moción de censura
Abascal desafía con su moción imposible el liderazgo de Casado al frente de la derecha española
El líder de Vox, Santiago Abascal, criado en los pechos del Partido Popular durante 19 años, desafiará este martes el liderazgo de Pablo Casado al frente de la derecha española defendiendo una moción de censura contra el Gobierno de Pedro Sánchez que sabe condenada al fracaso pero que quiere convertir en la puesta de largo la su partido, al que los electores convirtieron en la tercera fuerza en las elecciones de hace casi un año. Sus carta de presentación: 52 diputados frente a 88 del PP, una clara ventaja en la pelea con el líder de los conservadores en la pugna por ejercer una oposición inflexible a la alianza del PSOE y Unidas Podemos y la indisimulable voluntad de mostrarse ante los electores como una organización atípica que huye de los convencionalismos de los viejos partidos, aunque en la práctica su comportamiento sea ya muy semejante al del resto.
Ese es el objetivo de la derecha extrema. Que, al término del debate, cuyo final todos conocen —la derrota está garantizada—, Abascal emerja como el líder que la derecha necesita frente a un Pablo Casado al que retratan como el presidente de un partido “titubeante”, incapaz de definir qué piensa votar en la moción de censura.
Para conseguir ese objetivo, primero intervendrá este miércoles el diputado ultra Ignacio Garriga, en lo que de paso será su lanzamiento como candidato a la Presidencia de la Generalitat en las elecciones anticipadas que celebrará Cataluña el próximo 14 de abril. Su papel será el de trazar un retrato en negro de estos meses de Gobierno de coalición, especialmente en materia sanitaria, económica y social, pero también en relación con la monarquía y las tensiones territoriales. Una crisis de tal magnitud, razonará, que justifica por sí sola la presentación de la moción de censura.
Trazado el dibujo negativo que Vox hace de España, subirá a la tribuna Santiago Abascal, por tiempo ilimitado. Fuentes de su partido aventuran un discurso de más de una hora de duración pero sin llegar a las tres horas del que Pablo Iglesias pronunció en 2017. El líder del partido ultra cree estar ante su primera gran oportunidad para atraer a los votantes más derechizados del PP, esos que jalean sus intervenciones e iniciativas más incendiarias. Pero lo hará con una intervención que, según su portavoz parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros, “sorprenderá” a quienes todavía no han tenido la oportunidad de escucharle hablar en profundidad.
Vox, que se considera marginado por los medios de comunicación, también por la mayoría de los que se sitúan en el ámbito de la derecha, se sabe ante una ocasión única para difundir sus mensajes. Están convencidos de que Casado ha renunciado a ejercer como líder de la derecha frente a Sánchez y quieren que Abascal ocupe ese lugar y salga el jueves del Congreso investido como el auténtico antagonista de Pedro Sánchez.
El líder de Vox planea explicar detalladamente las propuestas de los ultras en economía, sanidad, políticas sociales o relaciones internacionales, pero sin olvidar los asuntos que definen a su partido en relación con supuestos problemas capitales de España como “la unidad de la nación”, el terrorismo, la “invasión” de inmigrantes o las ocupaciones de pisos.
Retrato “criminal” del Gobierno de Sánchez
En principio, Abascal se limitará a ignorar a Casado y se centrará en sus propuestas y en hacer un retrato “criminal” del Gobierno de Sánchez, a quien culpa de 50.000 muertes por culpa del covid-19. La respuesta al líder del PP dependerá, sobre todo, de la beligerancia que este muestre contra la moción.
Y esa es, en estos momentos, la principal incógnita por parte de la derecha. El líder conservador sigue sin despejar si su partido se abstendrá o votará en contra de la moción —aseguran que en ningún caso la apoyarán— y no aclaran cómo van a resolver una situación que les obliga a competir en dureza contra el Gobierno de Sánchez y, al mismo tiempo, negarse a censurar su gestión. Su portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra, llegó este martes a asegurar que sería Casado quien intervendría en el debate para negarlo pocas horas después. En política “nunca nada es definitivo y hay que estar preparado siempre para todo”, señaló crípticamente sin responder las preguntas que le formularon varios periodistas en una rueda de prensa en el Congreso.
El PP lleva varias semanas queriendo desinflar el globo de la moción para no dar aire a una iniciativa que sabe que le perjudica y que, además, sólo puede reforzar al Ejecutivo. Sánchez y Iglesias están convencidos de que recibirán criticas pero están convencidos de que el rechazo a Vox pesará más en la votación de los grupos.
