"La fuerza desencadenada por el átomo ha transformado todo, a excepción únicamente de nuestra forma de pensar; y es así como caminamos a una catástrofe sin par".
Albert Einstein
Aunque lo sepamos, se necesita recordar al mundo constantemente las grandes amenazas a las que se expone la humanidad, la más peligrosa de todas es una guerra nuclear. De esto ya se dieron cuenta en 1947 un grupo de investigadores de la Universidad de Chicago cuando crearon un Bulletin of Atomic Scientists, estableciendo lo que ellos llamaron el Doomsday Clock, el Reloj del Apocalipsis. Doomsday ClockSi las agujas llegan a las doce de la noche, esto representa la destrucción total con una guerra termonuclear que significaría la catástrofe final de la humanidad. La necesidad de crear este reloj nació como consecuencia de la horrible experiencia que sufrieron las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945 con las dos bombas atómicas que lanzó Estados Unidos, cometiendo un crimen contra la humanidad, ya que sabían que la Segunda Guerra Mundial estaba ganada y Hitler y los suyos estaban derrotados. Este acto criminal se debió sin duda a motivos geopolíticos para mostrar al mundo que quien mandaba eran ellos. Por desgracia para la humanidad, esta visión que EEUU tenía en 1945, aún la sigue teniendo hoy al creer que el mundo es unipolar y solo puede ser liderado por América. En el Foro Económico Mundial de Davos, el presidente ruso Vladímir Putin acaba de decir que “la era asociada con los intentos de construir un orden mundial unipolar ha terminado” porque “tal monopolio” va “en contra de la histórica pluralidad cultural de nuestra civilización”.
Lo que estos científicos querían comunicar al mundo con su revista, que se sigue publicando todos los años con un reloj en su portada, es la necesidad imperativa de alertar a la humanidad del peligro de las armas nucleares. Desde su primera publicación vieron como primera amenaza la guerra nuclear y en segundo lugar el cambio climático, además de otros peligros como el desarrollo de la nanotecnología sin control. El grado de amenaza se mide según la aproximación de la aguja que señala los minutos a medianoche. Si echamos una ojeada a las publicaciones de distintos años vemos que, por ejemplo, en 1953 el minutero estuvo a dos minutos para la medianoche. En la crisis de los misiles de Cuba en 1962 el minutero marcó doce menos siete minutos. En el 2020 se quedó la aguja a cien segundos para la medianoche. Nunca hemos estado tan cerca de una conflagración nuclear, que significaría una autodestrucción total. Estos cien segundos nos obligan a trabajar sin descanso por un desarme nuclear, porque como ya ha señalado António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, “las armas nucleares plantean peligros crecientes y el mundo necesita acciones urgentes para asegurar su eliminación y prevenir las catastróficas consecuencias humanas y ambientales que causaría su uso”. El Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares (TPAN), ratificado por 50 países y que ha entrado en vigor el 22 de enero es un buen principio, pero queda mucho trabajo por hacer porque Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido, los cinco países del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no lo han firmado.
Hay que celebrar que Noam Chomsky y Vijay Preshad trabajen para alertar al mundo de la amenaza nuclear. En su artículo Three Major Threats to Life –Las tres amenazas más grandes de la vida– parten de las investigaciones de los científicos de la Universidad de Chicago, pero introducen otra amenaza que responde al mundo que hemos creado. Consideran en primer lugar el peligro de la aniquilación nuclear. En segundo lugar la catástrofe climática y por último, además de la pandemia del covid-19, nos hablan de una tercera amenaza, la destrucción del contrato social que está causando el neoliberalismo. La prioridad principal, según ellos, es actuar lo antes posible para que se introduzca en la agenda mundial el desarme nuclear. Pero también hay que mostrar al mundo que no podemos seguir viviendo con un sistema neoliberal en donde la sociedad civil se ha convertido en un artículo de consumo, en una mercancía. Hacen una observación categórica: los países deben ser juzgados por lo que gastan en sus maquinarias de guerra. No olvidemos que EEUU gasta más dinero que todas las otras potencias nucleares juntas. Sin embargo, lo que gasta en sanidad es ínfimo en comparación con el gasto militar. Eso se está viendo en el número de personas que están muriendo por el coronavirus.
