Las aerolíneas llevan todo el estado de alarma volando sin ninguna norma que las obligue a limitar el aforo

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La vuelta de Carlos Elvira a casa ha sido, de principio a fin, un camino plagado de obstáculos. Todo comenzó a finales de abril, cuando el estallido de la pandemia y su expansión por todo el planeta obligaron a este español de 68 años con hipertensión y movilidad reducida a solicitar a las autoridades nacionales su repatriación desde República Dominicana. “Le convencí para que volviera porque aquí iba a tener una mejor asistencia sanitaria”, cuenta su hermana Milagros. A pesar de estar en una “situación vulnerable”, Elvira no pudo abordar la primera aeronave disponible para su regreso a casa, que partió desde Santo Domingo el pasado 3 de mayo: “Se quedó fuera de la lista”. Algo más de suerte tuvo en el segundo intento. Gestionado por Air Europa, el vuelo UX088 despegó el pasado domingo desde Punta Caucedo para tocar tierra a eso de las 4.30 horas de este lunes en la T4 del Aeropuerto Madrid-Barajas. En la aeronave viajaba el español. Y con él, cuenta Milagros, casi 300 personas más. “El avión venía completo”, lamenta su hermana, que critica con dureza la ausencia de medidas de distanciamiento social dentro de la cabina.

Pocas horas antes de que Elvira llegara a la capital, pasajeros de un vuelo que cubría la ruta entre Madrid y Gran Canaria expresaron su indignación ante una aeronave repleta en plena pandemia. La alta ocupación que mostraban las imágenes difundidas en redes sociales provocó que la Guardia Civil se personara a pie de pista en el aeropuerto de la isla para constatar que, efectivamente, el vuelo de la compañía Iberia Express había cubierto el trayecto con una ocupación que sobrepasaba el 70% de su capacidad, lo que hacía imposible el mantenimiento de la distancia que las autoridades sanitarias han recomendado entre personas para evitar el contagio. Fuentes del Ministerio de Transportes confirmaron este lunes a infoLibre que ya han “solicitado información a la compañía” sobre las “medidas de seguridad adoptadas en ese vuelo”. La firma aérea, por su parte, aseguró haber cumplido con todas las indicaciones de las autoridades y recordó que el aire de las cabinas se renueva cada 3 minutos y que el uso de filtros HEPA “elimina virus y bacterias con una efectividad del 99,9%”.

A pesar de lo que pueda creerse, estos dos casos simplemente ejemplifican una realidad habitual dentro de las aeronaves en plena crisis sanitaria. “Lo del distanciamiento social no es algo que se esté haciendo”, confirma a este diario Amelia Gómez, del Sindicato de Tripulantes Auxiliares de Vuelo de Líneas Aéreas (Slatva). En la misma línea se pronuncia Antonio Escobar, portavoz del Sitcpla, que agrupa a tripulantes de cabina de Air Europa o Ryanair: “No se cumple esa separación entre los pasajeros”. Y mucho menos, dicen ambos, en los vuelos de repatriación, que según ha señalado Iberia cuentan con “un factor de ocupación muy alto”. Este diario se ha puesto en contacto con el departamento que dirige Arancha González Laya para preguntarle por el avión de este domingo procedente de República Dominicana. “No se trataba de un vuelo ni fletado ni organizado por este ministerio sino un vuelo que había organizado la compañía Air Europa. El papel de la embajada y del consulado ha sido informar sobre la existencia de este vuelo y reenviar a los pasajeros a la compañía para que adquirieran sus billetes”, han explicado desde el departamento que dirige Arancha González Laya.

La ausencia de medidas de distanciamiento social en las cabinas, explican los sindicatos, es fruto de la “falta de obligación”. “Las órdenes son lo suficientemente vagas como para que las compañías se escapen. Si quieres que los aviones no vayan repletos, tienes que poner de forma clara un máximo de ocupación”, recalca Escobar. En este sentido, pone el foco en el Real Decreto 463/2020 por el que se activó el estado de alarma. Dicho texto recoge en su artículo 14 un compendio de medidas en materia de “transporte interior” en el que simplemente se establece que los servicios aéreos sometidos a obligaciones de servicio público (OSP) están obligados a reducir su “oferta total de operaciones” en al menos un 50%. Sin embargo, este decreto no fija ningún límite de pasajeros en cabina. Eso sí, contempla en el artículo 14.2 g) que “en aquellos servicios en los que el billete otorga una plaza sentada” los operadores “tomarán las medidas necesarias para procurar la máxima separación posible entre pasajeros”. Una frase que, para el portavoz del Sitcpla, “no obliga en la práctica a nada”.

El Ministerio de Transportes, en conversación con este diario, se agarra a ese precepto para asegurar que las aerolíneas están obligadas a “garantizar el distanciamiento entre los viajeros”. No obstante, el departamento que dirige José Luis Ábalos reconoce que el decreto no fuerza a las compañías a cumplir con “un porcentaje de ocupación máxima”. De hecho, la única orden que se ha dado hasta la fecha en este sentido es la publicada este fin de semana en el BOE sobre las condiciones a aplicar en la fase I de la desescalada en materia de movilidad. En ese texto se establece que en las conexiones aéreas dentro de Canarias se ofrecerá al público “el 50% de la capacidad total de cada aeronave para asegurar la debida separación entre pasajeros”. Es decir, que este límite sólo se aplica interislas. ¿Y qué pasa con el resto de vuelos? Desde el ministerio explican que están a la espera de que la Comisión Europea publique este miércoles sus recomendaciones y directrices para establecer protocolos homogéneos en el transporte aéreo por todo el Viejo Continente. “A partir de ahí se irán tomando las medidas necesarias en cada momento”, apuntan.