Mucho más directo a la hora de marcar distancias con a moción ha sido Ciudadanos, aunque la formación naranja ya ha demostrado en varias comunidades autónomas que no tiene inconveniente en gobernar gracias al soporte de los votos de los ultras. De ahí que, hasta ahora, y aunque van a votar ‘no’, hayan mostrado cierta equidistancia entre el deseo de censurar a Sánchez y la negativa a respaldar a Abascal. La moción la consideran “inoportuna, irresponsable y partidista” porque pone los intereses de Vox por encima de los intereses del país.
El Gobierno “respeta” la iniciativa pero la considera poco oportuna
En el Ejecutivo de coalición ven esta sesión parlamentaria como una forma de salir reforzados frente a la estrategia de una ultraderecha a la que no le dan los números y que, está más preocupada por herir al Partido Popular que por hacer daño al Gobierno de coalición. En la Moncloa llevan insistiendo estos días en que ellos se toman en serio las instituciones y las iniciativas parlamentarias de los grupos políticos en las Cámaras. Pero destacan que "no es el momento" ideal de debatir una moción de censura porque los políticos deberían estar ahora en combatir la pandemia y no dedicar dos días a saber "quién se disputa el liderazgo de la derecha".
En este contexto, las fuentes del Ejecutivo consultadas contraponen las "prioridades del Gobierno" que son, destacan, las de paliar la situación social y económica provocadas por el covid-19 a la de una "derecha" –PP– y "extrema derecha" –Unidas Podemos– que "no han entendido" cuál era su papel desde que el virus empezó golpear a España.
En el PSOE y en el partido morado comparten que la moción no se hace contra ellos. Que está claro que, desde el primer día que la anunció, Santiago Abascal tiene la mirada puesta en el partido en el que militó y del que empezó a distanciarse cuando María San Gil dejó la presidencia del PP vasco.
En las últimas horas, y ante la resistencia de Casado a aclarar cuál va a ser el sentido del voto del Grupo Parlamentario Popular –el grueso de la dirección nacional del partido se decanta por el 'no'– PSOE y Unidas Podemos han aprovechado para trasladar toda la presión al tejado de los conservadores. Para el Ejecutivo, la actitud de Casado sólo se entiende en el contexto de quien se encuentra en una búsqueda constante de su espacio político. Y tiene ante sí la oportunidad de dar la espalda a Vox y dejar a un lado la "crispación".
En sectores del PSOE, y también del PP, se ha impuesto la tesis de que después de esta moción de censura que ya nace muerta porque a Abascal no le dan los números, conservadores y socialistas podrán acercarse para renovar las instituciones pendientes, empezando por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
La idea en la Moncloa es que tanto el presidente del Gobierno como el vicepresidente Pablo Iglesias tomen la palabra en los días en los que se extenderá este Pleno.
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El debate comenzará a las 9.00 horas de este jueves y se desarrollará de acuerdo con lo establecido en el artículo 113 de la Constitución, y el 177 del Reglamento del Congreso. Uno de los diputados firmantes de la moción de censura –Garriga– la presentará ante el Pleno, con una intervención sin tiempo preestablecido.
A continuación, y también sin limitación de tiempo, podrá intervenir el candidato –Santiago Abascal– propuesto en la moción para la Presidencia del Gobierno, a efectos de exponer el programa político del Gobierno que pretende formar. Tras la interrupción de tiempo decretada por la Presidencia de la Cámara, podrá intervenir un representante de cada uno de los grupos parlamentarios que lo solicite, en orden de menor a mayor a menor. Disponen de un tiempo máximo de 30 minutos.
Todos los intervinientes tienen derecho a un turno de réplica o rectificación de diez minutos. El Gobierno puede intervenir en cualquier momento del debate. Concluido el debate, que salvo sorpresas se prolongará hasta el jueves, se anunciará la hora de la votación. Será pública y por llamamiento. Un miembro de la Mesa, el órgano de gobierno de la Cámara, pronunciará el nombre de cada diputado, a partir de un apellido elegido al azar, para que, desde su escaño, vayan diciendo en voz alta "sí", "no" o "abstención". La moción de censura debe recibir el apoyo de, al menos, la mayoría absoluta, es decir, 176 diputados.