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Más de 700 bienes del Patrimonio Cultural Español se encuentran en riesgo de desaparición

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Las llamas sorprendieron este lunes a los vecinos parisinos. Los habitantes de la capital gala y los turistas que recorrían sus calles observaron a media tarde cómo la icónica catedral de Notre Dame se consumía entre el fuego. El incendio, cuyas causas están aún por determinar, ha suscitado un importante debate en torno a la protección del patrimonio y las medidas de seguridad ante estragos de tal envergadura. En España, el principal mecanismo para prevenir y abordar este tipo de fenómenos es el Plan Nacional de Emergencias y Gestión de Riesgos en Patrimonio Cultural [consultar en este enlace]. Pero a pesar de los instrumentos desarrollados para evitar las catástrofes, a día de hoy más de 700 elementos patrimoniales se encuentran en riesgo de desaparición producto del continuo deterioro que pesa sobre ellos.

Este martes, el Ministerio de Cultura anunció la convocatoria de un Consejo de Patrimonio Histórico extraordinario, que se celebrará el próximo viernes 26 de abril con el objetivo de "abordar la situación de los planes de salvaguarda de bienes culturales ante emergencias". En las dos últimas décadas, señala un comunicado oficial del departamento, "la prevención y planificación del rescate patrimonial se ha convertido en uno de los ejes fundamentales de la conservación preventiva".

La forma de encarar posibles catástrofes se articula en torno al Plan Nacional de Emergencias y Gestión de Riesgos en Patrimonio Cultural, aprobado en 2014. Sobre él habla el arquitecto Alfonso Muñoz Cosme, que en el momento de su elaboración integraba el Consejo editorial del Instituto del Patrimonio Cultural de España. "Para abordar las posibles emergencias o catástrofes, existe un Plan Nacional de Emergencias en Patrimonio, que desarrolla la metodología de prevención y actuación en caso de emergencia", relata en conversación con infoLibre. Pero esa estrategia nacional recomienda además "tener un plan de prevención o protección específica en cada monumento o edificio". Planes que, denuncia, no siempre existen.

Por otro lado, añade, la Ley de Patrimonio "prevé que la labor de conservación" sea responsabilidad "del propietario del bien", mientras que "la competencia para revisar" que se cumple dicha conservación recae en cada comunidad autónoma. Respecto al caso concreto de las catedrales, "en España están gestionadas por los cabildos, por la Iglesia Católica, que es la responsable del mantenimiento y conservación", aunque hay "un Plan Nacional de Catedrales [consultar aquí] que intenta aportar una visión global sobre su gestión, y apoyar todos los procesos de conservación", explica el arquitecto.

El Plan Nacional contempla todas aquellas situaciones de emergencia, dice el propio documento, originadas por causas naturales o antrópicas que pueden ocasionar daños inmediatos y catastróficos en un bien cultural o en un conjunto. Los accidentes que contempla van desde aquellos menores –"pequeños sucesos que pueden afectar a un inmueble"–, desastres moderados –similares a los primeros, pero que afectan "a la mayor parte del inmueble"– y desastre mayor, como los incendios, inundaciones o derrumbes. La categoría más grave es la de catástrofe, que se da en "situaciones excepcionales de gran violencia", como conflictos armados.

El Plan trata de sentar las bases para coordinar las instituciones o unidades creadas específicamente para actuar en situación de emergencia, como el Sistema Nacional de Protección Civil, la Unidad Militar de Emergencias, el Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España o la Unidad de Emergencias y Gestión de Riesgos, dependiente del Ministerio de Cultura. Son, sin embargo, las comunidades autónomas las que "tienen un papel fundamental en todos los ámbitos de la protección civil y especialmente en el campo de las emergencias en patrimonio, ya que son la administración competente en materia de protección y conservación del patrimonio cultural". De esta manera, "la capacidad de planificar e intervenir en la mayoría de emergencias reside fundamentalmente" en ellas, a través de la elaboración y actualización de los "inventarios y catálogos del patrimonio bajo su tutela", del desarrollo de los "instrumentos de planificación e intervención en materia de protección civil" y de la confección de una "legislación específica tanto en este ámbito como en el campo del patrimonio histórico y cultural".

La Lista Roja del patrimonio

Muñoz Cosme es, además, miembro de la asociación Hispania Nostra. Concretamente forma parte del Comité Científico que elabora la bautizada como Lista Roja. Se trata de un listado que desde el año 2007 recoge todos los elementos de Patrimonio Cultural que se "encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores". En la actualidad, el listado lo engrosan unos 700 elementos en activo, entre los que se encuentra patrimonio arqueológico, religioso, civil, industrial, militar y natural.

"Desde Hispania Nostra se lleva un registro de bienes que se enfrentan a daños específicos", expresa Muñoz Cosme, quien sostiene que "la casuística de ese deterioro es muy variada". Las catedrales, como es el caso de Notre Dame, "normalmente no corren riesgo de ser edificios abandonados o vandalizados, porque están en uso y son gestionadas por la Iglesia Católica a través de un mantenimiento continuo". Aun así, aclara, "conviene desarrollar un plan de prevención ante posibles daños y para un mantenimiento riguroso".

