La inesperada guerra en Ucrania, con sus dramáticas consecuencias sobre la población civil, ha tenido además varias derivadas en la geopolítica internacional. Ninguna de ellas buena, por supuesto. El alza de los precios de los alimentos —el más alto en dos décadas según el ultimo informe de la FAO— o el incremento de los costes de la energía en todo el planeta. Otra de ellas ha sido el olvido de los compromisos adquiridos en su día por la Comunidad Internacional con varias áreas del mundo. Centroamérica, ante la extrema gravedad de la situación en Europa, ha sido una de las regiones del planeta que parece haber desaparecido —una vez más— de la agenda de muchos estados nacionales y organismos internacionales.
Tras el inicio del conflicto en Europa del Este, ante el que las instituciones y los estados del istmo aprobaron de inmediato resoluciones llamando al cese de las hostilidades, se inició un loable e imprescindible movimiento liderado desde Bruselas y Washington a favor de la población —esta vez europea— víctima del conflicto. Una Conferencia de Donantes se reunió en abril en Varsovia, a iniciativa del gobierno polaco en coordinación con la UE y EEUU, para obtener recursos y coordinar la ayuda humanitaria ante la crisis: más de 10.000 millones de euros fueron el positivo resultado de ese primer encuentro internacional en Polonia. Tras la reunión en Varsovia se han producido otros importantes encuentros de la Comunidad Internacional, entre ellos en Lugano, Suiza, donde a principios de julio la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, planteó ampliar el apoyo internacional para la reconstrucción del país liderado por la UE y EEUU. Este 25 de octubre en Berlín se ha reunido una nueva Conferencia. Las cifras manejadas para el apoyo a Ucrania —excluida la ayuda militar— ascendía a estas alturas, solo desde la UE, a 18.000 millones de euros para el 2023. En palabras del Canciller alemán Olaf Scholz —anfitrión de la Conferencia — un nuevo Plan Marshall como el que recibió Europa tras la devastación de la 2ª Guerra Mundial. Además las fronteras de la UE, así como de otros países del mundo —incluido EEUU— se han abierto para los europeos desplazados y refugiados por este conflicto.
António Guterres, el Secretario General de Naciones Unidas, además de exhortar a un alto el fuego inmediato por todas las partes en el conflicto en Ucrania, ha llamado la atención a la Comunidad Internacional sobre la necesidad de no olvidar a las otras regiones del planeta donde la ayuda es urgente. Varios países, en vez de realizar nuevas aportaciones, han optado simplemente por desviar fondos y programas de ayuda anteriormente comprometidos con Centroamérica, África y zonas de Asia ( Afganistán, Siria, Bangla Desh, etc) hacia la crisis ucraniana. Lamentablemente esta actitud no es una novedad: la admistración Trump suprimió la ayuda al desarrollo a Centroamérica y la redirigió a otros países como medida de presión para aceptar sus draconianas políticas migratorias. Afortunadamente la nueva Casa Blanca demócrata y la Vicepresidenta de EEUU Kamala Harris revisó esta (infame) política a su llegada en enero de 2021 restituyendo y ampliando las ayudas a Centroamérica, pero el —pésimo— ejemplo estaba ya hecho.
El presidente Pedro Sánchez asistió —como invitado de honor— a la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Sistema de Integración Centroamericana SICA, el principal organismo regional, en junio de 2021 en San José de Costa Rica como reflejo del retorno al área de la diplomacia española. En Costa Rica se consensuaron sólidas iniciativas a largo plazo entre Madrid y las capitales centroamericanas ante los estragos de la epidemia del coronavirus y de los huracanes Eta e Iota. La confirmación de la donación de 7,5 millones de vacunas desde España para la Covid19 y el encuentro del Marco Integral Regional de Protección a los Desplazados en México y Centroamérica —110 millones de dólares recaudados— bajo Presidencia española fueron algunos de los múltiples logros en San José.
