cámaras de gas. Cuando en enero de 1945, hace 76 años, Auschwitz-Birkenau fue liberado, solo 700 de aquellos jóvenes presidiarios pudieron contarlo. Algunos siguen entre nosotros y estarán muy preocupados —puede que angustiados—, con toda la razón existencial que les da su primera memoria, ante figuras como la del ex presidente Trump o líderes políticos de similar catadura en Europa y América.

El museo de Auschwitz-Birkenau, encargado de preservar, testimoniar y reivindicar la memoria histórica que representa aquel recinto, quiere este año centrar el capítulo de esa memoria en los niños que vivieron y murieron dentro de aquel recinto de exterminio. Para ello, ha puesto en circulación a través de Twitter los nombres y los rostros de las víctimas, con unas pocas líneas sobre su historia y las fechas de su asesinato.

La primera de las imágenes corresponde a una criatura nacida en Lyon (Francia) el 18 de enero, que con menos de dos años llegó al campo en agosto de 1944 y pasó directamente a las cámaras de gas. Se llamaba Claude Alexandre y le dejó a la historia una sonrisa iluminada por la vida, sin que sepamos nada más de él ni de su familia. Un poco antes que Claude, en enero de 1943, junto a más de 1.500 personas, llegó Frieda Jungst. De entre todas esas personas, solo 387 hombres y 81 mujeres fueron seleccionados para trabajar en el campo. Las demás, más de un millar, fueron asesinadas, entre ellas la pequeña Frieda, con solo cinco años de edad.

Rosa Lisoprawski y Hartog Roodvelt tenían once años cuando fueron deportados al campo. Rosa había nacido en París y fue asesinada en 1944 en compañía de sus tres hermanos pequeños: Paulette, Samek y Daniel. Ese mismo final en las cámaras de gas fue el de Hartog, natural de Amsterdam (1932). Y el de Bernard Goldstein (París, 1931), y el de Helmuth Press, nacido en Berlín, que llegó a Auschwitz con trece años junto a más de 1.200 judíos de aquella ciudad, de los que solo 127 fueron seleccionados para trabajar y evitar así la muerte.

De entre todas las imágenes que nos llegan del museo de Auschwitz-Birkenau quizá la que más impresione sea la de Elisabeth da Costa da Fonseca, nacida en Amsterdam en enero de 1941, porque ninguna de las jóvenes criaturas que aparecen en la imagen sobrevivió a la barbarie. La fotografía nos la muestra sentada en el centro, junto con sus tres hermanos, Betsy, Ina e Isaac. Ninguno se salvó de la muerte, un año después de su llegada, y quizá el mayor de ellos (Isaac), en cuanto la presagió de cerca, instó a los demás a juntarse en un apretado abrazo para hacer frente a tanto horror y odio como los que hicieron ceniza de sus risas.

Cada 27 de enero, por disposición de la UNESCO, se rinde tributo a la memoria de las víctimas del Holocausto. Un día como este las tropas soviéticas liberaron el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. En esta ocasión la conmemoración casi ha coincidido son la fecha de las elecciones presidenciales en Portugal, en las que la ultraderecha (el partido neofascista Chega) pasó de 60.000 a 500.ooo votos. Nuestro otro país vecino, como Francia, España y algunos más de Europa, debería dedicar más tiempo a reconsiderar las imágenes de los niños asesinados en Auschwitz. Para eso habría que tener más conciencia y memoria históricas, y entender también muy a fondo este poema de Bertold Brecht:

La piel, de no rozarla con otra pielse va agrietando...Los labios, de no rozarlos con otros labiosse van secando...Los ojos, de no mirarse con otros ojosse van cerrando...El cuerpo, de no sentir otro cuerpo cercase va olvidando...El alma, de no entregarse con toda el almase va muriendo

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Félix Población es periodista y escritor.

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