Llega la ola reaccionaria que los ultras esperaban con los brazos abiertos, en cruz, para que su santísimo los vuelva a auxiliar. Gana la desinformación descontrolada. Gana la élite todopoderosa (sin menospreciar a la otra, la de Kamala Harris, que también aportaba la suya, no hay que ser ingenuos). Gana el vacío que produce el indulto de las mentiras. Ganan los hombres y pierden las mujeres (¿o porque pierden las mujeres?). Ganan las fronteras y los muros, cada vez más altos, cada vez más inconfesables. Gana la xenofobia por el miedo a lo desconocido, que culpa a los inmigrantes de todas las dificultades económicas o no (como está haciendo Europa).
Ganan los ricos, ya les digo, con los votos de muchos pobres que aspiran a ser como ellos (ya pasó con Berlusconi y alguno más por ahí)
Gana el primer delincuente convicto que será elegido presidente. Ganan el antifeminismo y la misoginia. Gana el tecno libertario Elon Musk (el hombre que no menciona a las mujeres). Gana la MAGA (que desgraciadamente no es el personaje de Julio Cortázar) que controlará los tres poderes del Estado. Gana el populismo demagogo al que el pensamiento retórico lo anida con desgana. Ganan los ricos, ya les digo, con los votos de muchos pobres que aspiran a ser como ellos (ya pasó con Berlusconi y alguno más por ahí). Gana el abuso de poder a vueltas con la oficialidad del capricho. Ganan el negacionismo millonario y los magnates a los que Trump ha prometido cargos políticos, para entretenerse en otra cosa, en algo más exótico. Vivimos en un mundo esencialmente apócrifo, ya lo decía Juan de Mairena en el pasado siglo (y sabía de lo que hablaba). Trump solo ve lo supuesto o puesto por él, con exclusión de todo lo demás. Y sus votantes ¿qué ven? Espero que seamos más listos que ellos y que nos mantengamos en la resistencia, en los márgenes donde no lleguen sus tentáculos.
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Rosa Ángeles Fernández es socia de infoLibre.
Llega la ola reaccionaria que los ultras esperaban con los brazos abiertos, en cruz, para que su santísimo los vuelva a auxiliar. Gana la desinformación descontrolada. Gana la élite todopoderosa (sin menospreciar a la otra, la de Kamala Harris, que también aportaba la suya, no hay que ser ingenuos). Gana el vacío que produce el indulto de las mentiras. Ganan los hombres y pierden las mujeres (¿o porque pierden las mujeres?). Ganan las fronteras y los muros, cada vez más altos, cada vez más inconfesables. Gana la xenofobia por el miedo a lo desconocido, que culpa a los inmigrantes de todas las dificultades económicas o no (como está haciendo Europa).