El pasado 27 de agosto, el presidente Sánchez realizó una nueva visita oficial a Centroamérica, en esta ocasión a Tegucigalpa —el rey Felipe VI había viajado al país en enero de 2022 previo al inicio de las hostilidades en Ucrania— donde se entrevistó con la nueva presidenta de Honduras, Xiomara Castro. En este encuentro el Presidente Sánchez confirmó, en un gesto que ha sido agradecido públicamente por los lideres de las principales instituciones y estados del área, las ayudas comprometidas por España en la Cumbre de San José en 2021 y lanzó un mensaje expreso de respaldo a la institucionalidad regional del SICA. Esta institucionalidad está liderada en la actualidad por el magistrado salvadoreño César Salazar Grande, Presidente de la Corte Centroamericana de Justicia —el tribunal regional de los estados del área—, el panameño Amado Cerrud, Presidente del Parlamento Centroamericano —con 120 diputados electos por voto popular— , el nicaragüense Werner Vargas, Secretario General del SICA —equivalente a la Presidenta de la Comisión Europea— y el hondureño Dante Mossi, Presidente del Banco Centroamericano de Integración Económica —el principal banco intergubernamental del área—.
Una excelente oportunidad para visualizar esta apuesta por Centroamérica y el Caribe serán las Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno de la UE con América Latina y Caribe
En este sentido el pasado 7 y 8 de octubre en La Laguna, en la isla de Tenerife, bajo el patrocinio conjunto de la Alianza de Civilizaciones de Naciones Unidas—UNAOC y el Gobierno de Canarias, se reunieron cerca de medio centenar de mandatarios y autoridades de los estados del área, incluidas delegaciones de diplomáticos de México, Cuba y Venezuela, así como de las citadas instituciones regionales ( la Corte, el Parlamento, el Sistema y el Banco) en el I Foro de Alto Nivel Centroamérica y Caribe/UE. Este evento alcanzó amplios consensos en la solicitud a la Unión Europea y a la Comunidad Internacional de la necesidad de honrar sus compromisos adquiridos con la región, en linea con la encomiable posición española, ante la prolongación del conflicto bélico en Ucrania. La imprescindible y solidaria acción internacional humanitaria a favor de la población civil de Ucrania a la que Centroamérica se ha sumado desde el primer momento (a pesar de la gravedad de su propia situación interna tras el Covid19 y la nueva temporada de huracanes) con generosas donaciones de ropa, alimentos y equipos médicos, no puede ser utilizada para desentenderse de los compromisos y responsabilidades de los estados más ricos, en particular los miembros del G-7 y la UE, con otras castigadas áreas del planeta.
España, en sintonía con su recuperado peso político y económico en la región y en la escena internacional, debe ejercer un papel de liderazgo en la Unión Europea ante la desaparición de Centroamérica de las prioridades de la Comunidad Internacional. Esta idea fue recurrente en los debates celebrados en La Laguna, donde, con el respaldo en su discurso inaugural del anfitrión, el presidente de Canarias Ángel Víctor Torres, varios líderes centroamericanos y caribeños —entre ellos el Vicepresidente de El Salvador, Félix Ulloa— llamaron a aprovechar la próxima Presidencia semestral española de la UE que iniciara en junio de 2023 para resituar a Centroamérica —y al Caribe: Cuba, Haití y República Dominicana son castigadas por huracanes cada vez más potentes— como una prioridad estratégica en la ayuda y la acción exterior de Bruselas. Una excelente oportunidad para visualizar esta apuesta por Centroamérica y el Caribe serán las Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno de la UE con América Latina y Caribe, asi como con Centroamérica, confirmada ya su celebración durante la Presidencia española europea de 2023 en una reciente comparecencia en Estrasburgo del Vicepresidente y Alto Representante para Política Exterior Josep Borrell —un permanente aliado de Centroamérica desde su mandato como Presidente del Parlamento Europeo ( 2004 — 2007 )—. Las Islas Canarias, puente desde 1492 entre Europa y América, bien podrían ser una magnifica sede para ambas Cumbres el próximo 2023.
La crisis en Ucrania, reiteramos, no puede ser la (nueva) excusa para no honrar los compromisos previos contraídos con los pueblos de Centroamérica, Caribe, Suramerica, África o Asia. El veloz deterioro de la situación en Centroamérica exige la movilización de recursos internacionales ahora, no en la próxima década. En los últimos treinta años hubo un destacado crecimiento económico, una consolidación de sus democracias —a excepción del golpe de Estado en 2009 en Honduras— y unas incipientes políticas de inclusión social. Ahora la conjunción del Covid19 y el Cambio Climático han conducido a una crisis económica, sanitaria e institucional que sumadas a las 'maras' —sanguinarias pandillas delincuenciales— se están confabulando para revertir los avances logrados, tanto económicos como democráticos, y devolver a Centroamérica a la triste década de los 80. México y Argentina, las presidencias de la CELAC 2020/21 y 2022/23, han advertido repetidamente en estos últimos meses —se agradece personalmente este respaldo tanto a la Vicepresidenta argentina Cristina Fernández como al ministro de exteriores mexicano Marcelo Ebrad en nuestros cordiales encuentros— tanto desde la Asamblea General, donde el Embajador de España Agustín Santos ha sido también una voz muy firme a favor de la región, como desde el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de la gravedad y urgencia de la situación en Centroamérica.
