La nueva legislatura
68 diputados del PSOE hacen presidente a Rajoy
Por momentos en el último año pareció que Mariano Rajoy iba a tener que abandonar el Palacio de La Moncloa para dar paso a otro presidente del Gobierno. Pero su resistencia se ha demostrado una vez más una estrategia ganadora, dicen los suyos. Una resistencia que, no obstante, no habría tenido ningún fruto de no ser por el empuje del Partido Socialista en forma de abstención.
A las 20.22 horas de este sábado la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, emitía el veredicto del tercer debate de investidura de 2016: 170 votos a favor, 111 votos en contra y 68 abstenciones. Lo hacía horas antes de que expirase el plazo que marca la Constitución Española para la disolución de las Cortes y, acto seguido, la convocatoria de unas nuevas elecciones. Los españoles no volverán a votar en los próximos meses y el PP, acostumbrado a gobernar a golpe de mayoría absoluta, tendrá que demostrar si está por la colaboración con la que a sus máximos responsables se les ha llenado la boca en los últimos días.
El jefe del Partido Popular logró en esta ocasión sumar a los 170 apoyos –137 apoyos de su grupo, los 32 de Ciudadanos y el escaño de Coalición Canaria–, la abstención de 68 parlamentarios socialistas. En definitiva, más votos a favor que en contra de un hemiciclo compuesto por 349 diputados, uno menos de lo habitual. La renuncia de Pedro Sánchez a su acta a las 12.30 de la mañana dejó a la Cámara sin posibilidades de hacer efectiva su sustitución. De hecho, su marcha y su anuncio de que a partir de ya empieza a trabajar para conseguir liderar un partido en un proceso que exigió se abra de inmediato lo eclipsó todo.
Fueron 15 los parlamentarios socialistas que rompieron la disciplina de voto: los 7 del PSC más Margarita Robles, Susana Sumelzo, María Luz Martínez Seijo, Pere Joan Pons, Zaida Cantero, María del Rocío de Frutos, Sofía Hernanz y Odón Elorza. El portavoz de la gestora, Mario Jiménez, no quiso avanzar al salir de hemiciclo ninguna decisión sobre ellos. Pase lo que pase, se tomará, dijo, "con sosiego".
El acuerdo del último Comité Federal del PSOE permite además a Rajoy lograr una marca: la de ser el presidente con menos votos en contra de la historia de la democracia.
Los "sacrificios" de PP y PSOE
Este pleno de investidura que evita la convocatoria de unas terceras elecciones ha sido el de los "sacrificios". El hilo conductor de todas las intervenciones de Rajoy fue el de que ponía al servicio de España su sacrificio y el de su partido a sabiendas de que no serían la fuerza peor parada en unos nuevos comicios.
También de sacrificio habló mucho el socialista Antonio Hernando, el dirigente al que le correspondió el papelón de defender en la tribuna la transición del "no es no", a la abstención por responsabilidad. Y, para cerrar el círculo, Pedro Sánchez también había vendido en comparecencia ante la prensa su renuncia al escaño como otro sacrificio. En su caso, por los militantes del PSOE.
La última llamada al apoyo
A las 18.30 arrancaba un pleno que iba a acabar bien para los conservadores. El final ya estaba escrito desde el día que el Comité Federal del PSOE ratificó la abstención en segunda votación. Rajoy subió a la tribuna a pronunciar su último discurso de la sesión de investidura por un tiempo de diez minutos. Después fue el turno de los portavoces del resto de grupos, de mayor a menor presencia en el Congreso y cerrando el conservador Rafael Hernando.
Rajoy volvió a pedir a sus rivales políticos un ejercicio de resposabilidad [consulta aquí su discurso, en PDF]. "Necesitamos su Gobierno que gobierne y trabajaré cada día esa gobernabilidad", subrayó. "No pido un cheque en blanco", advirtió. Dijo que estaba dispuesto a mejorar todo lo mejorable. Pero que no va a "liquidar todas las reformas". "No tiene nigún sentido", recalcó.
En este sentido, añadió que no puede renunciar a la unidad de España, ni a cumplir los compromisos con la Unión Europea o "quebrar la estabilidad presupuestaria". "Que nadie espere que contribuya a dañar la recuperación económica y la creación de empleo", aseveró.
En el PP señalan que no hubo cambio de tono entre el Rajoy de los días previos y el de este sábado. Pero sobre el papel este sábado fue mucho más duro en sus exigencias al resto de partidos. Sin paños calientes. No sólo les estaba pidiendo el voto para ser investido. Les estaba poniendo las condiciones que en las dos últimas semanas dijo que no iba a poner nunca a los socialistas. "España necesita un gobierno en condiciones de gobernar y no de ser gobernado", señaló.
"No pido la luna..."
"No pido la luna, señorías: pido un gobierno previsible, lo cual significa que sus grandes líneas sean conocidas desde el principio, que anuncie de antemano lo que va a ocurrir, para que todo el mundo sepa a qué atenerse", leyó Rajoy en la tribuna de oradores.