El impacto económico de la ocupación máxima

Gómez, no obstante, recalca que las restricciones en relación con el número de pasajeros pueden tener un impacto importante sobre las propias empresas. “Una ocupación máxima del 50% yo creo que va a ser inviable. Los números no van a cuadrar. ¿Si no tenemos esos ingresos nos va a compensar mover el avión? Igual tenemos que volver otra vez a la aviación de los años 70, que viajaba quien podía, y dejar atrás lo que teníamos hasta ahora de vuelos a Londres desde 15 o 20 euros”, apunta la representante de Slatva. Este mismo aviso ya lo lanzaron a finales de abril al unísono sindicatos y patronal: “No solamente sería inefectivo sino económicamente insostenible para una industria ya muy dañada”.

Desde que estalló la pandemia, numerosas aerolíneas han necesitado del respaldo de los Estados para mantenerse a flote. Francia y Países Bajos ya anunciaron un paquete de 10.000 millones de euros en ayudas para KLM, de la que ambos países son accionistas. Respaldo que también pidieron firmas como Lufthansa, Norwegian, Finnair, SAS o Alitalia, para la que el Gobierno italiano aprobó un paquete de 600 millones a cambio de asumir el control del 100%. En Estados Unidos, el Gobierno federal inyectará sólo en el sector aéreo 55.400 millones de euros, de los que casi 16.000 millones serán destinados a sostener al gigante Boeing. Se trata de inyecciones de liquidez directa y préstamos federales al 50%, pero con la condición de que el Estado toma a cambio una participación de relevancia en las empresas rescatadas. De esa cantidad total, el Tesoro ya ha desembolsado casi 3.000 millones en préstamos para American Airlines, Delta Airlines y United Airlines.

Mascarillas y guantes para evitar el contagio en el aire

Sin que el distanciamiento social se esté cumpliendo en las alturas, un problema que no es exclusivo en las compañías españolas, ambos dirigntes sindicales explican que las únicas medidas de seguridad que se están tomando dentro de la cabina son la utilización por parte de los viajeros y trabajadores de guantes, mascarillas, hidrogeles o toallitas desinfectantes. A estas, continúan, se les suma la fumigación diaria de los aparatos, tal y como recomendó nada más comenzar la pandemia la Agencia de Seguridad Aérea de la Unión Europea (AESA). “Esto último se hace, como mínimo, una vez al día”, detalla el portavoz del Sitcpla. Por el momento, nada de test. Tampoco de toma de temperatura antes de subir al avión, un control que Air France ya ha anunciado que va a poner en marcha –si el pasajero supera los 38 grados se le podrá denegar el embarque y su reserva se le modificará de forma gratuita para una salida posterior–. “Sólo con adoptar algunas medidas de este tipo ya estaríamos reduciendo todavía más la probabilidad de contagio”, comenta Gómez.

Por otro lado, ambos portavoces explican que tampoco en los aeropuertos españoles se están realizando controles tras la llegada de pasajeros. “En Santiago de Chile, por ejemplo, te miran la fiebre, te preguntan si has tenido tos… En Bogotá, tres cuartos de lo mismo y, además, te confinan directamente en un hotel”, relata Gómez. De hecho, esta ausencia de examen a la llegada es una de las cosas que más sorprendió a Milagros cuando estaba ayudando a su hermano a organizar su regreso a España. “Llamé a Sanidad y me dijeron que no se hacían test tras la repatriación. Hasta que no me dijo lo mismo Aena, no me lo podía creer. En resumidas cuentas, llegan al aeropuerto y se van directamente”, apunta. En cuanto aterrizó en Barajas, Carlos se montó en el taxi que le había pedido su hermana y se desplazó hasta la estación de Atocha. Allí, cogió el tren que le llevaría directamente a Murcia. Pero este sí, cuenta Milagros, respetaba las medidas de distanciamiento social.

La vuelta de Carlos Elvira a casa ha sido, de principio a fin, un camino plagado de obstáculos. Todo comenzó a finales de abril, cuando el estallido de la pandemia y su expansión por todo el planeta obligaron a este español de 68 años con hipertensión y movilidad reducida a solicitar a las autoridades nacionales su repatriación desde República Dominicana. “Le convencí para que volviera porque aquí iba a tener una mejor asistencia sanitaria”, cuenta su hermana Milagros. A pesar de estar en una “situación vulnerable”, Elvira no pudo abordar la primera aeronave disponible para su regreso a casa, que partió desde Santo Domingo el pasado 3 de mayo: “Se quedó fuera de la lista”. Algo más de suerte tuvo en el segundo intento. Gestionado por Air Europa, el vuelo UX088 despegó el pasado domingo desde Punta Caucedo para tocar tierra a eso de las 4.30 horas de este lunes en la T4 del Aeropuerto Madrid-Barajas. En la aeronave viajaba el español. Y con él, cuenta Milagros, casi 300 personas más. “El avión venía completo”, lamenta su hermana, que critica con dureza la ausencia de medidas de distanciamiento social dentro de la cabina.

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