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La activista Kim Pérez: "Vox es una amenaza para los transexuales y para todos los españoles"

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"Me encuentro bien, curiosamente, aunque estoy algo débil y cansada". Habla Kim Pérez (Granada, 1941), la activista transexual que no ha dudado en poner en riesgo su salud —e, incluso, su vida— con una huelga hambre para hacer frente a Vox. Lo hace para luchar por lo que lleva años peleando: los derechos de las personas transexuales. No es nuevo para ella. Su activismo empezó en la década de los 90, cuando el colectivo estaba mucho menos reconocido. Su batalla personal era, en realidad, un combate colectivo. Pérez consiguió operarse en el año 1995, momento en el que comenzó a vivir, tal y como cuenta emocionada en una conversación telefónica con infoLibre precisamente el mismo día en el que se cumplen 30 años de la primera intervención de este tipo. Ahora, su lucha se recrudece. La llegada de Vox, dice, pone en peligro todo lo conseguido por el colectivo.

Todo comenzó el pasado 2 de diciembre. Ese día, el partido de extrema derecha Vox consiguió irrumpir en un parlamento autonómico. Y no lo hizo como una fuerza residual, sino con 12 escaños que le permitieron convertirse en la llave para formar el nuevo Gobierno. Así fue. Las conversaciones mantenidas entre el PP, Ciudadanos y Vox consiguieron encumbrar a Juan Manuel Moreno Bonilla como nuevo presidente de la Junta de Andalucía. Fue el 16 de enero, un día después de que el movimiento feminista saliera a las calles de toda España para plantar cara al auge del partido de ultraderecha, al pacto y al peligro que, por ello, corren los derechos de las mujeres. Pero también fue el mismo día que Pérez decidió plantarse y comenzar una huelga de hambre

Lo hizo por todas las personas transexuales, pero también entendiendo que sus derechos como mujer trans no pueden desvincularse del feminismo. "Empecé la huelga cuando me llevé el susto de que Vox había conseguido 12 escaños en las elecciones. Eso y todo lo que vino después fue suficiente como para decir que tenía que ponerme en pie", relata. Su protesta duró seis días. A sus 77 años, el médico le desaconsejó continuarla. Pero no se rindió. Pocos días más tarde, el 25 de enero, decidió retomarla.

Sin embargo, este lunes tuvo que volver a abandonar. "Después de varios días empecé a sentir algunos síntomas, fui al médico y me indicó que, cuando las huelgas de hambre superan una cantidad de días determinada, puede darse una muerte súbita", dice con la voz debilitada que le queda después de haber ingerido tan sólo un yogur y "medio vaso de caldo". No puede alimentarse más rápido. "El médico me dijo que salir de una huelga de hambre es más duro y más peligroso que hacerla", añade. Por eso, dice, retomará la vida normal poco a poco.

Abandona la huelga, pero no su oposición a Vox. "Es una amenaza para los transexuales directamente y para los españoles en general", llega a asegurar. No titubea al decirlo, pues está convencida de sus palabras. Y es que Pérez teme que el partido signifique una regresión en todo lo que activistas como ella han conseguido a través de años de lucha. 

"De la angustia total a la felicidad"

¿Cuál es la amenaza? "La definen ellos mismos", dice, desde su propio programa electoral. En él, el partido liderado por Santiago Abascal proponía 100 medidas para la España viva y una de ellas, la 56, aludía expresamente a las personas transexuales: "Suprimir en la sanidad pública las intervenciones quirúrgicas ajenas a la salud (cambio de género, aborto...)". "Eso, dicho tan corto, en realidad es una amenaza frontal contra las personas transexuales", critica Pérez. Y es que la propuesta salta por encima de uno de los logros del colectivo: dejar de considerar las operaciones de cambio de sexo como un deseo —o, incluso, un capricho— para comenzar a verlo como una necesidad y un asunto de salud. 

Así lo fue para ella y así lo es para todas las personas transexuales, afirma. "Nosotras sabemos que la operación es vital, es esencial", asegura. Su importancia no puede minusvalorarse. "Significa pasar de la angustia total a la felicidad. Yo soy una persona feliz desde que conseguí hacer la transición. Vivo mi vida desde que la hice", insiste. Por eso, lamenta, sacar las operaciones de cambio de sexo de la sanidad pública significa mucho. Significa, en síntesis, dejar "sin esperanza" a todas aquellas personas que no puedan pagarse una clínica privada. "Eso ya es suficiente para ponernos en pie", continúa. 

Y es que no quiere que España tenga como referente a Estados Unidos, aunque no duda en afirmar que el camino para hacerlo ya ha comenzado. "Allí se están suprimiendo cosas importantísimas", denuncia. Y pone un ejemplo: ahora, si una mujer transexual es condenada a una pena de prisión, tendrá que cumplir la condena en una cárcel masculina. "No es difícil imaginarse que eso será violación tras violación", lamenta. "Eso es lo que está viniendo. Y si el PP y Ciudadanos han pactado con ellos es o porque no se han dado cuenta de lo que supone pactar con un poder fascista o porque no les importa". 