Naciones Unidas, donde España como 13ª economía del planeta y antigua metrópoli tiene mucho que decir, ha estado trabajando para dar una respuesta integral a las crisis en Centroamérica. La Secretaria de Estado de Cooperación Internacional, Pilar Cancela, con extensa experiencia en la zona, destacó la voluntad de España en su fructífera visita en 2021 a Honduras y Guatemala, de apoyar la reconstrucción del istmo centroamericano. La Cooperación Española, como explicó Cancela tanto en Tegucigalpa como en Ciudad de Guatemala, se diferencia de otros donantes por su decidido compromiso —en permanente coordinación con los gobiernos, instituciones regionales y la sociedad civil locales— con los Derechos Humanos y la Agenda 2030 de Naciones Unidas. El Gobierno de España ratificó el pasado 20 de septiembre en Nueva York esta apuesta por Centroamérica y la Agenda 2030 en una reunión trilateral en la revitalizada Alianza de Civilizaciones, con creciente actividad en la región y liderada en esta nueva etapa por Miguel Ángel Moratinos como Alto Representante del Secretario General de NNUU. Un proceso de reconstrucción que —tomando nota del fiasco afgano— el Gobierno de España ha dejado claro a la UE y a EEUU que debía acometerse desde el "acompañamiento" y no desde la "tutela" a Centroamérica.
La Vicepresidenta de EEUU Kamala Harris, tras su asistencia a la toma de posesión de la nueva presidenta hondureña Xiomara Castro y sus contactos bilaterales en Tegucigalpa con varios lideres regionales, expuso en Washington su plena disposición —citando entre otros países a México y España— a avanzar con más socios, tanto estados como instituciones, en una estrategia multilateral para Centroamérica. La Corte Centroamericana de Justicia, el Parlamento Centroamericano, el Sistema de Integración Centroamericano, el Banco Centroamericano de Integración Económica y los estados de la región han insistido en la necesidad de una acción internacional concertada ( FMI, Banco Mundial, BID, BEI, etc) de apoyo financiero a las economías y sociedades centroamericanas ante los (devastadores) efectos en Centroamérica —alza combinada de los precios de la energía y los alimentos— del conflicto bélico en Ucrania. El liderazgo del Presidente Sánchez en la Cumbre de Costa Rica y su aplaudido discurso presencial ante la 77ª Asamblea General de Naciones Unidas reafirmando el compromiso con Centroamérica ante la próxima Presidencia española en el segundo semestre de la UE son sólidas bases para auspiciar desde España una Conferencia Internacional de Donantes. Una Conferencia, con el concurso de la UE y EEUU así como otros países e instituciones amigas, en el marco de NNUU y alineada con las metas de la Agenda 2030 para ayudar a todas — sin excepciones, sin discriminaciones— las naciones centroamericanas. España, con su recobrado liderazgo en la región, tiene la oportunidad, tras su participación en las conmemoraciones el pasado año en San José de Costa Rica del Bicentenario de la Independencia de Centroamérica —a la que accedió como una única entidad política y pacíficamente el 21 de septiembre de 1821— de impulsar una amplia alianza internacional para garantizar los compromisos contraídos por la Comunidad Internacional, en particular los países del G-7 y la UE, con la región. Sin más excusas. Sin más dilaciones. No olvidemos a Centroamérica en esta hora difícil.
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David Balsa es enviado especial de la Presidencia de la Corte Centroamericana de Justicia para Naciones Unidas.
La inesperada guerra en Ucrania, con sus dramáticas consecuencias sobre la población civil, ha tenido además varias derivadas en la geopolítica internacional. Ninguna de ellas buena, por supuesto. El alza de los precios de los alimentos —el más alto en dos décadas según el ultimo informe de la FAO— o el incremento de los costes de la energía en todo el planeta. Otra de ellas ha sido el olvido de los compromisos adquiridos en su día por la Comunidad Internacional con varias áreas del mundo. Centroamérica, ante la extrema gravedad de la situación en Europa, ha sido una de las regiones del planeta que parece haber desaparecido —una vez más— de la agenda de muchos estados nacionales y organismos internacionales.