Chomsky y Prashad declaran que el “internacionalismo se necesita para responder inmediatamente a los peligros de la extinción de la vida por una guerra nuclear, por una catástrofe climática o por un colapso social”. No nos sorprende que pidan que no aplacemos nuestra respuesta. Lo que está ocurriendo hoy es el resultado de un sistema neoliberal injusto y corrupto que produce mucha pobreza, mientras que China la está erradicando. Y los supuestos países democráticos no son capaces de luchar contra esta emergencia mundial cuando “la lucha por la supervivencia es el horizonte de billones de personas del planeta”. Estos países “democráticos”, lo que en realidad defienden es el poder del dinero y el poder militar y han caído en la hipocresía de un moralismo grotesco y vacío, como su propio sistema económico, basado en la explotación y la rapiña legalizada como institución.
Para resolver todos estos problemas se necesita la cooperación internacional, no la confrontación. Chomsky y Prashad afirman que “los problemas globales requieren una cooperación global”. Pero, ¿cómo se puede cooperar cuando EEUU abandona unilateralmente los acuerdos conseguidos para el control de armas nucleares, o los acuerdos sobre el cambio climático, entre otros? Podemos citar el Tratado de Eliminación de Misiles de Corto y Medio Alcance (Tratado INF) que firmaron Mijaíl Gorbachov y Ronald Reagan para asegurar una estrategia mundial y que entró en vigor el 1 de junio de 1988, por tiempo indefinido. Este tratado constituía una base para la seguridad europea, pero EEUU se salió unilateralmente el 2 de agosto del año pasado. Ahora también expira el 5 de febrero el Tratado START III que limita las armas nucleares. Afortunadamente, el 26 de enero el presidente estadounidense Joe Biden y el presidente ruso Vladímir Putin hablaron por teléfono y acordaron extenderlo otros cinco años. También han acordado mantener “la transparencia y la comunicación constante”.
Para resolver todos estos problemas se necesita cooperación y comunicación constante, pero cómo se puede cooperar con EEUU cuando insiste en utilizar sanciones ilegales y criminales contra 30 países, incluso en este momento de pandemia que todos estamos sufriendo, como es el caso de Venezuela. Esto muestra la inhumanidad del sistema neoliberal estadounidense. ¿Por qué EEUU y otros países de Europa, incluida España, venden armas a la coalición de Arabia Saudí y otros países árabes en su guerra criminal contra los Huthi en Yemen? ¿Qué legitimidad tiene la coalición para matar y causar el hambre y la desesperación a decenas de miles de personas? Biden acaba de anunciar que suspende la venta de armas a la coalición de forma “temporal” y quiere “examinar” la venta de armas a los Emiratos Árabes Unidos. Lo que hace falta es lo que ha pedido en un tuit CODEPINK, una organización liderada por mujeres: “¡Que se cancelen esas ventas completamente!”. Pero EEUU y también Israel están violando constantemente la legalidad internacional. ¿Cómo puede EEUU participar con el Gobierno de ocupación israelí en la política de genocidio del pueblo palestino? ¿Cómo se pueden pisotear los derechos de los palestinos, los saharauis y los yemeníes, al mismo tiempo que se habla de los derechos humanos?
Las horribles consecuencias apocalípticas de una guerra nuclear entre EEUU y Rusia las podemos ver en una simulación en YouTube, realizada por Alexander Glaser en un Programa de Ciencia y Seguridad (SGC) de la Universidad de Princeton (EEUU). En el vídeo la OTAN lanza misiles nucleares a la ciudad de Kaliningrado y luego el conflicto se extiende hasta ocasionar una guerra nuclear entre EEUU y Rusia. Europa es el teatro de los juegos nucleares como exponente de la imbecilidad del ser humano. Las imágenes que vemos son estremecedoras y nos dan unas cifras de unos 90 millones de personas que mueren en la hoguera. El proyecto tiene la intención de mostrarnos lo que ocurre en una guerra nuclear.
Esta fue también la intención de la escritora japonesa Shinoe Shada, que nació en Hiroshima en 1910 y murió en 1965. Su poesía tanka recuerda los peligros de las armas nucleares para la vida en nuestro planeta. tankaQuería que el mundo nunca olvidara lo que pasó en Hiroshima y Nagasaki. Veamos una tanka suya sobre lo que pasó después de las dos bombas atómicas que EEUU lanzó sobre estas dos ciudades y otra mía sobre lo que puede pasar a la humanidad con una guerra nuclear.
Puesto que hay tantos
pequeños esqueletos
aquí reunidos,
estos huesos más largos
deben ser del maestro.
El mundo entero
puede arder sin piedad
en una guerra
nuclear con un fuego
Ver másLos roces y sus inconvenientes
que extinga la humanidad.
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Juan José Torres Núñez es escritor