"Tres partidos constitucionalistas más otros dos"

Después de su experiencia, más bien se trata de la segunda opción. Cuando comenzó la huelga de hambre, recuerda, envió un "acuse de recibo" a los cinco partidos: PP, PSOE, Ciudadanos, Adelante Andalucía y Vox. "Pensé que era imposible que yo consiguiera un cambio político porque solo soy una persona frente a un poder inmenso, así que pedí a los partidos que me enviaran una firma como prueba de que estaban al tanto de lo que yo pedía", cuenta. "Independientemente de que estuvieran o no de acuerdo conmigo", añade. Pérez solo quería la prueba de que sabían de su protesta. Y lo hacía por una razón muy clara: que Vox quedara retratado. "Sabía que ellos se iban a negar", explica. 

Ciudadanos, el PSOE y Adelante Andalucía, cuenta, enviaron la carta firmada por Juan Marín, Susana Díaz y Teresa Rodríguez, respectivamente. "Con el PP empecé a tener contactos. Me llamaron de Madrid y de Sevilla y me dijeron que hablaban en nombre de Juanma Moreno y que estaban deseando venir a Granada a conocerme", recuerda. Pero tardaron. Pasaron los días y no llegó la firma. "Entonces, en una entrevista en La Sexta, preguntaron a Juanma Moreno por mí. Primero omitió mi nombre y después dijo que no habían acordado nada sobre este tema [sobre los derechos de los transexuales] en su acuerdo de Gobierno", explica Pérez. "Es como si hubiera dicho: 'Estas personas son tan despreciables que puedo no hablar de ellas", lamenta. 

Por eso, comienza a plantearse situar a PP y Vox en la misma cesta. Lo dice sin disimular su enfado. "Yo siempre he hablado de cuatro partidos constitucionalistas más uno, Vox, pero ahora me pregunto si no es momento de empezar a hablar de tres partidos constitucionalistas, más dos", denuncia. 

Una amenaza "horrorosamente mayor"

Muere la mujer transexual que recibió una paliza de un menor en Valladolid

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"Con este panorama, ¿es mayor la amenaza ahora que cuando comenzó el activismo?" Pérez no esconde su temor: "Es horrorosamente mayor". "¿Por qué es tanta la atención que nos dan si somos tan pocas personas?", se pregunta. "La respuesta es espeluznante, y no bajo de ese adjetivo. Entendemos que se trata deliberadamente de no atender a ninguna realidad, sino a la fantasía de las personas que no conocen la transexualidad y que opinan que somos pecadores terribles y objeto de despilfarro por parte de las administraciones", denuncia. 

"Se habla de nosotras como enemigas, animando a la gente a que nos insulte y nos ataque", lamenta. No le falta razón. El pasado mes de septiembre falleció una mujer transexual que había recibido una paliza en Valladolid. El agresor era un menor de 15 años que se entregó horas después. Y es que el peligro es que se pase del insulto a eso, a las agresiones físicas. "Por la calle he soportado burlas pero nunca había pasado de eso", recuerda. Ahora, teme que eso pudiera cambiar. 

Es motivo suficiente para continuar en la lucha. Al menos para ella. Pero eso sí, no sabe si la fórmula continuará siendo la huelga de hambre. Después de dos intentos, no está segura de retomarla. "El médico me ha metido el miedo en el corazón", confiesa. Pero eso no será lo que le aparte de la protesta. Solo hay algo que podrá hacerlo: "Que la sociedad se dé cuenta de que Vox es un enemigo feroz de todo, que es una auténtica fiera que necesita alimentación y que no duda en matar a los más débiles si eso les trae algún provecho", sentencia. 

"Me encuentro bien, curiosamente, aunque estoy algo débil y cansada". Habla Kim Pérez (Granada, 1941), la activista transexual que no ha dudado en poner en riesgo su salud —e, incluso, su vida— con una huelga hambre para hacer frente a Vox. Lo hace para luchar por lo que lleva años peleando: los derechos de las personas transexuales. No es nuevo para ella. Su activismo empezó en la década de los 90, cuando el colectivo estaba mucho menos reconocido. Su batalla personal era, en realidad, un combate colectivo. Pérez consiguió operarse en el año 1995, momento en el que comenzó a vivir, tal y como cuenta emocionada en una conversación telefónica con infoLibre precisamente el mismo día en el que se cumplen 30 años de la primera intervención de este tipo. Ahora, su lucha se recrudece. La llegada de Vox, dice, pone en peligro todo lo conseguido por el colectivo.

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