Aquellos elementos que pasan a formar parte de la Lista Roja se enfrentan primero a un cribado previo, que tiene en cuenta su "importancia histórica y arquitectónica", además del "estado en que encuentra y en el riesgo que recaiga sobre él, considerando no sólo sus valores objetivos sino, principalmente, los subjetivos que la sociedad le otorgue". El trabajo de la organización Hispania Nostra es desempeñado "con el mayor rigor por especialistas", pero la entidad recomienda que "no debe considerarse como un inventario", sino como una "llamada a la sociedad civil para que conozca, se sensibilice y actúe sobre los elementos patrimoniales en riesgo".

La lista está en constante actualización –este mismo lunes entraron en ella tres nuevos elementos–, de manera que los números varían de un día para otro. Sin embargo, los últimos movimientos indican que son más de 700 los monumentos afectados. El patrimonio de tipo religioso es el que más plazas en la Lista Roja ocupa (257), seguido del civil (212). El primero incluye ermitas, iglesias, conventos o monasterios, mientras que el segundo engloba palacios, plazas o conjuntos históricos, entre otros.

Este listado se complementa con otros dos: la Lista Verde y la Lista Negra. La primera incluye los bienes que han sido retirados de la Lista Roja al desaparecer el riesgo que presentaban, tras haber sido intervenidos. Es la lista del éxito. La segunda, por el contrario, lleva el matiz implícito del fracaso. En ella se incluyen todos los bienes que han sido retirados de la roja al haber desaparecido o haberse alterado sus valores esenciales de manera irreversible. La verde está, actualmente, compuesta por 151 elementos, mientras que la negra cuenta con siete, entre los que se encuentran la Ermita de Guía de Jerez de la Frontera, el entorno exterior de las Murallas de Ávila o el Monasterio-hospital de Santa María de las Tiendas (Palencia).

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La catástrofe de Notre Dame cuenta con precedentes también en España. El 29 de mayo de 1966, un rayo hacía arder la catedral de León. Alrededor de las 18:30, la cubierta del monumento leonés fue afectada por un rayo que más tarde provocaría las primeras llamas. Según recoge el Boletín de la Diócesis de aquel día y publica este martes el Diario de Burgos, a las 21:30 horas "ardía toda la techumbre, desde el ábside hasta el hastial de la fachada principal, ofreciendo un aspecto desolador". Uno de los canteros y restauradores de la catedral advirtió entonces del peligro que suponía emplear agua en las labores de extinción, pues podría generar el derrumbe inminente de la estructura. Finalmente, aquel incendio únicamente afectó al techo de la catedral, dejando intacto el resto del edificio, que comenzó enseguida el proceso de restauración. La catedral leonesa, de estilo gótico, fue gestada en el siglo XIII y más tarde, en 1844, fue declarada primer Monumento Nacional del país.

En 1994 las llamas volvieron a paralizar a la sociedad, esta vez en Barcelona. El Liceu de la Ciudad Condal fue devorado por el fuego a finales de enero de aquel año, producto de una chispa incontrolada de un soplete. "La probabilidad de un incendio había sido advertida en varios informes encargados por la dirección del propio teatro", relataba el diario El País en su crónica de entonces, donde añadía que el recinto sería declarado "siniestro total". Después de aquel incendio, el teatro inició un proceso de restauración que finalizará este año a través del proyecto de rehabilitación de su fachada.

Más recientemente, en el año 2013, de nuevo los efectos de un rayo hicieron mella sobre uno de los edificios más emblemáticos de Muxía (A Coruña): el santuario Virxe da Barca. El lugar de culto y peregrinación, construido en 1719, quedaba devastado por las llamas aquella Navidad de hace seis años. El edificio, que se ubica frente al mar, quedó visiblemente afectado por las llamas: el techo y el altar fueron calcinados y el retablo "totalmente perdido", según indicaron las autoridades en aquel momento. Tras un trabajo continuo de restauración, en 2015 el templo volvió a abrir sus puertas.

Las llamas sorprendieron este lunes a los vecinos parisinos. Los habitantes de la capital gala y los turistas que recorrían sus calles observaron a media tarde cómo la icónica catedral de Notre Dame se consumía entre el fuego. El incendio, cuyas causas están aún por determinar, ha suscitado un importante debate en torno a la protección del patrimonio y las medidas de seguridad ante estragos de tal envergadura. En España, el principal mecanismo para prevenir y abordar este tipo de fenómenos es el Plan Nacional de Emergencias y Gestión de Riesgos en Patrimonio Cultural [consultar en este enlace]. Pero a pesar de los instrumentos desarrollados para evitar las catástrofes, a día de hoy más de 700 elementos patrimoniales se encuentran en riesgo de desaparición producto del continuo deterioro que pesa sobre ellos.

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