El portavoz del PSOE, por su parte, insistió en que si permiten que Rajoy sea presidente es por responsabilidad. Pero le repitió que los socialistas no han firmado ningún contrato de adhesión con el PP. Y que va a contar con la oposición de "los hombres y mujeres" que han gobernado en España en los mejores años.
Desde el grupo de Podemos, su líder, Pablo Iglesias, se mostró convencido de que Rajoy está escribiendo su epílogo. Además, le afeó que de su discurso de este último día del pleno pueda desprenderse la idea de que no va a cambiar "nada". En este mismo argumento se fijarían después Francesc Homs (PDC) y Aitor Esteban (PNV).
Por su parte, Albert Rivera (Ciudadanos) pidió a Rajoy que no tuviese miedo a una legislatura en minoría. Que podía contar con ellos... siempre y cuando cumpla con el acuerdo al que llegaron a cambio de sus votos para la investidura.
El discurso más duro de la tarde llegó en boca de Gabriel Rufián (ERC). No fue contra Rajoy. Optó por utilizar su turno para cargar contra la decisión del Comité Federal del PSOE de abstenerse. Los socialistas aguantaban como podían los golpes en sus escaños. Hubo algunos intercambios verbales y Ana Pastor tuvo que llamar al orden a sus señorías en varias ocasiones.
Al término de las intervenciones, antes de la votación, Antonio Hernando protestó por que el portavoz adjunto de Esquerra Republicana había llamado traidores a los socialistas por dar el Gobierno "a los que persiguen urnas y esconden Jaguars".
Hernando reclamó a Pastor que le permitiera denunciar las alusiones a su partido por parte del independentista catalán apuntando que "gracias a la sangre, el sudor y las lágrimas" derramadas por los socialistas, él podía estar sentado en su escaño. Lejos de retirar sus palabras, Rufián se ratificó: "A mi me daría vergüenza".
Los próximos pasos
A partir de este momento, Rajoy pierde el apellido de "en funciones" que ha acompañado a su cargo desde el pasado 21 de diciembre y, una vez jure su cargo ante el rey empezará a configurar el que será su equipo para arrancar una legislatura que nadie se atreve a calificar de fácil.
Rajoy, que ha explotado hasta el infinito la urgencia de que su gabinete dejase de estar en funciones, parece no tener ahora tanta prisa. Según anunció a los periodistas al abandonar el Congreso, comunicará la composición de su Gobierno el jueves por la tarde. Los ministros asumirán las carteras el viernes por la mañana. Y, acto seguido, ya podrá celebrarse el primer Consejo de Ministros de esta nueva etapa. De ahí saldrá la nueva foto de familia.
Este plazo que se ha marcado Rajoy para nombrar ministros contribuirá más a la inquietud que cunde en las filas del PP, sobre todo en los ministros que ahora tienen cartera –todos quieren seguir– y en quienes aspiran a que se les haga un hueco.
Uno de los focos principales de esta historia está puesto en ver cómo Rajoy mantiene el equilibrio de poder entre la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.
Una de las expresiones más escuchadas en los últimos días ha sido la de un Gobierno con "la mano tendida". Un "Gobierno colaborativo" dispuesto a pactar, como mínimo en cinco campos: pensiones, empleo, educación, políticas anticorrupción y financiación autonómica.
Los conservadores, que acudieron a la investidura con un pacto con Ciudadanos, saben que con el apoyo de la formación naranja se quedan a medias, que necesitan más complicidades en el Parlamento. Este escenario hace pensar a más de uno en el PP que Rajoy podría hacer algún "ajuste" en el Grupo Parlamentario Popular introduciendo en su dirección nuevas caras.
El escenario ideal para el PP de Rajoy sería extender ese entendimiento con el partido de Albert Rivera a los socialistas. Pero, en palabras de Antonio Hernando, ellos no van a caer en la trampa del "abrazo del oso" que le ofrecen los conservadores. De momento, el nuevo Gobierno y el Grupo Parlamentario Popular seguirán con los guiños a un PSOE que saben herido gravemente. Esto conllevará, al menos de momento, que Podemos, la formación liderada por Pablo Iglesias, aproveche la coyuntura para intentar erigirse en principal referente de la oposición.
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El Gobierno tiene un objetivo principal: la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2017. Si lo logra los apoyos necesarios para sacarlos adelante, en el PP y en el Ejecutivo coinciden en que estaremos ante una legislatura muy corta. Con la Constitución en la mano, Rajoy puede disolver las Cortes a partir del 3 de mayo de 2017. Será entonces cuando se cumpla un año desde la última disolución, la que dio lugar a las elecciones del 26 de junio. A partir de ese momento, la Carta Magna permite que se llame de nuevo a las urnas.
En público, el grueso de los cargos conservadores han tenido mucho cuidado a la hora de utilizar esa potestad de Rajoy como amenaza. Pero en privado reconocen que a un PSOE tan débil no le conviene preparar unas elecciones en menos de un año.
Este sábado esta posibilidad sobrevoló el hemiciclo en el discurso de Rajoy. El candidato del PP no llegó a decirlo de forma clara pero se intuía: "Se abren ante todos los españoles grandes perspectivas... si no las estropeamos, bien porque no haya gobierno, bien porque no se le deje gobernar, que tanto da uno como lo otro", subrayó.